05

4.7K 370 109
                                    

Bajaba por el ascensor de su departamento con los brazos cruzados y la mirada perdida en su reflejo. No esperaba ningún paquete, por lo que no entendía qué hacía un repartidor tocándole el timbre a las ocho de la noche en pleno miércoles. Llevaba un par de días sin hablar con Rodrigo y tampoco sabía nada de Enzo más que lo que subía en sus redes. No había hecho más que responder sus mensajes con emojis riendo. Todo en él era una constante provocación y un recuerdo de esa noche de Bariloche que ambos tenían bastante presentes. Si Mia se esforzaba un poco, podía sentir los dedos de Enzo metiéndose por debajo de su remera, deslizando aquella prenda hacia arriba y deleitándose con la vista de su tren delantero decorado por un corpiño rojo que apretaba sus tetas a la perfección. 

Fuera de eso, no podía entender lo atrevido que era ese pibe. Parecía que los años en vez de cambiarlo, lo había intensificado en ese espíritu gatuno que siempre tuvo. Lo que le hacía un poco de ruido era cómo su cuerpo no se negaba ante su presencia, cómo no podía alejarse y cómo, incluso, respondía ante él con facilidad, siguiendo cualquiera de sus jueguitos.  

El ascensor paró en planta baja, interrumpiendo sus pensamientos para finalmente acercarse a la entrada del edificio y recibir el dichoso paquete. Trató de explicarle al repartidor que no esperaba nada, pero el chico dijo que él no tenía nada que ver y únicamente necesitaba su firma de haberlo recibido. Llegó a ver el logo de la marca en la bolsa, pero no la reconoció, por lo que se limitó a hacerle la vida más fácil al chico y firmarle lo que necesitaba para despedirse de él con el paquete misterioso entre sus manos. 

Después de subir nuevamente por el ascensor, se metió en su departamento y apoyó la bolsa en la mesada para abrir la cajita que había dentro. Fue enorme su cara de sorpresa cuando se encontró con un conjunto de lencería roja. Lo sacó de su empaque para enganchar las tiritas con sus uñas y poderla analizar a detalle, impresionada de lo delicada y linda que era. Miró por dentro la caja para ver si venía con alguna nota, y al no encontrar nada, caminó hacia su habitación con la lencería y la caja en sus manos, dejando ambas en la cama para desvestirse y probarsela. 

La parte superior era un bralette de encaje que se ajustaba a su figura perfectamente y la parte inferior igual. Se miraba en el reflejo de su espejo de cuerpo completo, dando vueltas para ella misma. Estaba más que segura de dónde podría venir ese regalo, no le cabía duda alguna. Deslizaba sus manos sobre su piel mientras sonreía y hacía poses delante del espejo. 

Alguien aclarándose la garganta desde la puerta hizo que se girara asustada con una mano en el pecho. 

—Boludo, me asustaste —suspiró, sintiéndose más tranquila cuando vio que se trataba de su novio—. Ni sabía que ibas a venir, total, toda la semana desapareciste. 

Mia volvió su mirada al espejo, tratando de disimular lo preocupada que había estado. Sabía que estaba en su casa, pero le molestaba que no le haya contestado un solo mensaje avisando que estaba bien. 

—Tres días nomás —se defendió, aun quieto en su lugar— ¿Y eso?

Mia alzó los hombros,pasándose las manos por el vientre sin dejar de observarse. —No sé, me lo mandaron, ¿está lindo no?

—Me voy dos días, tiras rostro por historias, ahora conjuntito nuevo, la próxima te engancho con alguno seguro —dice en un tono irritante que hace que Mia ponga los ojos en blanco. Rodrigo se mueve detrás suyo hasta la caja abierta que está en la cama para ponerle la tapa y entonces vuelve a hablar—. “El rojo te queda mejor”, ¿quién mierda te mandó esto?

Mia lo miró desde el espejo, viendo como su novio tenía las cejas arrugadas, leyendo y releyendo la nota que estaba pegada en la caja y de la cuál ni siquiera se percató. Sintió como su corazón latía con rapidez, acercándose a él para ver que, efectivamente, una letra espantosa había escrito aquello. 

ESCÁNDALO ━ enzo fernandezWhere stories live. Discover now