Capítulo 32: Creer.

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El punzante dolor recorría toda su cabeza, era insoportable en verdad. Pero todo cambió cuando en su cuerpo apareció algo peor:

Recostada sobre su antigua cama, Enid abrió de a poco sus bellos ojos, desorientada, sin saber lo que había sucedido... Tan sólo recordaba esa charla, la última imagen de su madre antes de ser golpeada... ¿Por quién?

Al fijar su mirada a su alrededor no hubo mucho esplendor, no hasta que logró identificar la camiseta que llevaba puesta antes de llegar a esa residencia, tirada en el suelo; el mismo rosado, con aquellos brillos incandescentes y... Esas medias coloradas, ese sostén oscuro y... Esas bragas de unicornios...

La brisa no tardó en hacer su trabajo al chocar contra su desnuda piel, ante su cuerpo asustado y adolorido... Con aquellas marcas, garras... Y esa sensación tan...

Enid abrió sus ojos con rapidez, sabedora de lo que la mortificaba... No sólo era su ropa expuesta alrededor de esa habitación, no sólo era su cuerpo desnudo con marcas desalineadas, era algo viscoso y caliente que recorría su zona baja. Con temor, ella se atrevió a mirar, dando cuenta de su cuerpo moribundo, tan... Sucio.

- Por los dioses, no... - fue su reacción.

Sus delgados dedos fueron la evidencia de aquella pesadilla, al ver la blanquecina sustancia, pegajosa y con una clara residencia.

- No... No... ¡No! - exclamó en aquel sollozo.

Las lágrimas eran parte de ese suceso, de ese sucio suceso, del destino que le esperaba sin ninguna clase de cuidado o igualdad. De... De las personas más fatídicas e inhumanas de esa tierra.

- Merli... - murmuró - no a ti... No a ti... - se lamentó, dejando traspasar aquellas nubias sobre sus mejillas, clandestinas de las sucias sábanas debajo de sí.

Sin saber que hacer, sin idea alguna de lo que le esperaba en la primera planta, se levantó de esa cama y cubrió su delito. Le costaba avanzar con aquella sensación tras de sí, con esa traición arraigada en sí misma... Ella se preguntaba, ¿qué clase de pareja era? ¿Siquiera merecía llamarse de esa manera?

No comprendía nada, ni siquiera el porqué de una mujer que la vio crecer... Y de un aficionado... ¿Quién diablos era ese hombre? ¿Por qué diablos le hicieron eso?

Sin parar, bajo escalón tras escalón, sin mirar a nadie más hasta que...

- Oh, Enid, no sabía que vendrías - escuchó a su hermano, Alekey - ¿por qué estás llorando? - le preguntó.

Enid no logró formular una palabra, ni una sola. El nudo que se apoderaba de su garganta lograba agraviar toda esa ira retenida, toda esa... Decepción. Sin saber de los cómplices, siguió su camino a las afueras de ese horror, hacía ese auto... Merlina, ella debía... No sabía cómo enfrentarla, como darle cara alguna.

Ella paró su andar a unos metros del vehículo, sin saber sí debía hacer algo, sí debía... ¿Qué debía hacer?

Aún con ese nudo, susurró:

- Debe saber...

Sin darle importancia a los torrentes sinfín de sus cristalinos ojos, se adentro en el vehículo, sin saber cómo haría eso, sin saber el futuro que le esperaba con algo... Impuro.

CARA MIA

Tras un camino algo tedioso, al fin, Merlina logró recostarse sobre uno de esos sofás, lista para escuchar la habitual música que lograba encantar a su amada... No debía tardar mucho en llegar, mínimo debía haber sido una cena de dos horas, y ella que se había demorado casi... 4 horas... Ella soltó un suspiro.

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Merlina no comprendía porque su familia debía apurar las cosas, mucho más con la gran noticia: durante esas horas, la morena pasó hora tras hora escuchando miles de lugares para el evento del año, miles de ceremonias tradicionales y menos convencionales para la loba y un sinfín de cosas más. Y sí ella era sincera, no le importaba sí se casaba en una alcantarilla o en el palacio más lujoso, simplemente quería ver ese anillo postrado sobre el dedo anular de su pareja.

Con aquel plan entre dientes, se recostó sobre uno de los sofás pero una no grata sorpresa se llevó: con un sonoro tronido, aunado a un pellizco sobre su espalda, notó la presencia de un intruso.

- ¿Qué diablos haces aquí? - le preguntó.

| Daba un paseo | - le respondió.

Merlina negó con la cabeza. No era apropiado llegar al hogar de otro sin avisar... Esa era una idea de Enid...

Dejó a un lado esa idea y sin avisar, tomó a la mano andante.

- Di tus verdaderos motivos - le ordenó, apretujando a la indefensa muñeca.

| Su... Suel... Suel...| - "murmuró".

- No harás el tonto frente a mí - le respondió.

| Tú ganas | - espetó - | me interesa saber que pasa en la alocada vida de una heredera, y por supuesto, de una loba que, no veo por ningún lado | - respondió.

Merlina, por fin, soltó la mano andante, y a su vez, se alejó de la misma para tomar asiento frente a la misma.

- Respuesta número uno: la "alocada" vida de una heredera se basa en tiempo de calidad y sexo desenfrenado; respuesta número dos: Enid se encuentra en casa de su madre - le respondió.

| ¿Dónde diablos...? Deberías ser lo bastante cargante para dejarla ir | - le reclamó.

Merlina frunció el ceño e inclinó unos grados su mentón; Dedos conocía esa reacción. La había cabreado.

- Ella decidió ir y yo no debí hacer nada al respecto, ya que ella es una adulta con voz propia - le aclaró - debo ser cargante para no evitar el encuentro con un ser... Cercano - mencionó.

| Esa mujer es capaz de hacer todo por separarlas, ¿qué no debes saber para comprender? | - le preguntó.

- Enid sabe cuidarse, no le pasará nada - le respondió.

| Oh, claro, lo dice quien debe saber el comportamiento exacto de esa chica, temerosa y algo... | - guardó silencio.

- ¿Algo qué, Dedos? - le preguntó amenazante.

| Algo elocuente, tanto para las discusiones más insignificantes como para una simple charla | - declaró.

- No la conoces en lo absoluto - respondió - Enid es una mujer fuerte, capaz de discutir cualquier tema de "importancia", por más "insignificantes" que sean. No debes olvidar dónde te encuentras y de quién te atreves a parlotear, que mi cuchilla afilada aún espera por acuchillar - le amenazó.

El silencio reinó por un largo tiempo, acompañado de aquella lucha de "miradas" entre los dos Addams presentes. Pero todo culminó cuando un mínimo movimiento de esa mano se presentó a la faz de esa guerra.

Merlina actuó rápidamente antes de ser atacada por esa mano, esquivando el inminente agarré que él hubiera tomado al chocar contra su rostro. Con esas miradas incandescentes, la guerra comenzó, esquivando cada saltó, cada ataque, cada cuchilla... Hasta que un sonoro les interrumpió.

Merlina prestó su mirada en la entrada principal, mirando a una destrozada Enid en la misma entrada. Ella no dudó en auxiliarla de cualquier cosa que hubiera ocasionado ese rostro húmedo y triste, pero lo único que consiguió fue sentir la tensada piel de su pareja... Eso no le daba buena espina.

[WEDNESDAY] Cara miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora