El INICIO DEL FIN

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KAHNARA CAVALIER

—El límite que te impongo existe solo porque necesitas sobrevivir. Y acabará, cuando comiences a vivir. Una vida plena y pacifica. Eso es lo que quiero para tu madre, para tus hermanas, para nuestra gente... Para ti, mi niña.—Los labios de papá tocan mi frente en un beso de profundo amor— Pero para eso necesito que le hagas caso a tu madre por el tiempo que yo no este.

Kiara sostiene en sus brazos el pequeño cuervo malherido, mientras Kassia se nos adelanta, jugando con una rama de roble que había encontrado.

Kiara tenía su cabello largo y castaño amarrado en una perfecta trenza que mamá le había hecho. Mientras que Kassia tenía su cabello castaño corto hasta los hombros, con una media coleta hecha por ella misma.

La pequeña Kiara, se pegaba a mí con miedo, buscando protección. Y Kassia avanzaba a un paso rápido, saltando los troncos que cayeron en la última tormenta.

—Estamos llegando al límite—Me recordó Kiara, sus ojos verdes brillaron con angustia. —Mamá va a castigarnos.

—Lo haremos aquí—Digo.

Ella asiente. Kassia se nos acerca, aun con la rama entre las manos, y se posiciona con la vista al límite, para “protegernos”. Suelto una sonrisa divertida, desde que tío Nikolas inició con su entrenamiento, se creía nuestra guardiana, a pesar de ser dos años menor que yo.

Tomo una astilla de salvia que traía en mi bolso y con ella tracé un pequeño círculo en la tierra. Miro a Kiara, y asiento. Ella con sumo cuidado deja el cuervo en el centro del círculo. Kassia, me voltea ver con curiosidad cuando saco de debajo de mi escote un pequeño frasco que colgaba de un collar.

—¿Eso es sangre? Llamará a los híbridos—Suelta con preocupación.

—No es una sangre común, esta no tiene olor—Digo.

—¡Estuviste con la abuela!—Espetó Kassia con enojo.—Su casa está fuera del límite, está prohibida, al igual que las brujas.

Ruedo los ojos.

—Fui con papá—Solté exasperada.

Kassia niega con la cabeza, y volteo la cabeza para otro lado, con rabia. Kiara observa el pajarito con preocupación, porque trataba de levantarse, pero su ala y pierna rotas no se lo permitían.

—Sálvalo—Me ruega ella.

Vierto una pequeña gota de esa sangre espesa y oscura como el vino en la línea que dibuje. Y recite el conjuro que me había enseñado la abuela. Muy pronto, la gota se expandió por toda el círculo, encerrando al ave en ella.

—Rápido—Pide Kassia, de mala manera.

Cierro mis ojos y recitó los últimos versos en mi mente, para que las gemelas no oyeran. Muy pronto, la sangre formó sus propios caminos, dibujando en la tierra a tres lunas, las fuentes a las que canalice mi magia: luna creciente, luna llena, luna creciente.

Y se unió con la tierra, dejando la marca negra en el suelo.

El pájaro comenzó a moverse con extrañeza, y por un momento pensé que no había funcionado, pero un grito lo hizo reaccionar.

—¡Niñas! ¡Nara!—Se escuchó a lo lejos.

El cuervo sale volando directo hacia el cielo en línea recta, y Kiara se levanta con euforia y se despide de él agitando su mano.

—¡Niñas! Diosa, ahí están—Mamá corre hacia nosotras, y detrás de ella, estaba tío Nikolas.

Con rapidez borro la marca en la tierra, y luego limpio mi mano en mi vestido. Mamá cae de rodillas frente a las gemelas y las abraza con fuerza, llenándola de besos. Me levanto del suelo, y miro a tío Nikolas, él entrecierra sus ojos castaños mirándome con su cara de regaño. Yo solo fruncí los labios.

The Black OrbeWhere stories live. Discover now