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Acostados uno junto al otro. Leo miró el techo algo preocupado, ahora más que nunca necesitaba un cigarrillo o quizás algo más fuerte...
-¿Leo?- la voz de Minah lo trajo de regreso -¿Estás bien?-
-Sí...- aclaró su garganta intentando decirle lo que debía pero el miedo lo acorralaba ¿Cómo pedirle que se dejara los bolsos por algunos días más? -Voy a necesitar un favor- la miró a los ojos y ella abrió grande los suyos dispuesta a escucharlo –Necesito que dejes mis bolsos unos días más aquí...-
- ¿De qué estás hablando?- se enojó sentándose en la cama -¿No entiendes lo grave que es? Es exactamente por esto que me iré Leo... - suspiró al recordar que aún no se lo había dicho. Leo se giró para verla prestándole su total atención, con el corazón latiéndole a mil –Estuve hablando con Fernando... Creo que lo mejor es que acepte y me vaya- terminó
-¿Cómo que te irás? ¿Aceptaste dejarme para comprarle la casa? Yo tengo dinero, puedo comprarte una para ti y...-
-¿Con ese dinero sucio que tienes allí?- lo interrumpió –Ya revise los bolsos, ya vi todo lo que tienes y no puedo creer que hayas metido todo eso a mi casa- comenzó a alterarse cada vez más, sus pensamientos la habían vuelto loca mientras él no estaba y el miedo de que Fernando los delatara la aprisionaban. -no quiero tener nada que ver con tus cosas, yo tengo a mis hijos viviendo aquí y lo sabes, he estado como loca sintiendo que golpearán mi puerta en cualquier momento y...- se tomó la cabeza estresada y cansada. Leo la miró estático
-Lo siento pero...-
-¿Lo sientes? No creo que sea suficiente para mí, Leo. Podría ir presa, podría perder a mis hijos por esto-. Pero Leo no tenía respuesta, sabía que se había pasado con todo aquello y no tenía palabras, había abusado de su confianza y metido en sus asuntos. –Todo esto y... todo lo que dijiste recién... ¿Cómo puedes ser así conmigo? He intentado darte todo lo que me has pedido...- le reprochó. Minah sentía que no la respetaba, que poco le importaba todo aquello y comenzaba a entender lo peligroso que en verdad era, aunque lo amara, aunque supiera que era algo más que un simple amorío, Leo era peligroso para ella y para sus hijos. Comenzó a llorar siendo incapaz de decirlo, tapó su rostro con las manos buscando las fuerzas para decir algo que no quería decir, lo había pensado y al verlo de nuevo había dudado pero ahora debía hablar en serio y lo dijo entre sollozos –Ya no quiero verte- soltó –Quiero que esto termine-. Leo se sentó en la cama, su cuerpo temblaba, le costaba siquiera no verla algunos días y ella ¿Le decía que terminarían? Era simplemente algo con lo que no estaba listo para lidiar.
-¿Esto es por Fernando? Te convenció ¿Verdad?- la atacó parándose de la cama con enojo – ¿No estuve por unos días y ya vuelves con él? – su respiración se agitó y sus ganas de llorar lo invadían –No puedes decirme esto Minah, no hoy que acabo de volver-. Pero Minah se mantenía firme en sus palabras aunque no pudiera voltear a verlo, Leo se arrodilló en la cama para hablarle –No puedes, simplemente no puedes...- la observó llorar, parecía decidida a no verlo –Por favor- se acercó intentando quitar las manos de su rostro para verla a los ojos –Por favor... me llevaré todo, me lo llevaré ahora... no volverás a ver nada de eso ni nada similar...- intentó abrazarla –Voy a matar a ese imbécil- susurró al borde del llanto y Minah tembló al saber que decía la verdad.
-¡Es que no lo entiendes!- lo alejó con el rostro cubierto de lágrimas –No es por Fernando, Leo, esto es por mí y por mis hijos, no puedo seguir ni apoyarte con esto -
-No lo hagas. No volveré a meterte en mis asuntos, jamás volverás a saber nada ni te volveré a pedir que guardes mis cosas- se desesperó y comenzó a llorar al verla negar con su cabeza –Minah, escúchame- intentó convencerla arrodillándose ante ella que inmóvil corría su mirada – ¡Mírame mierda estoy aquí por ti! No hay nada que no pueda hacer para verte feliz, dejé de consumir, hasta podría dejar de vender o incluso de fumar por ti Minah ¡porque te amo maldita sea dime que no es cierto...! - gritó y lloró desconsolado al verla completamente decidida. La abrazó con fuerza pero ella sólo se hacía un bollito sobre sí misma, era difícil incluso para ella, no quería hacerlo pero...
-Ya no quiero que vuelvas- sollozó haciendo que el corazón de Leo no soportara esas palabras y comenzara a llorar aún más –Lo siento, pero me iré en unos días- terminó. Leo la abrazó fuerte conteniéndola entre sus brazos, incrédulo ante sus palabras y aquella decisión que no creía posible, su cuerpo temblaba de impotencia ¿Cómo convencerla? ¿Cómo hacerle entender todo aquello que sentía, que sólo ella le había hecho sentir? ¿Cómo demostrarle que podía? Sí no lo había visto en todo ese tiempo ¿Entonces cómo? ¿Cómo darle todo si ya le estaba dando más de lo que tenía para dar? La sostuvo en sus brazos sin poder soltarla sabiendo que en cuanto se levantara ella le diría que se fuera.
-Por favor- volvió a rogar ya sin ideas, sin nada que decirle pero seguía intentándolo –Sólo dame más tiempo, puedo deshacerme de toda esta mierda y ser lo que tú quieras, yo tampoco quiero vivir así...- sollozó –Sólo dame más tiempo-
-Leo... de todas formas me iré y no volveré aquí, me iré en unos días y yo...- lloró nuevamente --Son demasiadas cosas y no puedo obligarte a hacerlo-
-¡¿Cómo qué no?! He hecho todo por ti- la soltó para verla a los ojos incrédulo –He cambiado por ti, para poder estar contigo ¿Qué más quieres de mí?-. Minah se alejó sin poder verlo a los ojos, no podía decirle más que eso, no quería romper su corazón pero sabía que era la única manera en que él se alejara.

Perfecta adicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora