Capítulo 4

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Mientras reúno el valor para presentarme ante mis padres me quedo mirando la decoración de la sala como si fuera la primera vez. En las paredes hay diversos cuadros de flores y un retrato mío maquillada como una modelo de revista de cuando tenía 15 años. Me llama la atención el cuadro que representa un atardecer en la playa, en el que hay palmeras y dos barcos; es un paisaje relajante por lo que me quedo mirándolo un rato. La habitación está iluminada por una lámpara grande. En un aparador hay vasijas de porcelanas: tazas, teteras y platos de hermoso diseño; son los tesoros de mi madre, los cuida con su vida, por lo que nadie se acerca mucho a ese lugar por su seguridad.

Finalmente doy el paso que descubre mi presencia. Se me quedan mirando todos más de lo normal, por lo que supongo que mi madre le contó lo del incidente de esta mañana a mi padre. Espero un momento para dar tiempo a que digan algo si lo van a decir. No dicen nada.

Entro a la sala y doy un beso a mi madre. Luego a mi padre, el cual  es un hombre serio, alto con piel oscura y recto, muy recto en cuanto a principios y valores, por lo que estoy segura que él y mi madre me crucificaron por la actitud de esta mañana. Por último a mi hermano Daniel que está entretenido viendo muñes y no me hace ni caso; ese es el único sedante para él si no esta casa no estuviera tan silenciosa.

Cuando voy a subir las escaleras que conducen a la planta superior para ir a mi habitación oigo la voz de mi madre.

—Lara, saca las bolsas de la basura, por favor —Pensé que iba a decir algo sobre lo de esta mañana pero no, que saque la basura. ¡Coño! Todo el mundo sentado y tienen que esperar a que yo llegue para botar la basura. Seguro se está vengando.

Suelto mi mochila, la pongo en una silla y agarro las bolsas de la basura. Mi mala cara se nota a la legua.

Echo la basura en el contenedor y doy media vuelta.

—Estúpida —sé de quién es esa voz. Genial, mi vecino Dorian.

—Imbécil no tengo ganas ni tiempo de gastar energías contigo. Así que haznos un favor a ambos y métete la lengua donde no da el Sol o sea, dentro de tu boca —Sé que tal vez me pasé un poquito pero el vive en lo mismo y yo no le he hecho nada. Veo su cara de asombro y luego de molestia porque yo generalmente lo ignoro.

—Uyyy no te follaron bien ¡Ah! Si no tiene novio. Ahora debe estar a base de dedos —comenta burlón el idiota.

—Si estoy a base de dedos o no, no te importa. Sola porque quiero y porque puedo, candidatos sobran. Esto (me sañalo de arriba a abajo) no se le da a cualquiera y aclaro que tu estás en ese grupo —Cuando quería podía ser perra solo tenían que provocarme. Me voy, lo ignoro. No dejo que responda a mi comentario. No sé que le hice a ese idiota.

Entro a paso rápido a la casa casi corriendo para que no se les ocurra mandarme a otra cosa, cojo mi mochila y me dirijo a mi habitación.

Me deshago de mi uniforme, mis zapatos y mi ropa interior y tomo mi toalla para ir a darme una ducha. El agua que cae sobre mi cuerpo me relaja. Adoro la sensación del agua sobre mi piel y la frescura luego de un baño que arrastra parte de mi cansancio.

Me acuesto un rato en mi cama y estudio la conferencia que van a evaluar próximamente de la cual no sé nada porque me quedé dormida. Termino de estudiar y me entretengo frente al espejo haciendo bailes extraños, hablando conmigo misma y ensayando lo próximo que le diré a Neko cuando lo vea. Cuando la sensación de hambre me ataca me dirijo a la cocina a tomar agua pero en realidad voy a ver si está la cena porque a mí mamá no le gusta que estén velando si ya está la cena.

Llego y la cena está servida. Me sieto a la mesa. Como ironía del destino la cena es la misma comida que dieron hoy en el comedor, lo que esta si está bien hecha: potaje, no es el agua transparente esa que dan y este tiene carne, arroz y plátano hervido, suave muy suave; y me lo voy a comer porque yo no soy rencorosa con la comida.

Como siempre mi hermano a la hora de la comida esta en su punto y no se calla por mucho que lo regañes. Yo necesito silencio para disfrutar la comida. Yo considero ese momento como un acto de placer y a él se le ocurre cada pregunta que me impide disfrutar a plenitud.

—¿Papá el mar es salado porque le echaron sal ? —yo suelto la risa ¿Yo preguntaba esas cosas a esa edad?

No, tú preguntabas cosas peores como: ¿De qué color es el caballo blanco de José Martí? Me responde mi conciencia. Esta vez no se limitó solo a responderme sino que también me puso un ejemplo. Mmm, qué eficiencia.

— Sí, yo fui una vez y se me cayó un poquito de sal y se volvió salado —le digo entre risas.

—¿De verdad? —pregunta él. Mi papá me fulmina con la mirada y comienza a explicarle por qué el mar es salado y hasta yo me entero de algunas cosas nuevas.

Mi hermano se queda mirando con demasiada atención a mi papá. Diría que está mirando dentro de su boca.

— ¿Papá como se llama esa cosita que cuelga allá atrás? —Esa pregunta es buena. Llegó el momento de lucirme como buena estudiante de anatomía que soy, si le preguntan a mis amigas. Si le preguntan a la profesora Mabel su respuesta definitivamente sería no, pues vivo durmiendo en su turno.

—Esa cosita se llama úvula —le respondo. Mi hermano no se calla el tiempo necesario para que mi respuesta cause impacto.

— Ah ¿Papá...? —No termino de escuchar su pregunta ¡Qué va! Yo no sirvo para enseñar. Me paro de la mesa, pongo el plato en el fregadero ahora que mi mamá no está mirando porque fue a buscar una pastilla  y subo las escaleras para dirigirme a mi habitación.

Me acuesto en mi cama  para  realizar uno de mis placeres: leer.

Abro mi libro Pídeme lo que quieras.

—Te extrañé Eric Zimmerman —susurro. Yo sé que no estoy muy bien.

En el capítulo de hoy Eric y Judith tienen sexo ( ya era hora) y ella accede a la petición de Eric de vendarle los ojos y le da permiso para hacerle cualquier cosa. Una cámara graba lo que sucede para que Judith vea lo que no pudo ver por su venda. Cuando Judith ve el video, se queda pasmada porque Eric Zimmerman se encontraba entre sus piernas haciendo las mil maravillas y luego una mujer sustituye su lugar entre las piernas de Judith y el observa como Judith disfruta pensando que es su boca la que la satisface ¡Qué  fuerte! Finalmente Judith acaba cediendo a los placeres perversos de Eric .

No acabo de asimilar lo que acabo de leer. Es muy impactante pero dejo de pensar tanto y decido aprovechar la humedad que genera un libro erótico.
Comienzo a tocar mi clítoris para incrementar más aun la humedad. Lo torturo con mis dedos y luego desplazo estos más hacia abajo, hacia mi abertura. Comienzo a penetrarme primero lento y luego incremento el ritmo. Debido a mi abstinencia de dos meses de sexo ya casi alcanzo el clímax. Mi respiración se vuelve entrecortada y comienzo a jadear.

—Ah, Jah, j, j, j....

Siento un estruendo y veo a mi madre con los ojos como platos en la entrada de mi cuarto.

¡Genial! No cerré mi cuarto.

Extraño era que no te hubieran cogido antes puntualiza mi conciencia.



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Bss amigos. Gracias por leerme.
YilianiVzquezNez
Lapelirroza
AworldIH

Solo Me Pasa A MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora