Capítulo XX

1K 86 1
                                    

Era nuestra última noche allí, el rey daba una cena aunque estaba demasiado cansado para divertirse, pero el bufón se estaba encargando de toda el espectáculo.

—Sabes querido sobrino que te querré tener devuelta ahora, y más ahora que estoy muriendo.

—Tío, está más sano que nunca, por favor no diga tal barbaridad.

—Sabes que no.

—Tener a Alfonse aquí dificultaría las cosas. Considero que no es apto para estar aquí, no ahora que desea formar una familia —susurró Leopoldo con saña vibrosa.

Pude notar su negación a que Alfonse le ganase el trono.

—Leopoldo tiene razón, el excesivo trabajo podría arruinar mi matrimonio. Y quieres nietos ¿no? —consolidó el Lord.

—Mi querida Aurora no tendrá inconvenientes con ello ¿verdad? —me miró.

—Ninguno —respondí elocuente y sentí como Leopoldo me fulminaba. Lo ignoré, me había costado tanto conciliar el sueño después de lo que pasó en su alcoba y lo último que deseaba era que siguiera atormentándome.

—Siempre tendrán un hogar aquí. Es su casa —miró a todos los que acompañábamos la gran mesa y alzó su copa—. Un brindis al nuevo matrimonio, que se encargará de seguir con la línea sanguínea de la realeza española.

Todos brindaron, excepto Leopoldo que fingió no escuchar nada.

Mientras me encontraba sentada en espera de que subieran el último equipaje a la carroza, dejé solo a Alfonse y fui por agua a la cocina, noté que mi suegra charlaba con su hijo menor en el salón principal.

—¿Cómo te ha parecido la esposa de tu hermano, querido?

Hubo un largo silencio y no me marché, sorprendiéndome a mí misma queriendo saber la opinión de Leopoldo. No entendí porque me importaba tanto, pero quería saberlo.

—Disculpa, ¿has dicho algo?

—Si, ¿qué opinas de la mujer de tu hermano?

—Demasiada belleza en tan poca inteligencia.

Sentí una tensión en mi estómago, no sabía si era un cumplido o una ofensa, pero por un momento me hizo elevar el ego, hasta que continuó:

—Un cuerpo no es nada sin un matiz inteligente. Insuficiente para ser una buena esposa, insuficiente para agradarme, insuficiente para tentarme. Insuficiente como persona y mujer.

Si, eso fue fuerte.

—¿No quisieras, sin embargo, casarte con una mujer tan educada como ella?

—Preferiría comer arsénico antes que desposar una mujer como ella.

—¡Leopoldo!

Ж Ж Ж

Cuando volvimos a Londres lo último que deseaba era mantener un paseo, el Lord me ayudó a bajar de la carroza y me escoltó por el jardín de donde sería nuestro hogar. No me emocionaba ni un poco aunque su felicidad podía contagiarme un poco.

El mayordomo nos dio la bienvenida.

—¿Deseas conocer a la servidumbre, querida?

—Estoy demasiado agotada.

Mandó a llamar a la ama de llaves y le pidió llevarme a nuestra habitación, era una mujer sonriente, aunque podía sentir que fingía. Mientras subíamos las escalinatas me hizo saber que le agradaba conocer a la esposa del Lord y que esperaba ser buena sirviente para mí. El día de mañana Virginia vendría como ni doncella, no deseaba a nadie más que ella. Así se lo dejé claro al Lord que aceptó sin jubilo.

También te gustarán

          

La ama de llaves me dijo que en un matrimonio acostumbraban a dormir en camas separadas, aunque estaba segura de que el Lord prefería dormir conmigo, pero mis constantes rechazos lo hacían darme mi espacio. La madre de él vivía ahí aunque ese día no estaba ahí ya que estaba en un pequeño viaje. Lo agradecí porque era mujer me disgustaba.

Ж Ж Ж

Bajé de la carroza en compañía de Virginia, los brazos de Cindy fueron los primeros que me recibieron y no me soltó.

—¿Cómo ha sido? —preguntó Guillermo siendo el siguiente en abrazarme con emoción.

—¿Te has divertido? —pregunto Cindy.

Subí con ellos al vestíbulo, ahí mamá se encontraba leyendo.

—Niños, por favor, un matrimonio no es para divertirse. Dejen en paz a Aurora.

Vino hacia mí.

—¿Ya estás en cinta?

—Por Dios madre.

Evité frustrarme por su comentario tan fuera de lugar, consideré que esperaba al menos un abrazo de su parte.

—¿Qué haces visitándonos cuando deberías estar sirviendo a tu marido?

—El Lord ahora se mantiene ocupado y estar en esa casa tan sola me aburre.

Mis palabras provocaron que me mirara mal.

—Es lo que debe hacer una buena esposa, Aurora. Me causa nauseas que digas eso. ¡Espero estés portándote bien!

Miré a mis hermanos menores.

—Les he traído regalos, Virginia entrégaselos por favor —le pedí.

—¡Muchas gracias por no olvidarte de nosotros! —me dijeron los pequeños y se fueron a ver sus regalos.

—¿Pueden ir en búsqueda de Anneliese e invitarla a ver los suyos? —les recordé.

—¡Claro!

Se retiraron emocionados del salón.

Contemplé a mi madre.

—¿Dónde está Bartholomew? —Era lo único que me importaba saber.

—Salió.

—¿Adonde?

—Ocúpate de tus asuntos, Aurora.

Cuando llegó Alex, a él se lo cuestioné. Me dijo que había viajado a Francia, al parecer estaba ocupado en un trabajo que deseaba, así que decidí escribirle un telegrama, obtuve respuesta días después.


Querida hermana, agradezco tu preocupación. Mi agenda se encuentra demasiado llena para dedicarle tiempo a mi familia. Solo puedo contarte que estoy bien y te deseo feliz matrimonio.

B.B


Bartholomew, lamento tomar un poco de tu tiempo interrumpiéndote con este telegrama, donde sea que estés solo quiero decirte que todos aquí te echamos de menos, cuéntame ¿sigues tocando el piano? Espero que sí. Mi matrimonio está yendo bien, mamá y mi suegra insisten en darles nietos, pero el Lord y yo todavía no estamos preparados. Él se preocupa demasiado por el pueblo y la clase baja que ahora mismo solo encuentra ocupado en su trabajo.

Aurora.


Sigo tocando, Aurora. En realidad nadie lo sabe, pero espero conserves este secreto, estoy en Londres deseando trabajar como profesor. Mamá pensaría que toda mi inteligente la estoy arrojando a la borda para ser un simple profesor, pero a mi edad siento que ya he hecho de todo y nada me gusta más que enseñar mis cualidades a más personas.

REALEZA RETORCIDA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora