23. Rencor

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—Levántate, no puedes pasar todos los días de esta manera, ya han pasado semanas.

—no puedo. —reclamo Sophia aferrándose a la cama.

Me acerque hacia ella sin sonar grosera.

—aunque sea levántate para comer un poco, te vas morir si no lo haces, apenas y tocas tu plato de comida.

—Eso quisiera. Morirme en este momento sería lo mejor que me podría pasar. —la mire impresionada.

—¿Cómo vas a decir eso?, tienes mucho por delante, hay personas que te quieren y darían todo por ti.

—solo lo dices por que eres mí amiga, no existe tal cosa. Además tener esto en mi vientre me hace sentir una rastrera inmunda —se toco el vientre y podia escuchar como inhalaba dolorosamente con profundidad.

—te ayudaré con lo haga falta pero necesitas decidir que harás con el bebé

—cállate, no digas esas palabras, esto aún no se crea aún tengo tiempo de hacer algo.

—¡la doctora te lo ha dicho! —le afirme en un tono de voz no tan alto para que mi mamá no nos escuche.

—a mi no me importa. —se levantó de la cama rápidamente sin terminar de hablar para dirigirese al baño en el cual vomitó enseguida.

Días atrás acompañe a Sophia a la clínica más cercana para verificar si todo estaba bien en ella, salimos escondidas de mis padres y con mucha cautela para no ser descubiertas obligando a Sophia a salir de casa. Después que terminaron de examinarla la doctora nos dio una noticia imprevista.

—tengo buenas y malas noticias para ti, depende como lo decidas tomar. —anuncio la doctora revisando los exámenes y análisis que tenia enfrente de ella mientras Sophia tomaba con fuerza mi mano sin despegarle la mirada a la doctora. —la mala noticia es que tienes graves heridas y un posible desgarre y la buena es que estas esperando un hermoso bebé. —anunció la doctora con entusiasmo, pero Sophia al escucharla salió como una loca de la clínica pasando sin mirar la carretera como si fuese inmortal y llorando a más no poder. Su mundo se vino cuesta abajo desde entonces.

—no lo voy tener. —dijo moribunda mientras limpiaba el resto de vomito de su boca.

—¿que? —respondí sorprendida sosteniendo su cabello por detrás.

—si, abortare, eso es lo más lógico para esta situación.

—no es así de fácil, no tienes los recursos necesarios. Además tendrás que pagar mucho dinero y tú no tienes esa cantidad.

—le tendré que robar a mis padres, o sino algo tendré que hacer porque con esto no podré terminar mis estudios y ni siquiera asistir a la universidad, no quiero ser el hazme reír de todo el puto colegio y si no me queda de otra pues suicidarme sería mi última opción.

Estaba a punto de darle todo un sermón acerca de porque no debería morirse y porque valía la pena seguir aún con vida pero un golpe en la puerta de mi habitación nos sorprendió a ambas dejándome con las palabras en la boca. Me levante de la cama para abrir la puerta y mi mamá me sorprendió al abrirla.

—¿dime? —le digo curiosa.

—sal y cierra la puerta. —podia notar sus expresiones de ira y decepción, las misma que mamá siempre tenía.

—¿porque?, ¿que pasó?

—solo hazlo y deja de hacer tantas preguntas. No puedo creer que otra vez me estas escondiendo secretos. —reprocha enfurecida para luego ponerme el periódico de la semana en la cara. —esta chica que sale en la foto del periódico es tu amiga ¿no?, se parece demasiado y no me sorprendería que hallan echo algo ilegal, ahora todo este "cuento barato que me dijiste acerca de hacer tareas" es una gran farsa.

Tal vez en otra vida Where stories live. Discover now