02 | Obediencia.

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Viernes en la tarde. Jeongin estaba cada vez más impaciente. Ninguno de sus padres querían acceder a confiar en él, estaban empeñados en mantener su decisión, y realmente le jodía. No podía hacerse la idea de un desconocido limitándolo en su propia casa, no lo aguantaba. Quería estar tranquilo y salir de fiesta, pero dudaba mucho que eso fuera a ser posible.

—¡Por favor, por favor!

—Ya no tienes diez años, hijo. Para de hacer berrinches— habló su padre.

—¿Cómo vas a estar de acuerdo con eso? ¡Puedo cuidarme! Ya no les pido que me lleven, les pido que me dejen solo.

—Perdón, pero ella ya está segura de eso, y yo no puedo llevarle la contraria.— se giró a verlo un segundo— Tu mamá tiene razón, déjalo así, no es tan malo. Agradece que no te castigó.

—Esto es un castigo, ¿un hombre apenas mayor que yo, cuidándome a mí?

—Kim Seungmin es un buen chico. Es responsable, dedicado y respetuoso, no le veo ningún problema. Puede que algo de eso se te quede a tí, mucho mejor.

—Nada se me va a quedar...— musitó, acostado vagamente en el sofá— Esto es una mierda.

—Deja de decir groserías, Jeongin.

—Lo siento.

—Aprovecha estas vacaciones para ponerte a estudiar y mejorar tu comportamiento, enorgullece a tu madre, lo merece.

Jeongin rodó los ojos, ya no sabía cuántas veces lo había hecho en esos últimos días. Sacó su teléfono y decidió distraerse en él, ya no podía hacer nada al respecto.

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Más tarde, su madre llegó a la casa con un par de cosas que necesitarían para su viaje. Era como si estuvieran restregándoselo por la cara, pero ya se había resignado lo suficiente.

El sol del amanecer salió, era demasiado temprano, pero Jeongin se levantó a esa hora porque sus padres estaban haciendo mucho ruido al estar alistándose, ellos tendrían que irse pronto.

Sólo se la pasó en su habitación encerrado hasta que ellos terminaran y decidieran despedirse, como así fue.

—Cuídate, nos vemos después— dijo su madre, caminando cerca de la cama para acercarse al chico y dejarle un beso en una de sus mejillas.— Me haces el favor y te comportas.

—Ajá.

—En unas horas viene Seungmin. No te obligo a ser su amigo, sólo quiero respeto y que no trates de desobedecer ahora que no estamos.

—Sí, mamá, entiendo.

—Adiós, Jeongin— dijo el hombre, acercándose igualmente. Le dió un medio abrazo antes de retroceder.

—¡Te escribo ahora!— su madre caminó hasta la puerta.

—Chao, pásenla bien. ¡Maldita sea!

No quería para nada estar encerrado en su casa sin poder salir, ¿qué vacaciones son esas?

Cuando salieron de allí y cerraron la puerta, Jeongin soltó un grito de frustración que luego ahogó en su almohada. Iba a patalear, pero eso era demasiado infantil. Se dispuso a dormir un rato más, luego volvería a su "horrible" realidad.

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Las horas pasaron, y Jeongin, somnoliento, bajó las escaleras para dirigirse a la cocina. Siempre su madre hacía el desayuno, ni siquiera había pensado en eso hasta que vió que no había nada allí, mejor dicho, nada preparado. Mostró una mirada cansada, era obvio que no sabía cocinar, no sabía hacer mucho más que unos huevos fritos. Era obvio, mantenía fuera de casa, y cuando estaba, apenas y cogía algo que no fuera su teléfono.

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