Prologo

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Mi cabeza dolía, y sentía que todo giraba a mi alrededor, el lugar en el que estaba no tenía pintura y solo había la silla de metal que estaba sentada y la lámpara la cual alumbraba el pequeño cuarto.

No había una forma de desatar me intento safarme pero no sede, muevo la silla pero nada, hasta que sigo y lo unico que logro es sangrar por tantas veces que la jalo.

— Eres tan masoquista — dicen detras de mi, no hacia falta adivinar quien era ya lo había oído.

— Todos somos masoquista,  no lo crees…

Mi Bello secuestrador Where stories live. Discover now