Lunes en la noche

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Llego al parque El Rosado. Le inventé a mi madre que iría a visitar a una amiga y ya me arrepentí de haber mentido, pero no tengo idea de qué otra cosa decirle. Parecería una loca, hablando de notas mágicas.

«¡Delirios!», gritaría cualquiera de mi familia.

Hay tanto pasto. Unas flores crecen a gran velocidad y forman un camino, entonces lo sigo. Al llegar al final de este, visualizo una puerta en la nada. Como la otra vez, aquella entrada se abre y recuerdo que tengo que ingresar. Tomo una gran bocanada de aire, antes de continuar. Me duele el cerebro, creo que estoy empezando a rimar. Toco la manija de la puerta y...

―¡Espera! ―Oigo detrás.

Me giro, encontrándome con aquel chico.

―¿Eynan? ―Frunzo el ceño―. ¿Qué haces aquí?

―Te mentí, sí sé sobre la nota, yo te envié la de advertencia.

―"Hay notas que no son cuentos de hadas" ―repito en voz alta lo que escribió―. ¿Qué sabes de todo esto?

―Sé que no debes pasar, es una trampa. Hay un monstruo del otro lado, vas a desaparecer, justo como le pasó a mi hermana.

Miro un momento la puerta, luego a él.

―Lo sé ―contesto, tranquila, y la cruzo.

Una fuente extraña me da la confianza para seguir y desaparecer en el firmamento.

Hay notas que no son cuentos de hadasWhere stories live. Discover now