72. ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

27 6 10
                                    

Nota: Hola a toditos, otra vez yo por aquí extendiendo mis saludos.

Está vez son para una personita que pensé que me había olvidado, pero me recordó.

Esa personita es mi amada hermana Tatiana, bienvenida una vez más a otra de mis historias.

Quiero decirte que te quiero mucho y que me siento homrada de volver a tenerte por aquí y leer tus comentarios que siempre me sacan una sonrisa.

¡Vaaaaaay!

¡Bendiciones!.

🤗🤗🤗.


Santa Biblia Reina Valera 1960 - 2 Crónicas 22
10
Entonces Atalía madre de Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó y exterminó toda la descendencia real de la casa de Judá.



—esto solo puede ser obra de la señora Úrsula, de nadie más. —le digo a Veranice poniéndome de pie.

«Creo que ya es hora de que pague por todo lo que ha hecho».

Ni siquiera la propia nuera se le escapó, lo más es que ha tenido el descaro de pedirme a mi que la mate por ser el mas cercano, obviamente me negué, pero jamás imaginé que le fuera a enviar una carta amenazandola.

La misma carta que le envío a Alice.

Arrugó la carta con rabia, tomo el teléfono y marco el número de Xian.

—¡No! —se apresura a decir Veranice —no lo hagas por favor —me quita el teléfono.

—¿Que quieres que haga entonces? —le pregunto molesto —¿Me quedo con las manos cruzadas esperando a que ella te mate?.

—no lo hará —dice muy segura.

—lo mismo pensé yo.

—no puedes decirle a Jum, ese abrirá una gran brecha entre él y su madre, no quiero que por mi culpa ellos terminen totalmente separados. —me explica.

«La historia se repite».

Esa fue la bendita razón, por la que me caye y no le dije nada a Jum.

—lo siento —le digo —pero me estás pidiendo demasiado, no puedo hacer tanto.

Le quitó el teléfono y me comienzo a ir.

Ella me alcanza y se aferra a mi brazo.

—de acuerdo, está bien —dice llorando. —pero déjame que yo se lo diga.

—te doy hasta mañana —le digo serio.

—que sea un mes —me pide.

—solo una semana, no más —le respondo.

—de acuerdo —dice un poco más calmada.

Mi teléfono comienza a timbrar, me suelto del agarre de Veranice y tomo la llamada.

—bueno —contesto.

—jefe —habla el otro. —tenemos malas noticias.

Empuñó las manos.

Tiene que ser algo grave, de lo contrario no me habrían llamado.

—¿Todo bien? —me pregunta Veranice.

Yo asiento con la cabeza y me voy al auto para poder hablar sin que me escuchen.

—¿Que paso? —pregunto recostanto mi cabeza en el respaldar del asiento.

—se trata del joven Zuar. —responde.

«Zuar, Zuar, Zuar».

«¿Hasta cuando me seguirá causando problemas?».

TE VOY A ENCONTRAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora