Capítulo 1 - El viaje

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El motor del automóvil ronroneó suavemente mientras Rafael lo estacionaba frente a su casa. El sudor perlaba su frente después del intenso partido de baloncesto, aunque su equipo había conseguido la victoria, el cansancio se había apoderado de su cuerpo. Cerró la puerta con un suspiro de satisfacción y se dirigió hacia la entrada de la casa.

La quietud envolvía la calle residencial, solo interrumpida por el crujir de sus pasos sobre el camino de adoquines, al acercarse a la puerta principal, una sensación de soledad y pesadez le recorrió la espalda, sus padres estaban de viaje, disfrutando de unas merecidas vacaciones, pero algo era diferente, casi se sentía como que hubiera alguien más en la casa. Rafael llamó varias veces preguntando si alguien estaba dentro, quizá la vecina habría entrado a dejar algún encargo de su madre o alguno de sus primos estaba tratando de gastarle una broma; echó una mirada rápida a las habitaciones, pero no parecía haber nadie.

Al abrir la puerta de su dormitorio, un suspiro de alivio escapó de sus labios, la luz tenue de la lámpara de su escritorio iluminaba el espacio, creando una atmósfera acogedora. Su maleta abierta yacía en la cama, esperando ser llenada con sus pertenencias para el largo viaje que le aguardaba, Rafael se aproximó a la cama y examinó los objetos dispersos en la habitación; su mente estaba llena de preguntas e inquietudes. ¿Habría empacado todo lo necesario? ¿Cómo se las arreglaría durante tanto tiempo sin la comodidad de su hogar? Se sentó en el borde de la cama y suspiró, sintiéndose abrumado por la responsabilidad de su aventura.

Se percató que su computadora estaba encendida, a pesar de recordar haberla apagado mas temprano. Aprovechó entonces para imprimir los boletos de avión, pero cuando ingreso a su navegador descubrió que el historial estaba borrado, no le dio mayor importancia y se enfocó en obtener sus datos de la aerolínea, su vuelo salía a la mañana siguiente. Apagó el equipo y continuó con sus labores.

Mientras recogía meticulosamente cada prenda de ropa y artículo de aseo, una extraña inquietud comenzó a instalarse en su interior. El eco de la soledad en la casa parecía resonar en sus oídos, la sombra de la incertidumbre se deslizaba sigilosamente en su mente, y una serie de preguntas sin respuesta lo acosaban ¿Sería capaz de enfrentar los desafíos y las dificultades que seguramente encontraría en su viaje? ¿Encontraría la fortaleza interna necesaria para lidiar con las situaciones desconocidas que se presentarían ante él? Hacía tiempo que había planeado este viaje, había notificado a la universidad que aplicaba para una pasantía en San Francisco California, donde adelantaría sus practicas profesionales así como su servicio social, por lo que tendría que ausentarse poco más de año y medio.

La noche se extendía ante él, y el agotamiento comenzaba a pasar factura, decidió acostarse, esperando que el sueño restaurador calmara sus preocupaciones, le faltaron fuerzas y decidió quedarse con la ropa sucia del partido, ya en la mañana se encargaría de dejarla lavada; sin embargo, mientras se acomodaba bajo las sábanas, una inquietante sensación de inseguridad se apoderó de su mente, la oscuridad y el silencio se volvieron aliados de sus miedos más profundos. Los párpados de Rafael se cerraron lentamente, pero el sueño parecía evadirlo, su mente era un torbellino de pensamientos inquietantes y expectativas ansiosas. En la penumbra de su habitación, las sombras danzaban, distorsionando los objetos familiares y proyectando figuras temibles en las paredes.

De repente, un ruido metálico retumbó en la distancia, interrumpiendo la calma de la noche, Rafael se sobresaltó y abrió los ojos de par en par, sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho. La habitación se sumió en un silencio pesado, solo roto por su respiración agitada. Creyó ver una figura grande y amenazante emergiendo de la oscuridad, moviéndose con sigilo hacia él, la adrenalina inundó el cuerpo de Rafael, quien inmediatamente se incorporó en su cama tomó lo primero que estaba a su alcance y lo aventó contra aquella figura amenazante. Un golpe seco resonó en la habitación, seguido de varias piezas metálicas cayendo al suelo, Rafael encendió la luz y escudriñó la habitación con la mirada, pero no había nadie mas allí.

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