cнapтer тнırтy seveη.

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—¿YoonGi-Ah? —JiMin frunció su ceño al ver a YoonGi retirarse de encima suyo, por lo que trató de retenerlo agarrándolo del brazo.

—Espérate. —Fue lo que YoonGi soltó luego de caer en la cama gracias a él cuando estuvo a punto de salir de ella.

—Pero ¿a dónde vas? —interrogó jadeante mientras mantiene con firmeza el agarre en YoonGi—. Tú... tú dijiste que ibas a follarme. Noooo, no te vayas.

—Es que a eso voy, y ya suéltame, dulzura —YoonGi le respondió antes de soltarse abriendo sus manos con suavidad y paciencia—. Voy a follarte, sí, pero primero con mi boca y mi lengua.

—¿Eh? Pero..., ¿có-cómo así? —murmuró entre balbuceos, arrodillándose sobre la cama con las mejillas rojotas—. YoonGi-Ah, ven, ven conmigo. Ven.

—Espérate.

Frustrado y ciertamente cansado de estar siendo jaloneado por el simple motivo de que la inocencia de JiMin no le permitía entender lo que tenía planeado hacer antes de tener relaciones sexuales, YoonGi tuvo que proceder a usar la violencia y zamparle un fuerte y picosito manotazo en esa pequeña mano que se aferró a su antebrazo.

JiMin entonces soltó un chillido por el ardor que dicho manotazo le ocasionó. Como niño berrinchudo se dejó caer en la cama para echarse a soltar ayes de dolor mientras se soba la mano que se vio afectada por la impaciencia del mayor, por lo cual ella yacía con una marca rojiza.

Y como a este mayor no le bastó con ese golpe, vino y le dio tremendo jalón de pelo que, esta vez, sí lo hizo gritar por toda la habitación. Sus ojos castaños pasaron a acumular lágrimas y su mentón tembló, esto fue antes de llevarse las manos a la cabeza y alborotarse el cabello para consolar el ardor en su cráneo.

—¡Ya te he dicho que mi cabello es sensible! —chilló a modo de queja—. ¡Grosero!

—Es que tú también, dulzura molesta, me impacientas. —YoonGi se justificó observándolo rascarse la cabeza con el talón de las manos con afán.

—¡Pues así soy y te aguantas! —decretó.

—Aww, mi cachetitos con patas. ¡Estás todo rojito! —exclamó YoonGi extendiendo los brazos con una gran sonrisa enternecida—. Tú eres mi dulzura cachetona. Toda bonita, toda cachetona.

—¡Tsk!

Luego de que JiMin le chasqueara la lengua claramente enojado por sus groserías, él acortó la distancia que hubo formado entre los dos y llegó hasta la cama pegando sus rodillas al filo de ella. Se dispuso a quedarse de pie para tomarse la dedicación de consolar los dolores de JiMin.

Con una sonrisa entre burlona por oír a JiMin quejarse de él y enternecida por lo adorable que se veía siendo un tomatito hervido, le puso una mano en la cabeza para hacerla pegarse a su abdomen. De este modo, él comenzó a darle cariñitos en ese rubio cabello liso y suave, cepillándolo con sus dedos aplicando una crema de amor.

Ocupó su otra mano para hacerle un masaje en el hombro con el fin de evitar que sufra de tensiones por los tantos corajes que él le produce. Finalmente, aquella sonrisa mitad burlona mitad enternecida, pasó a ser una feliz completamente, pues obtuvo una buena reacción de JiMin al sentirlo enrollarle los brazos en su cintura.

—A ver, señor cachetón, escúchame con atención; eres virgen y por lo mismo es que yo necesito ser cuidadoso contigo —él explicó con detenimiento—. Tener relaciones sexuales, al menos entre hombres, no es como lo ves en los videos de pornografía.

—Yo no veo pornografía. —JiMin tuvo el descaro de mentir.

—Dulzura mentirosa. Todos los vírgenes ven siempre pornografía para masturbarse y saciar sus frustraciones sexuales. Yo también lo hacía —argumentó sin vergüenzas ni tapujos—. Pero como te dije, las cosas no son como aparecen en esos videos. Yo tengo la responsabilidad, no sólo de complacerte, sino de cuidarte.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora