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Carina veía aquella pintura que colgaba en el salón mientras las personas bailaban y disfrutaban del ambiente. En la pintura estaba plasmada ella cargando a sus dos cachorros mientras Maya estaba atrás con una enorme sonrisa.

—Muy linda… —murmuró

—Carina, todos aman a nuestros cachorros. Los quieren conocer. —habló su alfa mientras sujetaba la mano de su esposa.

—Ya los vieron dos veces, ya es suficiente. Los cachorros lloran al sentir tantos olores a la vez. —se quejó. Maya empezó a beber de su vino.

—¡Hey, son de la emperatriz! —se levantó de su trono y corrió a la mesa de bocadillos donde algunos invitados comían roles de canela que fueron preparados especialmente para su omega.

Carina se sintió avergonzada por la actitud de su esposa, al parecer el alcohol estaba haciendo efecto, su esposa se la había pasando bebiendo todo lo que encontraba a su paso.

Ahora Maya estaba hablando con el duque muy felizmente.

—Es muy hermosa, tiene los ojos más bonitos qué he visto. —habló con una boba sonrisa.

—Sus ojos son muy bonitos. —dijo el duque con una sonrisa.

—Ella es la definición de perfecta, todo en ella es perfecto; su aroma, su cuerpo, su piel, su cabello, todo en ella es perfecto. —suspiró. —Gracias a ella nuestros cachorros son hermosos.

—¿No piensa tener concubinas? —preguntó y Maya negó.

—Para que quiero estar con otras omegas, si tengo a esta belleza como esposa. —apuntó a la pintura donde estaba su omega pintada entre todas esas flores, cuadro que ella misma pinto.

—No me lo tome a mal, emperador… pero la emperatriz no siempre será joven. —el semblante de Maya cambio.

—¿Que trata de decir?

—La emperatriz perderá su belleza algún día, también perderá fuerzas… y estoy seguro que usted tendrá necesidades, lo mejor será tener una concubina. —sonrió. Y Maya sin pensarlo dos veces golpeó el rostro del duque.

—¡¿Como te atreves a hablar así de la emperatriz?! ¿Acaso quieres morir?

—¡Perdóneme! ¡Perdóneme, solo bromeaba! —gritó con miedo.

Las personas solo miraban la escena, unos hasta se burlaban, ya todos sabían en el imperio que hablar o mirar mal a la emperatriz haría que el emperador Bishop no tuviera piedad con quien osaba hablar mal de su omega.

—Estás arruinando la fiesta de mis cachorros e insultas a mi omega… —Maya tomó el traje del duque. —Mereces un castigo, ¡guardias! —el duque negó.

—Perdóneme, por favor perdóneme, se lo suplico. —cuando los guardias llegaron hasta donde estaba el emperador, Maya volvió a golpear el rostro del duque.

—Llévenlo al calabozo, más tarde tendrá su castigo.

Carina al ver tal escena se levantó de su trono, le pidió a Vic que cuidará de sus cachorros y después se dirigió a su esposa, quien estaba gritando tonterías.

—¡Nadie va a hablar mal de mi omega!

—Maya, deja de hacer un escándalo, vas a asustar a los cachorros. —habló con voz neutral y firme la castaña. Maya se acercó a su esposa y la abrazó antes de volver a gritar.

—¡Yo no le doy ordenes a la emperatriz, ella me ordena a mi! —la omega se sintió avergonzada y movió el cuerpo de su esposa hacia un lugar privado.

—Maya, estas muy borracha.

—Cariño, ¿por qué no fuiste a proteger lo que es tuyo? —hizo un puchero mientras se acurrucaba en el pecho de la omega.

—¿De que hablas? —Carina alejó a la alfa.

—Una omega me estaba tocando mucho y se me insinuaba, debes marcarme. Rápido marcame. —intentó quitarse su traje pero la omega no se lo permitió.

—Ya tienes mi marca, tonta. —la castaña soltó una pequeña risa.

—Ah… soy tuya y tu eres mía. —Maya tocó su marca.

—Así es, soy tuya y tu eres mía. —tomó el rostro de la rubia. —Dios, estas muy borracha, hoy no vas a entrar a mi nido. —Maya soltó un quejido.

—No, Carina dejame entrar a tu nido por favor. —suplicó con un puchero.

—Esta bien, pero bañate. Apestas horrible, tienes el aroma a casi todos los invitados y a los cachorros no les gustara eso.

👑👑👑

Carina estaba en la cama acostada con sus dos cachorros mientras esperaba a su esposa, esta entró a la habitación minutos después ya bañada.

—¿A que huelo? —cuestionó sentándose a lado de Carina.

—A coco y almendras. —Maya hizo un puchero.

—¿Estas enojada?

—¿Que te hace pensar que estoy enojada?

—No me has dado besos… a veces siento que me dejaste de amar. —confesó y Carina abrazó a su esposa.

—No te he dejado de amar, bella. Solo que que éstos días me sentido extraña y no sé cómo comportarme contigo. —soltó un pequeño suspiro. —Me he sentido muy insegura con mi cuerpo, gracias a que estuve comiendo en exceso roles de canela durante mi embarazo, subí mucho de peso, ya no estoy delgada como antes y siento que dentro de poco vas a abrir de nuevo tu harem… no quiero eso. —empezó a llorar, llevaba semanas queriendo desahogarse. —No fui muy sentimental en el embarazo pero después de el… siento que puedo llorar de solo ver una a una mosca morir. —Maya se acercó al cuerpo de la omega.

—No te voy a cambiar, eres mi predestinada, mi omega, mi emperatriz, la madre de mis cachorros… no me importa si subes de peso o si bajas, te seguiré amando sin importar qué. —se separó un poco de la castaña para verla a la cara. —Me he enamorada completamente de ti y seguiré enamorada de ti hasta el día que muera. Además, no es como si yo toda la vida me veré como ahora, los años acabarán conmigo y quiero que estés a mi lado toda mi vida.

—Bella…

—No tengo ojos para nadie más, ante mis ojos eres la obra de arte más bella de este imperio y eso lo puedes ver en mis pinturas. —Carina sonrió levemente.

—Mi loba se siente muy feliz, gracias por tus lindas palabras.

—Te amo omega, no quiero que dudes de mi amor, recuerda que te pertenezco. —bajo un poco su blusa para que la omega viera su marca. Carina se sentía muy feliz y tranquila.

—Te amo, bella… te amo mucho.

La Omega del Emperador Bishop (MARINA). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora