Querido Jungkook:
¿Cómo estás, bolita de arroz? ¡Ya es Navidad! De seguro debe estar cayendo mucha nieve allí, ¿te gusta eso? Recuerdo que te gustaba mucho jugar en ella, ¡Hobi y Yoongi te perseguían y tú tratabas de correr de ellos, pero no podías! Tuve que detenerlos muchas veces porque te ahogabas por la risa, bebé.¿Qué pediste de regalo? Espero que papá te haya entregado lo que sea que hayas pedido, si no, siempre puedes hacerle un berrinche, aunque ya estás algo grande para eso. No importa, Koo, hazlo rabiar, papá enojado es muy divertido.
He estado pensando en viajar, Jungkook, ¿no te gustaría que fuera una semana para allá y así poder vernos? ¡Me encantaría verte otra vez! Estoy seguro de que papá te dejaría salir conmigo, y puede que incluso... puede que Jennie...
¿Por qué no lo piensas? Ya tienes trece años, Jungkook, ¿te gustaría conocerme? Si quieres hacerlo, por favor, bebé, envíame una carta y compraré un boleto hacia allá inmediatamente para que nos veamos. Pero si no quieres, está bien, no es necesario que respondas, tu silencio será respuesta suficiente, mi vida.
Piénsalo, por favor.
Bueno, ojalá te hayan dado muchos regalos, bebé hermoso, ten unas lindas celebraciones.Con amor, mamá.
Jungkook terminó de leer la carta número quinientos setenta y dos, frotando sus ojos por el cansancio, y la dobló cuidadosamente.La dejó junto al resto de cartas leídas, quitando los rastros de lágrimas de sus mejillas.
Cada semana, Taehyung le envió una carta sin falta, contándole cosas de su vida diaria, platicándole sobre sus amigos, sus sueños, sus pensamientos, y sin importarle si sólo obtenía silencio. Algo pareció romperse en su interior porque pensar en eso, en su mamá hablándole catorce años a la nada, era algo demasiado doloroso y triste, algo que nadie debía pasar.
Yoongi, a su lado, se removió y frotó sus ojos.
―¿Jungkook? ―preguntó con tono somnoliento―. ¿No has dormido nada?
Sacudió su cabeza en una negativa.
Luego de que papá se hubiera marchado y él dejara de llorar, agarró la caja con las cartas, rebuscando en el fondo para comenzar a leer las primeras que llegaron: eran las cartas más deprimentes, duras y horribles de leer, pues podía notar, sólo con la narración, que mamá no estaba bien. Qué parecía consumido por un enorme dolor que acabaría tarde o temprano con él.
―Deberías dormir ―dijo Hoseok, mientras su desordenado cabello caía sobre sus ojos―. Además, estás faltando al colegio y...
Mordió su labio inferior.
―No voy a seguir yendo ―dijo con el ceño levemente fruncido―, no me importa el colegio. Debo... debo ir a buscar a Taehyung y...
―Hey, hey, tranquilo ―se apresuró a decir Hoseok―, relájate, ¿está bien? No te sirve de nada enloquecer ahora, Jungkook, no te hará bien. Necesitas descansar.
Miró a Yoongi, que volvió a cerrar sus ojos para dormir unos minutos más, y luego contempló a Hoseok, sus ojos preocupados puestos sobre él.
Jungkook se sentía extraño allí, con los dos chicos sobre él en todo momento, tan preocupados por su estado anímico, ya que nunca antes otras personas que no fueran sus padres se preocuparon por él. Como no tenía amigos, sus habilidades para las relaciones extra-personales eran escasas, por no decir nulas, pero de alguna forma se sentía cómodo en ese ambiente.
Había algo extrañamente confortable en ambos chicos que relajaba a su alfa interior.Suspiró, dejando la caja en el suelo, y se recostó sobre la cama. Inmediatamente Yoongi se subió sobre él, acurrucándose contra su cuerpo, el aroma omega inundando sus fosas nasales.
Hoseok, lejos de lucir celoso, sonrió como si nada.
―¿No deberían ir a la universidad ustedes? ―preguntó Jungkook, bostezando.
―No estoy preocupado por mis clases, las primeras siempre suelen ser una mierda ―dijo Hoseok, tranquilo.
Yoongi no contestó.
―¿Y tú, Yoonie? ―le preguntó Jungkook al omega.
Yoongi se apretó contra su cuerpo, sin levantar la vista.
―No estoy estudiando ―dijo en voz baja y avergonzada―, mis notas no fueron buenas y ninguna universidad me aceptó. Además... ―su tono se tornó rencoroso―, como estoy marcado, los Consejos creían que era mejor que me quedara en casa para dedicarme a mi alfa.
Oh.
Jungkook miró a Hoseok, que hizo una mueca de pena, y le acarició el cabello a Yoongi.
―Te dije varias veces que te preocuparas de tus notas, pero nunca me hiciste caso ―dijo Hobi en voz baja.
Yoongi lo fulminó con la mirada.
―Discúlpame, hijo perfecto ―gruñó el omega―, pero yo no soy un chupapollas como tú.
Prosiguió un pesado silencio en la habitación, el omega acurrucándose más contra el pecho de Jungkook, ocultando su rostro contra su cuello.
Jungkook le acarició el cuello, sobre su marca.
―Yoongi ―gruñó Jungkook―, discúlpate con Hobi. Ahora.
El omega se crispó, enderezándose bruscamente, mirándolo con sorpresa y molestia.
―¿Qué? ―soltó―. ¿Por qué debería hacerlo? ¡Sólo dije la verdad! ―se alejó, bajándose de la cama―. ¡Hobi se dedicaba a lamerle el culo a todo el mundo para mejorar sus notas!
―Eso no es cierto, Yoonie ―replicó Hoseok con tono herido.
―Pídele perdón ―insistió Jungkook, sentándose sobre la cama.
―¡No! ―Yoongi los observó con disgusto―. ¡Ustedes, como alfas, tienen toda su jodida vida resulta! ―sus ojos se llenaron con lágrimas―. ¡Pero nosotros, las putas omegas, tenemos que esforzarnos el doble, el triple, para siquiera tener una mínima parte de lo que ustedes tienen!
Antes de que cualquiera pudiera decir algo más, Yoongi se marchó del cuarto, cerrando con un portazo.
Ellos no le siguieron.
Jungkook miró a Hoseok, que suspiró por el cansancio, acostándose otra vez, y de forma automática se acurrucó a su lado.
―No te preocupes ―murmuró Hobi en tono bajo―, Yoongi y yo solemos discutir así.
―No está bien ―le dijo Jungkook con seriedad―, él no debería descargarse contigo sólo porque eres alfa. Sólo porque quieres cuidarlo.
―No es mi culpa ―concedió Hobi―, pero yo tampoco hice algo cuando supimos que era omega y nuestros papás lo tuvieron que cambiar a un colegio sólo de omegas donde le enseñaban las tareas del hogar mientras que a mí me educaban en Geografía, Historia, Matemáticas, Literatura y Lenguas. No hice algo cuando mis amigos ya no quisieron jugar con él porque era débil, delicado y omega, y yo me iba con ellos, dejando a Yoongi sentado y solo en el patio de nuestra casa.