Historias al azar

Raúl.

Fuiste epifanía; yo andaba tranquila, sin preocuparme porque existías. O bueno, eso creía.
Fui prisionera; tu fuiste el culpable, aunque hoy argumentes que así no lo querías. Te creo mi amor, porque tu eras así. Era natural en ti reírte cada tanto, hacerte el tonto y siempre servir.
Entiendeme, yo no estaba acostumbrada a la gente como tú. Y bueno, yo tampoco me parecía a ti, ¿Sabes si eso tenga algo que ver con la pequeña y extraña atracción que empecé a sentir por ti?
Te vi venir cada tarde, pero claro, no venías por mi. Pedías una caja de cigarros pero jamás te vi fumar. Supongo que por respeto Raúl, siempre fuiste respetuoso.
Te escuché maldecir una sola vez. Era necesario, lo sé. Había regado café en tu nueva camisa gris. Tu no me habías dicho que era nueva, pero yo lo noté, conocía todo de ti mi amor. De todos modos, fueron los nervios, no fui yo.
Yo también me maldije, porque aquella camisa -no sé porqué- hacía ver tus ojos mas claros y yo la arruiné.
Te sentí muchas veces Raúl. En mi piel chinita, en los retorcijones de mi estomago y en el sudor de mis mano. Esas no eran mariposas. Mis amigas mintieron cuando dijeron que así se sentía enamorarse.
Muchas veces quise dejar la cafetería. Ya yo no quería trabajar, soñaba con ser abogada y ya había conseguido un préstamo para estudiar... Todo eso fue antes de ti mi vida. Porque cuando apareciste, ese lugar se empezó a sentir como mi hogar. Verte se sentía como hogar Raúl.
Yo no se bien por qué te escribo. Sé que no me leerás. Verás mi nombre en el sobre y maldecirás, porque te molestará tanto como tu camisa arruinada.
Me gustarías cerca mi amor. Tu rostro a escasos centímetros del mio Raúl... Respondiendo tres preguntas:
1 ¿Por qué escogiste aquel tormentoso día de abril para decirme que te irías del país?

2 ¿Me quisiste Raúl, o podría llamar lástima a tus fogosos besos?

3 ¿Volverías algún día si te digo que tendré por fin la valentía de mirarte a los ojos y decirte que te amo?