Aún no me lo puedo creer, ¿como te paso ésto? Bebo contigo mientras recuerdo aquellas noches antes del asedio. Solo tú presencia en mi mente dejaba en claro que quería volver a verte. Cerré más de una noche los ojos e imaginé una de tus escapadas a mi puesto de vigía. Yo bebiendo sake y tú abrazándome por detrás, susurrando cualquier frase sacada de una mala novela de amor. Mi cara de sorpresa y tus labios sonrientes cada vez que gritaba mi rostro con un: —¿He? — Para coger su barbilla con suavidad y besarme. Esos labios suaves que disfrutaba más que nadie, juego de lenguas entre nuestras bocas disputándose el momento en que una será vencedora. Y normalmente era yo junto a mi cuerpo encima del suyo. Pero cuando recuerdo aquellos momentos: tu rostro sonrojado, los sonidos de tu boca como gemidos pidiendo más placer mientras me encargaba de domar aquella nueva espada puesta en mi camino. Siempre recuerdo tú llamada. Mi cara estupefacta, mi corazón dejando de latir. —Si me descontrolo, tendrás que ser tú quien me maté. — Esa responsabilidad que no quería y me cargaste en los hombros sabiendo que mi honor era más grande que todo lo demás, incluido el amor que te profeso. Asentí, te dijo que si pero nunca pensé, que al terminar esa guerra mi amado rubio ya no estaba. Te grité como siempre, con nuestra pequeña señal para decirnos que nos queríamos sin que los demás lo supieran. La única que se había percatado del código era Nico Robín y es que esa chica era demasiado lista.
—Cocinero de mierda ¿te has muerto?— pregunté esperando la respuesta furiosa de siempre pero no la hubo.
Tú mirada era fría, el cigarro en tu boca se consumía y tus labios aquellos que deseaba en ese instante más que nadie, daban una sonrisa falsa. No eras tú, no parecías tú. Me acerqué al no haber nadie alrededor, cogí tu mano con suavidad y examine que estuvieras bien. No tenías heridas, ninguna. Pestañeé extrañado pues yo estaba reventado pero tú estabas intacto. ¿Tan débil era? La realidad es que sí, pues cuando me dijiste lo que habías hecho con esa sonrisa traicionera recordé aquel mensaje.
—Sanji, fue un accidente. No te martilíces— Le dije acercándome a su cuerpo pero me rehuyó , cogió mi espada. La que más apreciaba y golpeó con la guardia su pecho.
—Hazlo antes de que deje de sentir por completo —
Sus palabras me dieron un vuelco el corazón, mi cabeza comenzó a marearse y mi cuerpo se movió solo. Le abrace, le abrace tan fuerte que sentí sus manos aferrando mi espalda, siempre que eso pasaba iban sus palabras de amor, seguidas de un —idiota— de mi parte. Pero esta vez no pude soportarlo, era yo quien debía declarar sentimientos o lo perdería para siempre, cerré los ojos con fuerza, cogí su mentón y bese sus labios. Las palabras no me salían, pero sentir que me correspondía hizo pensar a mi cuerpo que seguías ahí. Ojalá nunca hubieses tenido que utilizar ese traje de nuevo. Tu cuerpo estaba pegado a la pared, mi cuerpo encima del tuyo, acariciando tus cabellos, disfrutando de tu aroma. Todo era perfecto en aquel piso hasta que un integrante de CP 0 vino a molestar. Quiso atacarnos, para ser más exactos me atacó a mí. Tú te pusiste enfrente y el ataque no te hizo nada. Negaría si dijera que no me asustó, pero tus palabras me tranquilizaron. —Luego seguimos pelo musgo— Con suavidad asentí saque mis Katanas y comenzamos los dos a pelear, yo estaba agotado y las heridas que infligía ese hombre empezaban a hacerte mella. Vino a por mí aquel hombre enmascarado, caí de espaldas con grito de dolor, vi tu cara, el miedo de perderme en tus ojos al ver como sangraba sin parar. Gruñí con suavidad al verte ese bote negro con el número tres. Iba a pedirte que no lo hicieras pero me costaba respirar. —Te llevaré pronto con Chopper— me dijiste y ese traje te envolvió. Pensé que estabas sexy con él pero no era solo eso. Sanji, tú cambiabas cada vez que te lo ponías y esa vez fue definitiva. Terminaste con aquellos hombres pero nunca volviste a mí. Al quitarte el traje te agachaste, acariciaste mi cabello y susurraste el lugar de nuestra última mirada.
ESTÁS LEYENDO
Promesa incumplida
FanfictionMe llamaste, te dije que sí, que yo acabaría con tu vida. No te dejaría ser un monstruo como tus hermanos pero, ¿como podía hacerle frente a tu desaparición? Cuando vi tu sangre yo solo pude recordar tus palabras de amor.