IV | Nubarrones como gatos negros

584 60 12
                                    

INICIO DE PRE-TEMPORADA, BAHRAIN
FEBRERO 23 DE 2024
SEIS DÍAS PARA EL INICIO DE LA TEMPORADA
ÚLTIMO DÍA

Charles llega diez minutos tarde al garaje de Ferrari luego de perder entre sus propias cosas las llaves de su auto, luego tener que esquivar a la novia de Max en la recepción del hotel, ser educado es tan difícil cuando las demás personas no cooperan. El camino hacia su trabajo fue más difícil con cada minuto que las calles se llenaban de tráfico y él estaba allí en medio de todo eso con solo un café en el estómago fingiendo ser una comida apropiada.

Cuando llegó, lo primero que vio fue a Carlos hablando con su ingeniero, Fran, de forma poco agradable incluso si no lo alcanzaba a oír, él estaba manoteando en la aire y su expresión no le auguraba nada bueno.

— ¿Charles Leclerc llegando tarde? —lo interceptó Max a medio camino.

—Si, waos, que sorpresa —gruñó sin detener la marcha.

—Hoy no cometas ningún error, ¿puedes hacer eso? —él igual lo sigue unos pasos.

—Métete en tus asuntos, ¿puedes hacer eso? —lo pasó de largo aun cuando Max parecía dispuesto a disgustarlo ese día.

—Tú eres mi asunto —le dijo con una sonrisa torcida mientras le picaba la mejilla con su dedo índice.

— ¡Aish, quieto! —le manoteo las manos lejos y se alejó con la risa irritante de Max pegada a sus tímpanos.

Más cerca estaba de su compañero y más incómodo se sentía, el viento le estaba erizando la piel bajo su delgada camiseta roja y eso le recordó aquella chaqueta de Ferrari qué dejó en el cuarto de hotel en Zandvoort aquella última vez que estuvo por esa ciudad, lamentaba haberla dejado.

Entre el espacio de tiempo y distancia entre el autodromo y el hotel donde se hospedaban, la temperatura había descendido considerablemente y en el cielo se veían ya densos nubarrones cargados de agua, el viento los llevaba y ellos se dejaban ser arrastrados por el cielo sobre su cabeza, qué divertido sería ser una nube. A pesar de todo, parecían inofensivos.

—Charles, al fin llegas —lo saludó Carlos, sacándolo de sus ensoñaciones recurrentes.

—Había tráfico y otros obstáculos —ofreció como excusa, mientras veía a Fran regresar de alguna parte con mala cara—. ¿Qué está pasando?, aquí se siente una vibra muy pesada.

Carlos resopló echándose el cabello hacia atrás, estresado.

—Los comisarios no quieren atrasar las pruebas de hoy —dijo, poniéndolo al tanto—. Hay probabilidades de lluvia, está lloviendo a 15 kilómetros de aquí, al sur, podría llegar a nosotros en cualquier momento.

— ¿Lluvia en Bahrain?

—Lo sé, tenemos mucha suerte, de verdad —Charles hizo una mueca tratando de suavizar la molestia de su compañero.

—Los vientos no han cambiado de dirección, pero tampoco de velocidad —Fran dijo, mirando una pantalla en sus manos—, eso hace que se baje la preocupación.

Charles suspiró mientras se daba un abrazo a si mismo para calentarse los brazos, los vientos eran fríos y aunque le estaban despeinando el cabello a Carlos, no eran suficiente para ser una amenaza mayor. Charles se deslizó hacia los casilleros para buscar su traje y simplemente empezar la jornada del día.

Esperaba que terminara pronto, incluso antes de empezar. Y no es como que él tuviera alguna cosa que hacer después, pero para ese día las ganas de hacer nada de la noche anterior aun no habían desaparecido por completo, cada vez que cerraba los ojos deseaba tener la cabeza contra una almohada y quizás, así con esa posibilidad de lluvia, él tal vez podría tener a mano un café helado para pasar el rato.

Probabilidad de caos | Lestappen  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora