Capítulo 14

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Nunca más


Era apenas un cachorro, ¿acaso tendría 2 años cuando lo vio por primera vez? Izuku no estaba del todo seguro, no puede recordar su edad, su ser o incluso la ubicación en donde estaba cuando todo inició, sin embargo, parece ser que todo comenzó con un par de ojos rojos.

El pasado no era nada de lo que el omega había pensado que sería. No estaba recordando su vida en diferentes mundos como creyó, sino que, muy por el contrario, estaba contemplando su historia. El origen de su destino. Cuando ambos, aun caminaban a cuatro patas.

¿Era así?

Antes del tiempo, antes de lo humanos, ¿Solo existían como animales?

La luna brilla en su recuerdo con tonos azulados y plata. La ferviente necesidad de aullar le llama en el corazón y, sin pensarlo, aulló a la luna rodeado de los suyos. Aquel lobo que tanto le llamaba la atención, hizo lo mismo.

El corazón del omega estaba arrebatado. Corría, bailaba y se movía alrededor del más grande de los dos. Cortejaba muy a su manera y, aunque al inicio solo fue atacado con tal de que dejara en paz al de ojos rojos, finalmente lo logró una noche.

El alfa estaba recostado entre los enormes arboles frondosos, el omega nuevamente lo había seguido por ese día y, cuando lo observó tan tranquilo y calmado lamiendo su pelaje a la luz de la luna, apareció frente a él con ganas de jugar. Pronto se daría cuanta que él, era el único que quería hacerlo, porque el lobo, harto de su acoso, lo atacó. Batalló con él buscando que lo dejara en paz y, por un descuido, había terminado por morder el costado de su cuello.

¿Qué significaba la sensación que habían tenido entonces?

El omega no lo pensó mucho, pero, a partir de ese momento, era claro que ninguno podría vivir sin el otro.

¿Qué había sucedido después de eso?

Todavía recordaba tres vidas más con su existencia animal y, quizás para la cuarta o quinta vez que reencarnó, lo hizo como humano. Un pequeño bebé en el seno de una familia humilde de lo que parecía ser parte de un reino. En aquella ocasión, aprendió rápidamente acerca de las clases sociales, de su papel dentro de esa vida y de lo que debía hacer. Todo estaba prácticamente arreglado, pero, el sentimiento de una pieza ausente y fundamental de su vida y persona, estuvo presente hasta los 12 años, cuando lo volvió a encontrar.

Era él. Eran sus ojos. Ahora tenía un nombre y apariencia diferentes y, como si se hubiera tratado de un flechazo instantáneo, Izuku lo siguió.

Fue más complicado que cuando eran animales, el muchacho lo rechazaba y rechazaba sin parar y, aunque ahora tenía sentimientos más complejos, el dolor solo parecía incrementar con cada vida.

En ese pasado, el alfa lo alejó, lo golpeó e incluso lo lastimó varias veces, pero, al igual que sus anteriores vidas, finalmente regresaba a él. A sus brazos. A sus caricias. Era como si, después de ver todo el mundo, regresara a casa anhelándolo a él. El omega sabía que eso era lo que necesitaba.

El alma del alfa era libre y hermosa. Hacía todas las cosas que quería cuando quería y siempre y en cada una de sus vidas, tenía éxito. Era como si su mera existencia, hubiera sido creada solo para eso y, como si la vida de Izuku, hubiera sido creada para enamorarse de él una y otra y otra vez.

Podía recordar la sensación de sus carias. Podía recordar el sabor de sus labios. El contorno y forma de cada uno de sus cuerpos y su omega continuaba deseando más.

Lo amaba. Con cada vida que transcurría y pasaba, amaba más a su alfa. En cada pasado, volvía a enamorarlo mostrándole un nuevo horizonte y lo necesitaba de forma desesperada.

Me rehúso [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora