El oráculo, el rey y la profecía

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Hacía un día soleado cuando la anciana vio pasar a una joven cabizbaja que pateaba una pequeña piedra, de pronto pateó la piedra tan fuerte que fue a caer a los pies de la anciana, la joven corrió hacía ella para ver que no le hubiera hecho daño

- ¿Se encuentra bien, señora? - la anciana se limitó a asentir con la cabeza, extendió su mano y tomó la de la joven 

-La pregunta es ¿Tú te sientes bien, jovencita? - la joven soltó un suspiro y sin saber por qué se dejó caer a los pies de la anciana y comenzó a hablar 

-Tengo miedo, siempre pienso que cosas terribles van a pasar y lo peor es que siempre ocurren las cosas malas que creo que van a suceder, el día de hoy tenía una prueba en la escuela, toda la semana lo supe, mi mente me decía que no lo aprobaría y ¡SE CUMPLIÓ! No aprobé mi prueba y ahora mis padres estarán decepcionados de mí- concluyó mientras comenzaba a llorar, sus lágrimas caían como si de una cascada se tratara, la anciana le acarició su cabello como si fuera una pequeña niña y, entonces, le contó una historia que iba más o menos así...

Había una vez, en un reino muy lejano un rey, tenía un reino próspero y sus súbditos lo adoraban, él era noble y amable con ellos, un día, el pueblo se llenó de alegría pues se había anunciado que la reina vida traería, se encontraba embarazada del futuro heredero a la corona, el pueblo danzó, comió y celebró con singular alegría. Un día mientras el rey su pueblo recorría recordó que en el reino un oráculo vivía, estaba feliz por la llegada de su hijo, pero al mismo tiempo tenía miedo, así que decidió visitar a la mujer, una mujer vestida de rojo y cubierta de la cabeza hasta los pies, al entrar a su hogar el rey se arrodilló frente a ella y dijo 

-Oh gran oráculo, tú que todo lo puedes ver, calma las ansias de este rey- el oráculo lo observó, el rey sentía que con su mirada atravesaba su alma y entonces ella negó 

-No puedo hacer eso su majestad, he de dejar que el futuro tome el camino que en este momento está destinado a tomar, vaya a su hogar y disfrute del presente que la vida la acaba de otorgar- 

El rey se puso de pie sumamente molesto, pues, si el oráculo no quiso decirle nada seguro era porque algo malo había en su futuro, así que hizo algo de lo que jamás se creyó capaz, se puso de pie en toda su altura, la observó desde arriba y con su voz más cruel le ordenó 

-SOY TU REY, Y VAS A HACER LO QUE TE ORDENE, ME VAS A DECIR UNA DE TUS PROFECIAS PARA MI, MI HIJO Y MI REINO- el oráculo volvió a clavar su mirada en él, pareció volverse aún más oscura que la noche, el tipo de oscuridad en donde hay monstruos esperando para salir, se arrodilló frente al rey y dijo 

-Su hijo va a ser la perdición de este pueblo, será una niño tan lleno de amor que este desbordará, será consentido y cuidado y, eso, mi rey, va a ser la perdición de su reino- el rey se quedó pasmado como una roca, la mujer se levantó con la delicadeza del viento y sin decir nada más se alejó dejando al rey con su mente funcionando como una rueca sin control, hilos e hilos de pensamientos comenzaron a llenar su mente, todos enredados unos con otros dejándolo confundido, pero había un hilo que destacaba en su mente, el hilo con lo que aquella mujer había dicho. 

El rey preocupado regresó a su reino, no se atrevió a hablar de sus inquietudes ni con sus más cercanos consejeros, se cerró como una tumba, pasaba todos sus días sentado en su trono dejando que esos hilos se enredaran más y más en su cabeza, el embarazo de la reina continuaba, pero en su rostro donde todo había sido amor y alegría ahora tristeza y agonía la perseguían, su esposo se había alejado de ella, el pueblo cada día más abandonado se sentía, el castillo que siempre había iluminado al pueblo con alegría y amor, ahora mostraba desolación.

El día del nacimiento por fin había llegado y mientras la reina sostenía a su bebé en brazos el rey entró con paso apresurado, el corazón de la reina se hinchó de felicidad, pues su marido por fin había abandonado su asiento en el trono, pero este se desinfló cuando vio la expresión en su rostro, tomó al bebé en sus brazos y se lo entregó a una de las doncellas y proclamó con voz severa 

- ¡ESCUCHADME TODOS, ESTA ES MI PROCLAMACIÓN, MI HIJO SERÁ PRIVADO DE TODO AMOR, NO SERÁ CONSENTIDO NI MIMADO, ¡VIVIRÁ ENTRE LAS DONCELLAS! - todos quedaron sorprendidos por dicha proclamación, pero al ser el rey nadie le reprochó.

Pasaron los años y el pequeño creció, sin embargo, la ley del rey no se había cumplido a cabalidad, pues al crecer con las doncellas ellas sintieron tanta pena por eso pequeño niño que lo llenaron de amor, lo consintieron, le dieron todo lo que tenían a su alcance, con el tiempo, el niño se convirtió en un joven, un joven que decidió huir del reino al anochecer cual ladrón, pues no soportaba ver a aquel padre que lo rechazó, el tiempo siguió pasando y el reino cada día más decaía, las tierras no producían y los habitantes se iban, pues se decía que existía un reino vecino que cada día más crecía, prosperaba y tenía un rey amable y noble que con respeto y amor a sus súbditos mantenía, un reino gobernado por un rey que había crecido sin el amor y el cuidado de su padre, un reino gobernado por un rey que cuando niño rechazado se había sentido.

Mientras que en el reino que antes celebraba la vida la había perdido día con día, la reina al verse alejada de su hijo por la tristeza fue consumida, el rey, que, al perder a su amor, de amargura se consumía. Una tarde gris y apagada el rey su reino visitaba, combinaba observando la soledad y el vacío, para ese momento los nudos de su mente estaban tan enredados que no podía deshacerlos, entonces algo rojo llamó su atención y con premura se acercó, era la misma mujer que de su hijo le había advertido y él solo pudo decir 

- ¿Por qué? -

La mujer bajó su capucha y ya no era la mujer, era el reflejo del mismísimo rey y comenzó a hablar 

-Estabas tan aterrado por la llegada de tu hijo, que dejaste que la rueca de la duda empezara a tejer y tejer sin detenerse, dejaste que tus miedos crecieran y crecieran creaste tu propia profecía y aquí está el resultado, tu reino quedó arruinado- 

El rey estaba estupefacto y sumamente confundido así que gritó 

-PERO SI HICE TODO PARA EVITAR TU PROFECÍA, ME PRIVÉ DE DARLE TODO EL AMOR QUE TENÍA A MI HIJO, LO ALEJÉ DE MÍ Y NO LO VI CRECER PARA EVITAR QUE SUCEDIERA- 

El reflejo del rey comenzó a reír con un dejo de tristeza y dijo 

-Ustedes los regentes nunca van a aprender la lección, la única manera de que se cumplan las profecías es obsesionarse buscando la manera de evitar que se cumplan, viven en el futuro, se olvidan de su presente y crean el camino para que aquello que más les aterra del futuro se convierta en realidad, ustedes crean su destino-

El oráculo, el rey y la profecíaWhere stories live. Discover now