Capítulo 34

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Colín estuvo aturdida por un momento, sus ojos no podían identificar los que veían a su alrededor.

No podía distinguir nada más allá de su mano; pero se dio cuenta de que sus ojos no eran el problema cuando distinguió a dos extraños frente a ella; una mujer de ojos cafés y cabello rizado y corto hasta sus hombros, de un color miel; y un hombre de cabello platinado con ojeras muy profundas y marcadas.

No distinguía los sonidos, pero había un olor, dulce, fresco, no, más bien era floral. ¿Por qué su mente estaba tan revuelta? No entendía nada. Pero sus piernas empezaron a temblar, se sentía débil. 

- "Colín ¿Estas bien?"  

- "No estoy segura, ¿Quiénes son estas personas?"

- Eda, ¿estás segura de que no le hará daño? – habló el hombre de aspecto cansado.

- Tranquilo, solo se sentirá un poco débil, en estas concentraciones ni siquiera perderá la conciencia.

En eso tenía razón, la pelirroja luchaba por quedarse en pie, pero no estaba cerca de quedar inconsciente, a lo mucho estaba confundida.

- Pero los demás no tendrán tanta suerte – la sonrisa de la de cabello color miel iluminó su rostro – sería una pena que llegara a todas esas personas ¿No lo crees?

- ¿Qué quieren? – dijo Colín cayendo al suelo.

- Lo vez Virion, te dije que la niña era lista – dijo una mujer con una cabellera muy larga y oscura mientras entraba a la barrera.

- Eso nunca estuvo en duda Agnes – dijo en hombre pelinegro que estaba casi en los huesos.

- Eddy, llegas tarde – dijo Virion sin despegar los ojos de la niña – La encontraste?

- No, tenías razón.

Los cuatro rodearon la chica en el suelo y quedaron en un silencio abismal.

- A esto se le llama chantaje, ¿saben? – dijo Colín echando la cabeza atrás.

- Puede no ser honesto, pero es efectivo – habló Eddy.

- Al punto niña, sabemos que tratas de comprar tiempo hasta que tus amados Reyes lleguen – dijo Agnes mientras tomo el rostro de la pelirroja para que dirigiera su mirada hacia ella – Pero ¿Quién crees que sufra más por la niebla de glicinia? - Los ojos de Colín se abrieron por la sorpresa; liberó su rostro del agarre de la pelinegra – veo que lo entiendes – dijo Agnes en tono burlesco – ahora copera.

Un golpe sacudió la barrera, terror se reflejó en la mirada de la chica, otro golpe amenazo con romper la barrera en pedazos; de un movimiento pesado Oli alejo a todos del exterior.

- Ya dejaron su punto muy claro, ¿Qué es lo que quieren?

- La tiara, dámela – dijo Eda.

- Pudieron solo tomarla sabes, no tenía que hacer tanto escándalo por eso.

- No es tan fácil como parece – dijo Virion – nadie puede quitarla de la cabeza de su legítima dueña, un hechizo que tu querida Reina puso por seguridad. Ahora entrégala y terminemos con esto.

- No parece haber muchas opciones, ¿verdad? 

- "Eso me temo, si la niebla de glicina se esparce, los Dioses serán los más afectados y quedaríamos desprotegidos ante los ataques de estas personas". 

- Deshazte de la niebla, no te daré nada hasta que no quede rastro de ella.

- Trató – dijo Eda, quien parecía ser la líder del grupo – Agnes – le hizo una seña con la cabeza y en un chasquido por parte de ambas la niebla se disipó.

Colín se quitó la tiara al mismo tiempo que ellas chasquearon los dedos, y Virion no perdió el tiempo y se apoderó de aquel objeto tan cotizado. El aire se hizo más ligero para Colín, pero la exposición prolongada a la niebla comenzaba a pasar factura. 

- "Ya se fueron, ¿Te sientes bien?".  

- No estoy segura, ¿Qué paso con la barrera?

- ¡Colín! – escuchó la voz de un hombre gritando por ella.

- Eliya – susurró la chica aún en el suelo, reconociendo la voz del chico que corría hacia ella.

El castaño puso sus manos en sus brazos tratado de ver si estaba herida - ¿Qué fue lo qué pasó, estas bien? – su voz sonaba preocupada y nerviosa.

El castaño la tomó en sus brazos y la sentó en sus piernas posando su barbilla en la cabeza de la pelirroja abrazándola, como si tuviera miedo de que si la soltaba la perdería.

- Glicinia – susurró la chica a quien el sueño empezaba a ganarle.

- ¡Lumi! – grito Eliya llamando la atención de la Diosa que estaba protegiendo a los Alejandrinos a su cargo.

La Reina le hizo una seña a Miranda para que cuidara de los Lunáticos, y corrió a ver a la chica.

- Glicinia – dijo el chico muy bajo para que solo ella pudiera escucharlo.

- Diablos – maldijo Lumi y puso sus manos sobre la pelirroja y usó su poder curativo en ella.

Después de un momento la respiración de Oli se regularizó, sus ojos se abrieron y estiró su mano hasta poder posarla en el rostro del Dios, que por fin pudo respirar.

- Lo siento – dijo dirigiendo su mirada a la Diosa – se llevaron la tiara, no pude detenerlos – dijo con lágrimas en sus ojos – iban a liberarla, si no se las daba.

- Shsh, tranquila – dijo Eliya al que aún le temblaban las manos – eso no es importante, descansa.

Lumi se levantó del piso y llamó a Eskol, que se había asegurado de que todo estuviera en orden.

- Se llevaron la tiara – dijo la pelinegra cuando su hermano llegó junto a ella – usaron glicinia para debilitarla y la chantajearon para que se las diera.

- ¿Los viste? – Lumi asintió – creí que habían muerto, ¿cómo vamos a explicarles esto a los demás? Los Pilares atacaron la academia justo cuando sacamos la tiara, como si estuvieran esperando para llevársela.

- Lo principal ahora es calmarnos, evaluemos los daños y sigamos con el festival.

- ¿Quieres seguir con el festival después de todo esto?

- Si los Pilares aparecieron – Lumi giró su cabeza a los Alejandrinos que ya estaban más calmados – este será uno de los últimos momentos de tranquilidad y diversión que tendremos. 

La condena de las gliciniasWhere stories live. Discover now