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Pov Félix Kingston 

Kazimierz Dolny, ciudad en Polonia 

Sonreí mordiendo mi labio izquierdo al sentir la adrenalina mover cada fibra de mi ser.

Joder, como amo manejar mi motocicleta. 

Me estacione en una de esas calles sucias, frente a aquel viejo y descuidado restaurante de comidas rápidas.

Los colores desgastados y sin vida le daban un aura tensa al lugar, sin contar que pude darme cuenta de varios drogadictos y alcohólicos en una esquina del restaurante, tomando de sus vicios y recogiendo algo de comida podrida.

Hice una mueca, quitándome el casco, que lugar tan asqueroso, pero más asquerosos son las dos escorias que trabajan dentro.

Acomode mi lacio cabello, sintiendo las miradas de varias personas que estaba alrededor. sonreí de medio lado, guiñándole el ojo a una de las mujeres que prestaban su calientes servicios por aquellos lares.

Aquella chica sonrió con altivez, devolviéndome el saludo con una sonrisa llena de coquetería, y realmente no fui tonto cuando vi como se paraba de su silla cuando se le "cayó" una de sus pulseras, agachándose con su extremadamente corta falda .

Rodé mis ojos al escuchar el gruñido de Erix en mi mente, hace tiempo que no tenemos una tan buena relación, nos soportamos, y trabajamos juntos si es que ambos vamos a sacar provecho de eso.

Deja de andar de putero — Erix me gruñó molesto.

Que irritante...

Cállate, Erix, voy a bloquearte si sigues jodiendo asi — le devolví el gruñido, no estaba de humor para pelear con él, no ahora mismo.

Escuche un resoplido de su parte, antes de que cerrara su comunicación conmigo. Maldije entre dientes, aquel lobo es un completo delicado.

—Maxwell — Fue lo primero que dije, de manera cortante al primer trabajador que salía del horrible restaurante—¿Dónde está?

Era un chico, con el cabello rubio sucio, desarreglado y con una cara que decía en toda su frente, "quiero morirme".

No lo culpo, sería él estando en un lugar como este.

El tipo me miró con algo de curiosidad, sus ojos escaneándome de arriba a abajo. Tal vez, por el hecho del cómo iba vestido.

Bueno, no todos pueden admirarme. Se que soy una belleza.

 Sus ojos curiosos y sorprendidos cambiaron de una manera drástica, luciendo como si nada hubiera pasado, parecía aburrido, aunque es más que obvio que me di cuenta de su maliciosa sonrisa que no tardé en entender.

Madre luna, ¿esta gente cree que nací ayer?.

Masticando de lo que digo yo que es chicle apuntó con pereza la puerta principal.

—En la cocina — me respondió con simpleza, acercándose al bote de basura que estaba más adelante.

—Umm...gracias, Robert — palmeé con algo de fuerza su hombro, luego de leer su nombre en la etiqueta de su uniforme.

Camine con tranquilidad, metiendo mis manos en los bolsillos de mis Jeans negros, ocultando mi disgusto cuando vi a ese tal Robert sacando la basura, y que debajo de ella, salieran montones de cucarachas y ratas por doquier.

¿Este lugar si quiera tiene las normas de salud vigentes?. No sé, y tampoco me interesa saberlo

Me encamine dentro de este "restaurante", ganándome miradas curiosas y maliciosas de todo tipo de personas una vez que la pequeña campanita rota que estaba arriba de la puerta, sonó.

Cachorrito Perdido - ABDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora