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Pensé que... Matando al señor oscuro... Al fin dejaria todo el dolor que viví por tantos años atrás...

Realmente sentí que sería un nuevo inicio... Una... Nueva oportunidad...

Han pasado años desde que me gradué de Hogwarts... y ahora no sé si... Era más feliz estando ahí... Claro siempre estaba al borde de la muerte pero al menos era feliz, o creer que está vida es felicidad...

Una vez más como en los últimos 8 años me levanté de mi escritorio y tome mi saco.

Mis pasos marcados en la madera me daban esa melancolía diaria a la que me enfrentaba.

Me recordaba a qué mi trabajo ya no era lo divertido que alguna vez fue cuando fui un auror.

Ya no iba a misiones que me llevaban por todo el mundo, conociendo nuevas cosas o terminar en la enfermería riéndonos de alguna misión.

Ya no había una buena excusa para ver a Draco Malfoy... quien siempre nos recibía en su consultorio con vendas listas por nuestros descuidos.

Tantos años siendo nuestro médico de confianza había creado una gran amistad entre nosotros.

Fue alentador tenerlo cuando Ronald se fue...

Y también me apoyo cuando Hermione... Cuando ella terminó en Azkaban... No esperaba eso de ella... Aunque claro... Nadie esperaba lo que hizo con ellas...

Tal vez fue por eso que Draco y yo nos ayudamos más entre nosotros, claro... Exepto Ronal...

Hace 6 años Ginny salió de Azkaban... Desde entonces... Creo que ha sido peor...

Ni siquiera mis hijos han querido volver a casa desde entonces... En especial Lily... Aunque ella puede refugiarse en Hogwarts.

Mis otros dos pequeños se enfrascan tanto en su trabajo... Y solo quieren verme cuando se trata de que estemos a solas.

No los culpo... Su madre no ha sido la mejor... No desde ese día...

Llegué a casa, el auror de siempre se despidió con un asentimiento para desaparecer por la puerta mientras Ginny llegaba con esa sonrisa...

La misma que usa cada vez que quiere que esté con ella en la habitación, misma a la que siempre recurre para tratar de controlarme.

Sus manos en mi pecho deslizándose a mi cuello, con su cuerpo restregandose contra el mío.

Antes de que pudiera besarme la aparte, deje mi maletín junto a mi saco para ir a la cocina.

Mientras que ella volvía a aparecer tras mío colgándose en mi espalda.

La volví a alejar antes de que comenzará con su monólogo, criticando que no parecía su esposo, culpandome por sus errores. Por nuestros hijos... Por todo.

Volví a alejarme y meterme en mi habitación, antes de poder cambiarme sentí algo filoso atravesarme.

Mi vientre sangraba por un cuchillo clavado, la persona quien lo hizo era más que evidente, así que antes de que pudiera seguir atacando la aleje para activar el hechizo de protección.

Tan rápido como lo hice aparecieron tres magos con varitas en mano de mi chimenea.

La sometieron fácilmente y a mí me llevaron a la sala de hospital que tan bien conocía.

El rubio platinado entro mientras yo me acomodaba en la camilla.

Sus ojos aterrados cayeron en mi vientre solo para sacar su varita y comenzar a curarme.

Siempre con esa elegancia, con ese cuidado... Pero aún teniendo las horribles cicatrices en sus manos.

Un hechizo prohibido las hizo, un recordatorio de aquel día...

Un accidente interesanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora