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La tarde de abril era una sinfonía de colores y sensaciones. El viento soplaba con suavidad, acariciando los cabellos castaños de la joven, que reía con abandono mientras danzaba entre las flores del prado. Sesshomaru, la observaba desde la sombra de un gran árbol, su mirada fija en la escena que se desplegaba ante él.

La joven, que corría libre y desenfrenada, sus largos cabellos ondeando al viento como una bandera de seda. Se detenía ocasionalmente para inhalar el dulce aroma de las flores, sentir el calor del sol en su piel y la suavidad de la yerba bajo sus pies, aún húmeda por el rocío de la mañana.

__¡Señor Sesshomaru! ¡Este lugar es maravilloso!__ exclamó la joven, su voz llena de alegría y entusiasmo.

Sesshomaru se levantó, su mirada iluminada por una chispa de emoción. La imagen de la pequeña chica entre las flores se grabó en su retina, una visión que permanecería en su corazón por toda su inmortal vida. La pureza y la inocencia de Rin lo conmovieron, y por un momento, su corazón de demonio se suavizó.

La luz del sol se reflejó en los ojos de Sesshomaru, y por un instante, pareció que el tiempo se detuvo. La escena se convirtió en una pintura viviente, una obra maestra de belleza y simplicidad.

El pequeño demonio verde, con su rostro arrugado por la sabiduría y la edad, suspiró melancólicamente mientras contemplaba a Rin.

__Rin se ha convertido en una jovencita radiante, pronto llegarán los pretendientes.__su voz teñida de nostalgia y tristeza.

Sesshomaru frunció el ceño, su mirada intensa y posesiva, ante el comentario inoportuno de su leal sirviente. Sin embargo, sabía que las palabras del anciano demonio contenían verdad.

Rin había alcanzado la edad en que los pretendientes comenzarían a llegar, y la idea de ella casándose y formando una familia con alguien más lo llenaba de una ira y una posesividad que no podía ignorar.

Pero, al mismo tiempo, Sesshomaru sabía que no podía ser egoísta. Si Rin deseaba casarse y tener hijos, él debía aceptarlo, aunque la idea lo consumiera por dentro como un fuego lento.

__Rin.__llamó, su voz baja y ronca.

Rin se volvió hacia él, su sonrisa coqueta y radiante iluminando el aire. El corazón de Sesshomaru dio un vuelco, su pecho se estreñó. Esa sonrisa, que siempre había sido suya, hoy le parecía diferente, más intensa, más femenina.

La mirada de Sesshomaru se detuvo en los ojos de Rin, brillantes como estrellas en la luz del sol.

__Dígame, señor Sesshomaru.__ mientras caminaba hacia él con una sonrisa radiante, la corona de flores que había creado con sus delicadas manos casi terminada.Al llegar a su lado, Rin terminó de ajustar la corona y se la colocó a Sesshomaru con una reverencia graciosa.__Es para usted.__su voz llena de alegría y admiración.Jaken,, intentó regañarla por su osadía, pero Sesshomaru lo silenció con un gesto brusco, lanzándole una piedra que lo hizo desmayar instantáneamente. __Jajaja, señor Jaken, no sea tontito.__se rió, su voz como música entre el canto de las aves que llenaban el ambiente.Sesshomaru sonrió, su rostro iluminado por la belleza de Rin. __Le queda muy bien.__ mientras ajustaba la corona en su cabeza. Las mejillas de Rin se sonrosaron, y su mirada se encontró con la de Sesshomaru en un momento de conexión pura.

Sesshomaru suspiró agobiado, su mirada fija en Rin.__ Rin...__musitó.
En su mente, un torbellino de pensamientos y emociones se desataba. __Rin es una obra maestra de la creación, una belleza que trasciende lo mortal. Su esencia es tan delicada y frágil que me inspira un deseo ferviente de protegerla, de ser su escudo contra el mundo. Nadie puede igualar su pureza y su dulzura, y yo menos que nadie. Ella es mi debilidad, mi vulnerabilidad, y mi razón de ser.

La Promesa De Sesshomaru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora