Ellie

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Casey comenzó a explicarle en tono orgulloso.

—Estaba revisando el correo hoy y había una carta para la señorita Sears. Ha estado preguntando todo el tiempo si ha llegado alguna carta estos días. Lo recordé y lo traje enseguida.

Ellie dio la vuelta al sobre, identificó al remitente y sonrió ampliamente.

Abrazó a Casey y le agradeció varias veces. Casey se encogió de hombros con una expresión algo avergonzada y regresó a la mansión.

Presionando su pecho palpitante, Ellie abrió inmediatamente la carta. Entonces, la letra áspera y parecida a garabatos de Becca inmediatamente llamó su atención.

Adrián siguió mirándola con curiosidad, pero ella ni siquiera tuvo tiempo de explicárselo. Ellie leyó lentamente, saboreando cada palabra como si masticara comida.

Fue una respuesta a la carta que Ellie envió hace un tiempo.

Becca escribió que se alegraba de que estuviera sana, pero también ridiculizó sus planes de plantar patatas y se burló de ella por ser una campesina.

Becca, que bromeó diciendo que la carta olía a estiércol de vaca, pasó a su situación actual en letras un poco más pequeñas.

Becca dijo que le estaba yendo muy bien.

Estaba escrito con indiferencia que se había vuelto muy ocupada porque trabajaba sola y, aunque a veces extrañaba a Ellie, no pensaba mucho en ello.

Y la historia del bar continuó. Los invitados seguían preguntando por el paradero de Ellie y clamaban por verla. Sus tediosas protestas continuaron todo el tiempo, ignorando a Jimmy Dawson, quien se quejó de que no debían buscar a Ellie. Se dice que la pelea con Ellie finalmente terminó después de que Becca lo regañó y rompió algunas tazas.

Dijo que a Bill también le estaba yendo bien y que estaba pensando en expandir un poco más su operación de juego ahora que el trabajo había desaparecido.

Y Franz...

Las letras bailaban alegremente. El siguiente texto decía que Franz había ido recientemente al seminario.

Ellie saltó al suelo, gritando felizmente.

—¡Oh, por Dios!

La carta terminaba con una larga historia sobre la llorosa fiesta de despedida de Franz en el bar de Bill, quejas sobre la continua tiranía del dueño de la pensión y otros chistes y rumores triviales. De hecho, era una carta tranquila y sencilla, típica de Becca.

Con una sonrisa tranquila en los labios, Ellie habitualmente daba vuelta la carta y descubría que había algunas frases más escritas en ella con letra vacilante:

En realidad, me muero por verte, de verdad. Estoy orgullosa y contenta de que estés probando cosas nuevas. Espero que los días venideros estén llenos de días así. Adiós, esperaré tu próxima carta.

De repente, la punta de su nariz se entumeció y las lágrimas brotaron, Ellie cerró los ojos con fuerza y ​​besó esa frase.

Mientras sostenía la carta contra su pecho, sintió como si pudiera sentir dos corazones latiendo a la misma velocidad, tal como la noche en que se quedó dormida mientras abrazaba a Beca.

Como alguien que teme despertar de un sueño, Ellie abrió los ojos con cautela. Entonces, vio a Adrián sentado allí con su cuerpo girado hacia ella, luciendo realmente curioso.

Ellie, ebria de felicidad desbordante, se sentó a su lado y trató de mostrarle la carta. Sin embargo, cuando pensó que él, como un noble cisne, podría desmayarse por las malas palabras que estaban salpicadas en la carta, cambió de opinión y decidió simplemente explicárselo.