Chapter 51: Cosechando Frutos

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Los campos en la Toscana Italiana estaban tornando de sus colores brillantes a colores más opacos, el café, dorado, amarillo y naranjo pintaban los paisajes. El otoño estava acercandose y con ello los tiempos de la cosecha. El calor no persistía de la misma forma que en verano y se convertía en un tiempo agradable para trabajar al sol cortando la fruta haciendo que las tareas se hicieran de forma más rápida.

Todo el pueblo estaba emocionado por esta época ya que se comenzaba a preparar la uva para convertirse en vino, comenzaban las fiestas y se cuidaban las plantas para la siguiente cosecha.

Bucky estaba en cunclillas con una tijera en las manos y con otra tenía una uva delicadamente tocada. A su lado un lindo canasto de mimbre lleno de más fruta. Habia estado toda la mañana cosechando por lo que su camiseta blanca y corta dejaba de ser de ese color y la camisa azul que le ayudaba a evitar quemaduras estaba cubierta de sudor. Asimismo, sus jeans desgastados tenian manchas de color violeta y cafe demostrando su descuido al estar trabajando. Sus cabellos se pegaban en su frente debido al calor que sentía y constantemente se manchaba la cara con tierra o uva al intentar quitarlos.

Al otro extremo de las parras estaba Nicoletta, luciendo como una experta cortando las uvas con cuidado y firmeza. La muchacha lucia unos shorts y un top, tenia un poco raspadas sus rodillas al incarse en la tierra pero eso no impedía que luciera hermosa con su cabellera al sol, ella se burlaba internamente del alfa al notar lo desastrozo que se encontraba y entre su pequeña cartera encontró un pañuelo y lo humedeció con el agua que había llevado para beber.

-Toma grandulón, para que limpies tu rostro.- dijo la omega

-Gracias.- dijo el ojiazul con pena

El alfa no se habia percatado de su descuidada apariencia, su concentración en su labor le era más importante que lo que sea que tuviera encima.

-Eres delicado con la fruta.- observó la castaña.

-Si, quiero que resulte todo bien asi que tomo mi tiempo.- replicó el pelinegro.

- Espero que sea eso y no sea que te estas comiendo la fruta a escondidas.- bromeó la omega.

-Solo las que son jugosas.- guiñó el ojo el alfa.

La castaña invadió el espacio personal de Bucky y tocó su frente sudada, se percató del calor que emanaba de su cuerpo. Y se preocupó, o al menos eso notó él, al ver el ceño fruncido de la castaña.

-Diavolo, perché assomigli ancora a Cristo? Dovresti tagliarti i capelli.- dice la Italiana moviendo las manos. 

-Hey, sé que llevo dos meses aquí, pero cuando hablas asi de rápido no logro entenderte..- dijo divertido el pelinegro.

-Debes tener un corte de cabello, te pareces a Jesucristo. Podrías intentar el estilo italiano.- dijo la muchacha

-Pues si, creo que me sentaría bien un cambio de estilo..- dice el alfa tocándose el cabello.

-Si lo haces te dejaré un plato enorme de cerezas en tu cuarto. Sé que las adoras.- dice la omega antes de marcharse. 

Al terminar el trabajo, Bucky se fue directo a ducharse, sentía que apestaba entre aromas de tierra, sudor y uvas. Le gustaba pasar tiempo en la ducha puesto que le hacía liberarse de todos los pensamientos que tenía a diario de Helmut. Había algo en él que le llamaba y le exigía que debiera estar con él en esos momentos. 

Cuando terminó de vestirse miró su cabello largo en el espejo y pensó que era tiempo de cortarlo, se miró por última vez al espejo para ir al pueblo a cortarlo. Aún era temprano, por lo que pidió a Cecilia, la cocinera, que llamara al peluquero del pueblo quien era un conocido de ella para que pudiera atenderlo, tomó una de las motocicletas de la finca y se fue directo hacia el pueblo. Los paisajes de la Toscana eran algo que enternecían a James, le encantaba salir a dar una vuelta por los atardeceres para poder pensar y sentir el viento fresco en su rostro, imaginaba distintos escenarios dónde se sentaría junto a su amado para disfrutar de la vista aunque luego se recordaba que habían separado sus destinos y decide olvidarlo. 

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Al llegar, notaba como todos en el pueblo se preparaban para la fiesta de la vendimia que vendría en unos días. Los caminos empedrados y cortas calles, el olor a uva estaba por el ambiente, llegó al pequeño local donde un anciano de cabellos blancos le esperaba con todo preparado para su corte de cabello. Decidió por un corte más formal, como la mayoría de los jóvenes italianos, corto a los lados con volumen en la parte de arriba, aprovechó de afeitar su barba. Al finalizar se sintió más liberado, le pagó a su peluquero y regreso a la finca. 

Al llegar a la mansión, estaba todo oscuro en el camino pero la casa estaba iluminada con una luz cálida, le daba un aspecto como de cuadro de pintura antiguo, al guardar la motocicleta se dirigió al comedor dónde estaba Nico junto a Cecilia preparando la comida, habían decidido por hacer Arancini, estaban friendo cuando llegó el alfa. 

La muchacha se quedó sin habla cuando se percató de su presencia, no era de sorpresa para ella el reconocer que tenía atracción hacia su futuro socio, desde el momento que lo vio, sabía que había algo en él que le enloquecía. Sin embargo, reconocía los sentimientos del alfa por la pareja que dejó en su pueblo. No podía comprender como alguien podría dejar a una persona tan increíble como James. 

-Tesoro, il cibo sta bruciando! Smetti di sbavare.- reprendió Cecilia a la muchacha

-Perdón. Hola Giacomo, luces muy bien.- dijo sonrojada la omega.

-Gracias. Eso huele delicioso.- dice el alfa.- Puedo ayudar en algo?

-Mesa, per favore..- dice la cocinera.

-No hay problema. – responde el pelinegro. 

La cena transcurre de forma tranquila, entre miradas coquetas entre la castaña y el ojiazul, habían bebido vino como todas las noches, un poco de la nueva cosecha y los tres comentaban cómo podían fusionar sus sabores. Después de la cena, Bucky se ofreció a lavar los platos, Nico se quedó junto a él mientras comía un poco de fresas. Cecilia les había dejado para ir a descansar. La muchacha sabía que el corazón de ese alfa estaba ocupado, pero le causaba curiosidad si algún día le podría brindar un espacio para ella. 











Han pasado dos meses desde que comenzó la asociación entre la finca Barnes y Zemo, los mismos dos meses que han pasado desde que James dejó Río Claro y todo habia cambiado en sus vidas. En la casa de Zemo se había convertido en un cambio de batalla donde conversar entre ellos era como pisar un campo minado. Helmut pasó de tener un buen temple a perder la cordura por completo e incluso encerrarse en su cuarto debido a que tenía siempre un pésimo humor.

Desde que se enteró sobre las cartas escondidas, lloró por un momento pero luego desató su ira hacia Marc por lo ocurrido. La discusión entre ambos fue a tal grado que sus amigos más cercanos tuvieron que interceder por la vida del alfa y que el ambiente se calmara.

Marc juró ese día que haría todo lo posible para tener el perdón de su omega y decidió hacer una tregua mudandose al cuarto del otro extremo para evitar encontrarse con Helmut. Después de un mes, el omega volvió a acercarse aunque no lo toleraba mucho, pues el aroma de el chef que antes era normal para él, ahora le era un poco más desagradable haciendo que su distancia sea aún mayor

Por otro lado, en la empresa todo ha ido mejorando gracias a la asociación. Este proyecto en conjunto ha generado la atención de otras empresas y tener nuevos compradores logrando posicionarse mejor en el mercado.

Asimismo, la asociación que James realizaba en Italia hacia que hubiera más trabajo en la finca Barnes a lo que Ikaris tuvo que recurrir a su madre para ayudarlo en la empresa y a su novia Sersei con los casos que él ya no podía atender por tiempo.

La apuesta ~ WinterbaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora