El camino de la valquiria

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– ¡He dicho que no! – le gritó Odín a su nieta de diez años.

La pequeña le sacó la lengua a su abuelo y, con lágrimas en los ojos, se fue corriendo hasta la casa más grande de todo Asgaard. Llamó a la puerta y esperó a que su habitante le abriera.

– ¿Thrud? ¿Qué haces aquí? – preguntó el hombre de tamaño pequeño que había aparecido con un libro en la mano –. ¿Quieres meternos a los dos en problemas?

– ¿Puedo entrar, abuelo Loki? – pidió Thrud, sorprendiendo al hombre.

– Anda, pasa.

Que la pequeña lo llamara abuelo sólo significaba una cosa. Había discutido con su verdadero abuelo por algo. Debía descubrir el qué antes de que su padre llegara, o le acusarían de algo que no había hecho.

– A ver, ¿qué ocurre? – le preguntó Loki a la pequeña.

– ¿Soy débil?

– Con el padre que tienes, me extrañaría que lo fueras.

– ¿Entonces por qué el abuelo no me deja convertirme en una valquiria?

– Eh... Bueno, es una responsabilidad muy grande. Estamos hablando de bajar a Midgard y recoger las almas de los héroes muertos para llevarlos al Valhalla. No podrías intervenir en las batallas, y sé lo mucho que te gusta pelear. ¿Estás segura de que quieres algo así?

– Quiero.

– ¿Por qué?

– Para hacer enfadar al abuelo por no dejarme hacer lo que quiero.

– Esa no es una razón.

– Para poder salir de Asgaard.

– Vale, pero hay otras formas de hacerlo. No hace falta que te conviertas en valquiria para eso.

– Em...

– ¡Loki! ¡Abre la puerta! – gritó un hombre con voz de trueno mientras golpeaba fuertemente la puerta de la casa –. ¡Sé que mi hija está ahí!

Loki abrió la puerta e hizo salir a la pequeña Thrud con un movimiento de cabeza. Thor le cogió la mano a su hija y le lanzó una mirada llena de odio a Loki antes de irse.

– ¿Qué te contó Thrud el otro día? – le preguntó Thor a Loki unos días después, en una de sus misiones a solas.

– Quiere convertirse en una valquiria.

– ¿Por qué?

– No me lo dijo, nos interrumpiste.

– Lo que no entiendo es por qué va a ti en vez de a mí. ¡Soy su padre!

– Y yo qué sé... ¿Qué vas a hacer? Ya se ha peleado con tu padre por eso.

– Es una niña complicada...

– Igualita a su padre.

– ¡Oye!

– Si te ofende, no es mentira.

– Ya te vale...

– Hela lo estuvo escuchando todo desde el piso de arriba, dónde Sigyn la ha desterrado. Dice que tiene cierto potencial y que ella puede enseñarle a recoger las almas.

– No es algo que me apasione, pero veo como le brillan los ojos cuando las mira.

– No te hacía por un padre cariñoso.

– Una palabra sobre ello y te rajo.

– ¿Y quién me va a creer a mí?

– Siff se va a enfadar.

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