- ¿Quién eres? -Preguntó sorprendida, tallándose los ojos. Por mi parte al no saber qué hacer moví la cabeza de un lado a otro- ¿Quién eres? -repitió ella.
-Sebastián -contesté destapándome la boca lentamente.
- ¿Qué quieres?
-Nada.
Gracias a mi respuesta tan profunda, ambos quedamos en silencio por unos segundos, pero mi curiosidad pudo más que mi sensatez.
- ¿Por qué lloras? ¿Alguien te pegó? ¿Te regañó la maestra?
-No.
Otra vez, silencio. Creí que lo mejor era dejarla en paz, pero al tratar de irme, ella me detuvo.
-No te vayas, no quiero estar sola.
- ¿Quieres que me quede contigo?
-Sí.
- ¿A qué quieres jugar? ¿Cómo te llamas?
-Alejandra, me dicen Jandy ¿Y tú?
-A mí me dicen Bástian pero me llamo Sebastián. Yo estoy en primer año, en el grupo A y tú ¿en qué año vas?
-En primero B. ¿Por qué me espiabas?
-No te espiaba, estaba jugando y te vi llorar y no supe porqué.
-Es que... no me gusta estar sola.
- ¿Extrañas a tu mamá?
-Un poco.
-Yo también la extrañaba al principio pero no te preocupes -dije rimbombantemente-, ya te acostumbrarás y poco a poco verás que no es tan malo estar aquí, además aprendes muchas cosas y conoces a muchos niños.
Ella asintió despacio, parecía confundida con mi discurso pero el aturdimiento sólo le duró un par de segundos y como si nos conociéramos de mucho tiempo, nos dispusimos a platicar de variados temas, incluso mis palabras lograron hacer que su sonrisa brotara un par de veces, hasta que uno de mis compañeros de clase apareció de entre los árboles y exaltado gritó:
- ¡Bástian, vente! ¡Te estamos esperando para jugar!
Acto seguido, mi compañero salió corriendo por donde vino. Al oír su invitación traté de seguirlo presuroso pero Jandy me detuvo sosteniéndome el brazo, me pidió que la acompañara un poco más adentro en aquel escueto bosque. Una vez llegando al lugar, se paró frente a mí y dijo muy seriamente:
-Dame tu mano -extendió su diestra esperando tomar la mía.
- ¿Para qué? -Contesté al tiempo que ocultaba ambas manos atrás de la espalda y fruncía la boca pensando que se trataba de una conspiración en mi contra.
-Quiero que hagamos un trato.
- ¿Para qué? -Pregunté sin quitar las manos de mi espalda.
-Tú dame tu mano y no preguntes.
-No, porque a lo mejor me quieres hacer algo, y si no me dices qué quieres hacer, me voy a ir.
-Ay, ¡qué latoso eres! -Dijo al tiempo que hacía una mueca de enfado-. Bueno, te voy a decir, ¡pero primero dame tu mano!
Me le quedé mirando fijamente, esperando encontrar algo que me dijera qué era lo que planeaba, pero todo fue inútil; nada reflejaban sus ojos cafés salvo mi cara con los ojos entrecerrados y la boca apretada.
A fin de cuentas me rendí; di un pequeño suspiró y le alargué mi mano derecha al tiempo que volteaba la mirada y la cabeza hacia otro lugar por encima de mi hombro. Ella tomó mi mano y me instó a que nos arrodilláramos uno frente al otro; después juntó nuestras palmas.
-Quiero que me prometas que siempre serás mi amigo pase lo que pase, que nunca te olvidarás de mí aunque estés muy lejos, y que me contarás todos tus secretos; y yo te prometo que siempre haré lo mismo contigo.
Yo me quedé observándola con una mirada fija y sincera, como sólo los niños saben hacerlo, y le pregunté en tono desenfadado:
- ¿Para qué?
Alejandra se quedó en silencio mientras su semblante se ensombreció. Repentinamente me soltó y prácticamente me gritó:
- ¡Por qué tienes que ser así, no tienes sentimientos, por qué no me puedes tener confianza!... ¡Vete! ¡No, yo me voy!
https://www.facebook.com/Bastiansiempreseremosamigos
https://www.facebook.com/ramonlmoralesescritor
ESTÁS LEYENDO
Bástian, siempre seremos amigos
Teen FictionInvitación Bajo el amparo de una promesa se inicia un viaje lleno de aventuras donde la ingenuidad, el romanticismo, la picardía y la complicidad, forman parte de un grupo de amigos que buscan hacer de sus vidas un episodio sin igual. De este cuarte...