27|¿Cuándo carajos vas a llamar?

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Bill.

Estoy destrozado. Estar destrozado es poco comparado a cómo me siento. Han pasado dos semanas en las que me he lamentado y preguntado que voy a hacer con mi vida ahora que Genevieve no está. Dos semanas en las que mi único refugio ha sido mi habitación y mi hermano, Tom.

Dos semanas en las que la comida no me sabe, las pelis de amor han dejado de tener sentido y no me parecen más que una excelentísima obra de teatro. Dos semanas en las que no puedo pensar en nada más que no sean sus labios moviéndose sobre los míos y su piel quemando la mía. Dos semanas en el pánico, la incertidumbre de no volver a verla jamás, me invade todas las noches. Dos semanas en las que no he parado de pensar que nuestro amor ha terminado.

No la he llamado y tampoco he recibido la llamada de que está lista para vernos de nuevo. Así que, imagino que las quimioterapias aún no terminan o que ha conocido alguien mucho mejor y se ha enamorado de él.

Perdió contacto con todos, no solo conmigo. No le ha hablado a Mack o a Emma, mucho menos a Dian. Ahora es ella la que se aleja.

Para el inicio de mi tercera semana he salido de la habitación. Todo me recuerda a ella. Muchas veces me he encontrado cosas suyas en casa, en mi habitación, en el baño, en la sala. Es lamentable, pero al mismo tiempo me da la seguridad de que fue real y de que no me he creado una novia imaginaria con la que soñé siempre, que de verdad sucedió y que fueron los mejores meses de mi vida, a pesar de las circunstancias, claro.

Le vi una vez, de hecho. En uno de los centros comerciales. Dian y yo salimos a por unos helados para todos, y ella estaba con Patrick, llevaba puesta su peluca pelirroja y bebía un smoothie de mango, tal vez, o de fresa, ya no puedo recordarlo porque estaba demasiado centrado en ver sus ojos enormes y vivos. Es que era yo. Era yo el que los tenía apagados y el que se los apagó a ella.

La extraño.

Había algo terrible en el sentirla lejos, porque era como si nunca hubiese estado ahí, como si nunca hubiese existido, vaya. Como si todo hubiese sido producto de mi imaginación, un deseo intenso de tener un alma gemela y el miedo enorme de perderla después. Pero era peor cada vez, como si no nos hubiéramos amado con tanto vigor.

Odiaba a todas las personas enamoradas que veía por la calle, era una repulsión nueva que nunca antes había experimentado. Envidia pura y probablemente no justificada, pero la tenía. Quería ser como ellos y quería volver a ser yo lo más rápido posible para regresar con ella. Pensé que con el tiempo se haría menos doloroso como dijo Tom y algo así, pero solo se hace soportable. Ahora se siente como si nada hubiera sido real.

Han pasado un montón de cosas. Volvimos a la banda, pero me negué a ir a otra gira al menos hasta que Genevieve llamara y me dijera que todo se había terminado. Porque mi chica tiene palabra, ella dijo que iba a llamar y yo le creo. Pero hemos preparado nuevas canciones, las fanáticos están como locos por nuestro regreso, aunque es posible que no por mucho. Porque tal vez volveremos a desaparecer.

Luke fue despedido, así que, tenemos una nueva fotógrafa muy risueña. Su nombre es Sammy, o Samantha. Tiene los ojos verdes, una melena oscura siempre despeinada, me llama “Billy” y sale con nosotros algunas veces, porque es amable y le cae bien a todos, me coquetea o eso es lo que dice Tom después de que pasamos a dejarla a su casa. Pero no importa, no es Genevieve. Sin embargo, se ha convertido en una buena amiga y es divertida, me hace reír mucho, lo que me ayuda a olvidarme del dolor por unos segundos.

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El estudio ya no parece lo mismo. Peor cuando tengo que entrar a la misma sala dónde nos conocimos y aún tenía novio. Escucho ruido adentro, pero ignoro totalmente las alertas de mi mente pensando “Es ella, es ella, es ella. Está aquí, y nos vamos a ver. Vamos a volver”. Soy bastante acelerado al abrir la puerta, encontrándome con un rubio y alto chico que guarda sus cosas en una caja de cartón pequeña.

Es Luke, luce…pues luce como habría lucido si aún siguiera con Vie. Exactamente igual. Por ende, imagino que su despedida definitiva no le afectó tanto como a mí tener que ser amigos. El ruido que hace mi suspiro decepcionado trae su atención a mí, me mira de arriba abajo y luego vuelve a lo que sea que estaba haciendo antes de que yo llegara.

No me interesa, lo que vengo a hacer aquí es por petición de Adrien. Ni siquiera quería volver a poner un pie dentro. Tenemos que fingir que no nos conocemos mientras ambos guardamos y buscamos entre las demás cosas que yacen tiradas por ahí. Estoy ignorándolo hasta que se coloca a la par mía guardando cartuchos que deben ser suyos, y carraspea la garganta.

—Bill —aprieto la mandíbula para no decir nada demasiado filoso o grosero, después de todo, cumplió su palabra y se alejó de nosotros después de esa mañana en el departamento—. Tío, hola. —no hablo, no me interesa hablar con él—. Amm, yo, pues yo…escuché que Evie, quiero decir, que Genevieve tiene cáncer. Me lo dijo Debby.

—Mmh.

—No intento meterme en su vida, pero sabes que fue mi amiga antes que otra cosa —la palabra «amiga» arde horrores en mi pecho descompuesto y dolido—. Solo quiero saber si, pues si ella está bien. ¿Ha sido duro?

—No lo sé —respondo rápido y sin muchos rodeos.

—Venga ya, acabo de decirte que no planeo nada —Luke deja de guardar cosas dentro de su caja, ahora me mira fijamente y con el ceño fruncido en protesta. Yo no lo miro de frente, solo de reojo mientras me centro en lo mío—. Solo quiero saber si ella está bien…

—No lo sé —hago énfasis en cada palabra para que lo entienda, esta vez lo miro y parece que ve algo en mi rostro.

—¿Quieres decir que tú…?

—¡Que no lo sé, joder! —exploto—. ¿Qué no lo entiendes? No lo sé, no sé nada de ella desde hace semanas.

—¿Ya no están juntos? —se comporta como si fuera retrasado, no entiendo cómo las palabras no le entran en esa enorme cabeza. Es tonto, es tontísimo y yo todavía más por quedarme aquí a maldecir dentro de mi cabeza pensando como debe estar regocijándose en el tema de que ella y yo ya no, que ya no somos nada. Porque esa mierda de amigos…—. Yo pensé que ustedes…perdón, no lo sabía, Debby no me lo dijo.

—Sí, pues ya lo sabes —ya ni siquiera soy cuidadoso al meter las cosas en la bolsa, simplemente las lanzo todas dentro—. No lo sé, pero puedes ir tú mismo a verla a su casa y averiguarlo. Ve, Luke. Y pregúntale de mi parte cuándo carajos va a llamar.

—¿Llamar? —cuestiona, confundido hasta las entrañas—. Bill–

—Adiós —salgo de la habitación con la bolsa arrastrando por el piso con cosas que no podrían importarme menos a mí. El corazón me late fuerte, los ojos se me nublan y las piernas me pesan con cada paso que doy.

Soy idiota. Soy gilipollas. Lo he mandado todo a la mierda porque no fui capaz de ser más fuerte.

Al llegar a casa están Tom y Dian sentados en el sofá, quizá mirando una película, haciendo el tonto o magreándose como siempre. Se separan de un salto en cuanto me ven, sí, eso hacen a menudo, fingen que no quieren estar todo el tiempo besándose para no hacerme sentir mal porque, pues porque yo no tengo a nadie.

La maldición de Bill.「 𝐛𝐢𝐥𝐥 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Where stories live. Discover now