Un gato secuestrado (o el retorno de la esquizofrenia)

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Ranpo salió de la sede de la Port Mafia y se subió al primer taxi que pasaba.

- A Ginza, por favor - le dijo al taxista.

- En seguida - contestó éste.

Tras una mirada al espejo, al conductor le quedó claro que su cliente no deseaba que le dieran conversación y pisó el acelerador. Fueron circulando rápido por la carretera, esquivando a los otros vehículos para llegar lo antes posible al destino. Ranpo miraba por la ventanilla con aire distraído, sumido en sus pensamientos.

- Ya hemos llegado - anunció el hombre -. Espero que haya tenido un buen viaje.

- Sí, muchas gracias - respondió Ranpo sacando el dinero para pagar y se bajó del vehículo.

Tras bajarse caminó un poco apoyado en las muletas y se metió en un callejón. Parecía que andaba sin rumbo pero sabía perfectamente a dónde iba. En mitad de la oscuridad, un cartel de neón algo avejentado destacaba. Ranpo sonrió al verlo: había llegado a su destino. Se metió en el local y bajó con cuidado las escaleras.

Ante sus ojos apareció un recinto pequeño, sin ventanas y tenuemente iluminado. El ambiente era tranquilo, adecuado para las confidencias. Había unas cuantas mesas que en ese momento se encontraban vacías y un mostrador con un camarero ataviado con un chaleco carmesí que limpiaba vasos. Detrás de él filas de botellas vacías se alineaban contra la pared. Frente al mostrador había una hilera de taburetes con dos hombres sentados.

- ¿¡Ranpo-san!? - que exclamó uno de ellos que se había girado al oír pasos.

- ¡Hola, Dazai! ¿No te han servido lejía? - preguntó con una sonrisa mientras se acercaba.

- No... - suspiró con aire de tristeza -. ¿Cómo has encontrado este sitio?

- Simplemente miré la ubicación que marcaba el localizador que te puse un día para evitar que te suicidases y desaparecieses - al ver la cara de sorpresa de Dazai y como empezaba a buscar el supuesto localizador se echó a reír -. Es broma, si quisiera podría deducir la ubicación de cualquier persona. Supuse que irías a ese bar que mencionaste tan pronto como Mori te diera el alta.

- Qué raro que hayas venido a un bar - comentó Dazai -. ¿Vas a tomarte un vaso de leche con galletas como siempre?

- Mori ha hecho unas declaraciones bastante potentes, así que necesito algo más fuerte. Señor, póngame una copa de zumo de naranja, por favor - le dijo al barman, quien asintió sin cuestionarse si eso era mucho más fuerte que un vaso de leche. Seguramente no era el cliente más extraño que había tenido -. Así que ese es tu famoso amigo, ¿no? - se interesó mirando al hombre sentado junto a Dazai.

- ¡Sí! Ranpo, este es Odasaku.

- Hola - saludó el aludido.

- ¡Cuánto tiempo! - exclamó Ranpo -. ¡La última vez que te vi estabas atado a una silla con un saco en la cabeza y acusado de asesinato.

- ¿Cómo? - Odasaku parpadeó sorprendido.

- ¡Yo no sabía eso! - se emocionó Dazai.

- Sí, fue hace mucho tiempo. Yo estaba buscando trabajo y fui a una oficina porque tenía una entrevista. Bueno, en realidad solo quería el certificado de que había acudido a la entrevista pero ya me entiendes. Resulta que habían matado a la jefa y te habían inculpado a ti, como eras un sicario tenía bastante sentido que la hubieras matado pero yo sabía que no era así. Lo dije pero no me hicieron ni caso y yo me fui frustrado y a ti supongo que te metieron en la cárcel.

- En realidad me escapé antes - confesó Odasaku - pero la verdad es que no me acuerdo de ti.

- Normal, ya te dije que estabas con un saco en la cabeza. Es curioso que no hayas cambiado tu forma de vestir en todo este tiempo.

Un mundo de monstruos (una historia de Bungō Stray Dogs)Where stories live. Discover now