Capítulo 8

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Bogotá, Colombia 2023

Lucía Ayala

Alrededor de dos horas después hemos terminado el circuito, perdí la cuenta después de la décima vuelta.

-Mis respetos, Barbie, no creí que fueras a aguantar- dijo Juan Pablo burlándose.

-Vuelves a decirme Barbie y esos lindos dientes abandonarán tu boca- dije amenazante.

-Y tú, vuelves a amenazar a un superior y los castigos serán peores. Aquí no eres nadie sin tu padre- respondió mientras se daba la vuelta ignorándome por completo.

No hay cosa que deteste mas que el hecho de que alguien haga mención de mis supuestos privilegios por ser hija de quien soy.

Ser hija de uno de los generales mas influyentes en la milicia de Colombia no ha sido fácil, desde pequeña hubo muchas personas que deseaban acercarse a mi con la intención de obtener algún beneficio a cambio y durante la universidad, muchos me señalaban pues me acusaban de nepotismo. Mi carrera dentro del ejercito nunca se ha visto influenciada por mi padre y mucho menos obtuve mi asenso gracias a él, al contrario, eso me sirvió para ser más exigente conmigo misma, crecer como persona y ser una excelente soldado.

Después del entrenamiento con Villamil, regrese a mi habitación a tomar una ducha, cambiarme el uniforme y bajar a tomar el desayuno. La comida aquí adentro no es particularmente buena, pero de eso a nada, prefiero comer un tazón de avena dudosa y un plátano maduro.

Un baño con agua caliente después me encuentro parada al frente del espejo poniéndome mi crema favorita, terminando mi rutina facial y aplicando una capa ligera de maquillaje para ocultar algunos moretones y mis terribles ojeras, un poco de perfume antes de salir y lista para incorporarme a las tareas comunes.

-Buenos días, Lu- me saludó mi mejor amiga.

-Buenos días, Estefanía- digo seriamente.

-Alguien tiene humor de perros hoy- murmuró.

-No tengo humor de perros, solo que mi mejor amiga decidió omitir detalles y no me contó todo lo que pasó con el diseñador- dije haciendo un puchero.

-Bueno, relájate ¿Noche de chicas? - propuso.

-Noche de chicas- afirmé.

Después de aquella pequeña platica con mi amiga, Nía y yo nos dirigimos a tomar nuestra charola para tomar nuestro desayuno de hoy, omelette al gusto, fruta picada y una taza de avena sin azúcar. No sé quien dijo que esto era un buen menú.

-Esto no tiene nada de sabor, nada de sal- se quejó mi mejor amiga- el huevo está mas frio que un helado y la avena está mas chiclosa que la suela de mi bota.

-Deberíamos meter una queja, un día de estos nos van a intoxicar con esta comida tan horrible.

-Prométeme que hoy cenaremos pizza, tomaremos cerveza y comeremos un trozo de torta de zanahoria- suplicó Nía.

-Te lo prometo, iremos a tu cafetería favorita por un trozo- dije mientras la abrazaba.

Al termino del desayuno me incorporé a mi nueva tropa, no era ajena a los soldados que trabajaban para ella, pero los procesos eran un poco diferentes a lo que yo venía acostumbrada.

-Buen día, capitán- me saludó el teniente Galindo.

-Teniente- devolví el saludo militar educadamente.

Erick Galindo Paredes, psicólogo criminal de la tropa alfa y también un ex, bueno no es mi ex, pero en el pasado hubo un pequeño amorío adolescente, es hijo de uno de los mejores amigos de mi padre y casualmente es sobrino del padre de Gabriela Paredes, por lo que el y Villamil vendrían siendo ¿Familia?

Corazón indomable | Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora