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Mike hablaba por el Walkie-talkie sentado en la mesa de su sótano.

—Lucas, soy Mike, ¿me recibes?

Lucas estiró la antena de su Walkie-talkie.

—Hola, soy Lucas.

—Ya sé que eres tú, y di «cambio» cuando termines así sabré que has terminado. Cambio.

—He terminado. Cambio.

—Estoy preocupado por Will. Cambio.

—Sí... Es una locura. Cambio —dijo Lucas, tumbándose en su cama.

—Pensaba... que Will pudo haber lanzado un hechizo de protección pero no lo hizo, lanzó una bola de fuego. Cambio.

—¿A dónde quieres ir a parar? Cambio.

—Me refiero a que... podría haber ido a lo seguro, pero no lo hizo, se arriesgó para salvar al grupo. Cambio.

Lucas empezó a atar cabos.

—Quedamos en diez minutos. Cambio y corto.

Los dos niños bajaron las antenas y corrieron a preparar sus mochilas con todo lo que les pudiera hacer falta.

Cuando Mike salía con su bici y la capucha puesta, vio a Steve Harrington trepando hacia la ventana de su hermana. Cuando este lo vio, intentó fingir que no pasaba nada. Obviamente, Mike no se lo creyó, rodó los ojos y siguió su camino.

Steve había logrado subir hasta la ventana y estaba tocando para llamar la atención de Nancy, que estaba estudiando con unas tarjetas. Cuando la chica lo vio, se quedó perpleja, pero corrió a abrirle la ventana.

—¿Qué haces aquí? Ya te lo he dicho, estamos bajo arresto domiciliario.

—Pero podemos estudiar aquí.

—¡No! Ni hablar.

—Oh, vamos, no me puedo permitir suspender química —empezó a entrar con dificultad por la ventana—. Tendrás... que ayudarme —cayó con un golpe seco—. ¿Qué te he dicho? Ninja.

Nancy rodó los ojos y cerró la ventana.

X

Por otro lado, Benny estaba lavando platos mientras veía a las niñas compartir un bote de helado.

—¿Os gusta el helado, eh?

Once sonrió.

—Estás guapa cuando sonríes —la sonrisa se borró de su cara—. ¡Venga, sonreír!

Once esbozó una sonrisa, pero Trece lo miraba desconfiada.

—Vamos, inténtalo.

Al final, Trece también sonrió. Siguieron comiendo helado cuando, de golpe, se sobresaltaron al oír como llamaban a la puerta. Trece abrazó a Once, escondiéndose. Once miró a Benny, también asustada.

—Tranquilas, sea quien sea le diré que se marche enseguida.

Las dos siguieron a Benny con la mirada. Este abrió la puerta y se encontró con una mujer rubia.

—Hola, usted debe de ser Benny Hammond.

—Así es, pero es que ya hemos cerrado. Mejor vuelva por la mañana.

—Connie Frazier. Servicios Sociales.

—Ah, Servicios Sociales, disculpe, no le esperaba tan temprano. Es un buen paseo.

—A estas horas no hay tráfico —la mujer no borraba su sonrisa de la cara.

—Ya, escuche una cosa —dijo señalando a las niñas con la cabeza. La mujer las miró por encima del hombro de Benny. Esto captó la atención de las niñas—. Todavía no les he dicho que vendría. No quería que intentasen escaparse. Son un poco asustadizas.

013 © {EN CURSO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora