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     Los fantasmas y pequeños demonios que viven en la ciudad fantasma saben perfectamente que el rey Hua Cheng tiene de prioridad a su tan querido recién esposo, Xie Lian; cada vez que pasean por la bella ciudad roja, regresaban a la mansión con grandes bolsas de compras, y todas y cada una de ellas eran para su tan amado dios, y aunque Xie Lian no le pedía tantas cosas materiales, Hua Cheng gusta de consentir a su cónyuge con regalos grandes o pequeños como una de las tantas formas de mostrar su amor y hoy no era la excepción.

     Xie Lian y Hua Cheng caminaban por la ciudad tomados de la mano viendo las bellas casas de los demonios y los establecimientos de los fantasmas, Xie Lian se acercó a uno de los puestos contemplando un bello broche de plata con diseño de flores, Hua Cheng lo siguió detrás sonriéndole. 

          —¿Te gusta Gege? — tomó el broche y atrevidamente lo puso a un lado de su cabello.

          —Es bonito, ¿se me ve bien? — Hua Cheng miró a el vendedor y le lanzó una mirada que preguntaba el precio del broche.

          —A Gege le queda bien todo.

          —Son 5 monedas de oro majestad. — Habló el vendedor, Hua Cheng se las dio y luego la pareja siguió caminando.

     Xie Lian caminó un poco más hasta que vio un lindo parche en uno de los puestos de los fantasmas y decidió comprarlo, aunque sabía que Hua Cheng seguiría usando los parches que el mismo le hacía. Hua Cheng se había sonrojado por el gesto de su conyugue pero lo disimulo manteniendo su compostura y siguieron caminando de la mano por la ciudad. Al cabo de varios minutos, Xie Lian se detuvo observando una tienda elegante de ropa y observó a su esposo de arriba a abajo.

          —¿Quieres que te compre más ropa? — preguntó Hua Cheng con una linda sonrisa en su rostro.

          —No, quiero que tú te compres ropa. — Xie Lian le sonrió y entró a la tienda.

          —...

          —Y no acepto peros, siempre usas las mismas tres túnicas — el dios lo arrastró junto con el y se acercó a una demonio con una sonrisa linda.

     Xie Lian le platicó sobre la situación y el estilo de su esposo, la demonio consiguió todos los ropajes finos que pudo encontrar en tonalidades como el rojo y el negro pues eran los colores favoritos del rey demonio, pero Xie Lian también quería verlo con vestimentas de colores más llamativos como los que el usaba, Hua Cheng solo se dejaba consentir por su marido, aquellos pequeños gestos y regalos que Xie Lian le daba lo hacían muy feliz.

     Finalmente Xie Lian pagó por cada una de las vestimentas y regresaron a la mansión alegres. Al llegar, organizaron todo lo que habían comprado junto con demás sirvientes y después de eso, se dirigieron a una especie de oficina donde Yinyu se encontraba organizando el papeleo.

          —Déjalo Yinyu, yo me encargo. — habló Hua Cheng acercándose a una gran mesa.

     Yinyu se retiró finalmente y Xie Lian se acercó a una gran cantidad de cartas que habían en una mesa, Hua Cheng hecho un vistazo a su esposo quien leía el correo de manera muy paciente, y por el aspecto de los sobres, de papel fino y totalmente blanco, supuso que eran cartas de buenos deseos de los dioses hipócritas. De manera repentina un recuerdo fugaz por la mente del rey demonio de cuando se escabullía por los cielos para ver a Xie Lian, igual como el protagonista de una novela de amor prohibido (aunque su historia de amor no estaba lejos de ese concepto) burlaba a los guardias y a el propio emperador del cielo para meterse entre las sábanas del príncipe heredero y dormir junto con el, besarlo y abrazarlo a las espaldas de todos. Y aquel pensamiento lo llevó a recordar a un Xie Lian pidiendo piedad con los ojos entrecerrados y abrazándolo aferrado mientras el jugaba con el cuerpo del dios con ayuda de sus grandes manos y sus largos y finos dedos, la expresión tan pasiva de su gege le provocó una reacción casi inesperada; esa fue la primera experiencia sexual que tuvieron.

     Volvió a aterrizar en la tierra cuando sintió un peso sobre sus piernas, parpadeó y dirigió su mirada hacía la figura de espaldas que prontamente se acomodó mejor sobre el quedando un poco de lado para finalmente mirarse, Hua Cheng le sonrió.

          —¿Sucede algo querido? — El rey demonio sostuvo su cintura para evitar que cayera en caso de, Xie Lian se acostó un poco sobre el y le mostró lo que tenía en sus manos.

          —Una carta de mi padre, y mira lo que dice.

     Procedió a leer en voz alta:

"Hola hijo mío, espero que estés bien."

"Te escribo una carta para comunicarte y recordarte que el banquete de otoño es en unas semanas y como te mudaste donde tú ahora esposo el rey demonio, la decoración se la dejé  tú mejor amigo, Qingxuan. También quiero decirte que el cielo te extraña mucho y se siente muy vacío sin  tu presencia, le debo una clara disculpa a tu esposo por todas las cosas que pasaron en la boda y que el día de la reunión no pude decirle, muy pronto nos veremos y cuando pueda le doy mis disculpas. Yo solo espero que el te esté cuidando bien tal y como lo prometió el día que se casaron."

"No olvides asistir a el banquete de otoño, es importante para mí que estés, hablaré contigo algo muy importante que no puedo escribir en una carta."

"Aquí me despido hijo mío, te amo y descansa."

" PD: dile a Hua Cheng que sonría más, su seriedad espantaría a mis nietos."

     Hua Cheng rio por el último comentario dejado por el emperador, Xie Lian releyó la carta y luego lo miró a el.

          —Primera vez que lo escucho hablando sobre... nietos. — el dios se ruborizó un poco.

          —Nietos, tan pronto, solo llevamos un par de meses de casados. — Hua Cheng miró a su esposo con un extraño brillo en sus ojos, Xie Lian sabía a que se refería con aquella pícara mirada.

          —Bueno, eso es verdad, pero los dioses son así, nos gusta acelerar los procesos, por eso es normal ver una pareja de dioses tener hijos al año o a los 4 meses de casados, en mi caso no es así, todavía no me siento listo para ser padre.

          —Dudo que gege sea un mal padre, pero si es lo que quieres, te puedo dar todo el tiempo que necesites, igual, una pareja no necesariamente tiene que tener hijos. — se acercó y beso su suave mejilla rosada — Pero si me gustaría que gege cumpliera mi deseo esta noche.

          —¿Y cuál es ese deseo? — lo miró.

          —Ya verás cual es.

     Dicho esto, cargó a su bello esposo y lo llevó a la habitación nupcial.


Cajón de recuerdos ( Hualian AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora