By Tom
Ya era sábado, tocaba reunirme en la plaza con Stacy. Me puse una camiseta normal y unos pantalones casuales. No tenía ganas de vestirme muy cargado.
Parecía que ella sí tenía ganas. Vestía un vestido como el de Hannah la primera vez que nos besamos... También unos zapatos de tacón no muy altos color beige y su pelo estaba recogido en una coleta desordenada. Se quedó unos segundos buscándome con la mirada hasta que me vió.
- ¡Tommy! - ¿Tommy? ¿Acaso yo era un perro? ¿Qué clase de apodo era ese? - Hola. - me saludó con un beso en la mejilla.
- Hola, Stacy... ¿Cómo estás? - pregunté serio.
- Muy bien. - respondió con una sonrisa. -Bueno... Y, ¿adónde quieres ir? - ya me estaba arrepintiendo de haber salido con Stacy. Era molesta y no dejaba de hablar. Pero me quedaría un poco más de todas formas. No quería ser grosero.
- A donde quieras, Stacy... Me da igual. - nos sentamos en un banco cercano.
- Okey... Mmm, ¿qué te parece a mi casa? ¡Ah, no! No puedo en mi casa.- ¿Por qué? - su cara se puso triste y angustiada repentinamente, ¿dije algo malo? Ella sólo me abrazó y no supe reaccionar.
- Mis padres se divorciaron. Siempre pelean y no puedo estar ni un segundo más allí. - levantó la mirada y acercó su rostro al mío. Supe cuáles eran sus intenciones y me aparté.
- No, Stacy, lo siento, pero no. No puedo hacerlo.
- ¿Qué? Pero no tienes novia y yo tampoco. Los dos nos gustamos. El destino nos unió. - se acercó para besarme pero la aparté nuevamente.
- No, lo siento, no me gustas. A-a mí me gusta otra persona.
- ¿Qué? Pero, Tom... ¿Quién es? Dímelo.
- Es una chica que conocí en Hamburgo, en la universidad. Se llama Hannah. Es preciosa y... creo que estoy enamorándome de ella. - me miró confundida y me abrazó.
- Oh, Tom. Perdóname, perdóname por todo esto. No voy a interferir en ti y en Hannah. Ojalá y puedan estar juntos. Pero... recuerda que siempre estaré para ti. Donde estés sabes que puedes contar conmigo.Qué repentino. No creí que se lo tomara tan bien. Pero, aún así, creía que algo estaba mal, que algo andaba mal aquí.
By Hannah
Sábado a las 7 pm, no salí de casa nunca. Estaba demasiado deprimida para hacerlo. Mamá no me había hablado desde que le conté sobre Tom, que lloraba por él y sufría por él.
Me dolía mucho el pecho cuando pensaba en su huida. Pero, si se había ido por su propia cuenta, seguramente él sabría que estaría bien, ¿no? ¿Y si le pasaba algo? ¡No! Tom era fuerte. Si alguien le decía o hacia algo, se defendería, yo lo sabía. Él no se dejaba intimidar por nadie. Eso lo supe cuando un día en la universidad, un chico de un año más grande le dijo que su cabello largo era de mujer, igual que su ropa. Yo no vi nada malo en su forma de vestir y de peinar. Entonces, Tom, súper furioso, lo agarro por el cuello de la camisa y le dió un golpe. Chicos que pasaban por allí sólo gritaban "¡Pelea, pelea!" o "¡Vamos, Tom, mátalo, mátalo!". Mientras que otros, como profesores o personas de años más bajos sólo trataban de separar la pelea, cosa que fue en vano. Tom y Daniel, el chico que se había burlado de Tom, no pararon de pelearse hasta que uno de los directivos los suspendió. Los dos habían terminado con moretones, rasguños y un ojo morado. Yo había curado a Tom y había cuidado de él. Lo recordaba tan bien... Mis ojos se llenaron de lágrimas, nublandome la vista.
Bajé a la cocina a por un vaso de agua. En la mesa, al lado de los vasos, había una pequeña navaja, de papá seguramente. La tomé y la abrí. Era afilada, puntiaguda y con un mango rectangular. ¿Qué podría hacer con ella? Me mire los brazos descubiertos. Podía hacerlo. Tenía tantos dolores por dentro que seguramente no me dolerían los de afuera.
Pase la navaja por uno de mis brazos sin pensarlo. Ví un hilo de sangre recorrerlo hasta caer al piso, manchando la alfombra. Me senté en ésta y volví a pasar la navaja por el mismo lugar. No me dolía tanto. Ver mis brazos manchados estaba comenzando a marearme. Volví a pasar la navaja en mi otro brazo.
Levanté la cabeza y miré el techo, poniendo una mueca de dolor y angustia. Comencé a llorar, no por el dolor en mis brazos, sino por el dolor que sentía por Tom, por su huida, por mentirme, por escaparse sin mí... Por prometerme hacerme feliz y hacerme sentir como si fuera nada, como un maldito objeto sin sentimientos. Como una Perdedora. Y él, él era el único ganador. Burlándose de mí sin rencor alguno.
De pronto, escuché la puerta de entrada abrirse. Era mamá. Se quedó atónita viendo a su hija con una navaja en la mano, los brazos manchados y comenzando a desmayarse. Caí al piso derrotada, cansada, y escuché a mamá gritar acercándose a mí y tomándome de las manos
- ¡Hija! ¡Cielo! ¡Hanny, despierta! ¡John, llama a una ambulancia, por favor! - y eso fue lo último que escuché antes de que un fuerte pitido en mis oídos no me dejara escuchar nada. Mamá llamó a papá llorando y gritando, desesperada. Creo que papá llegaba de comprar, soltó unas bolsas y corrió hacia mí... Luego, cerré los ojos y dormí. Al fin pude descansar.
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Perdedor
RomanceHannah Maysel se muda a Alemania tras ser expulsada de su anterior universidad en Londres. En su viaje, conoce a alguien que cambia por completo su vida; a Tom. Lastimosamente, la familia de Tom, los Baylers, y la familia de Hannah, los Maysel; eran...