Capítulo 42: Él sigue fuera

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Todo estaba oscuro, hacía frío. No había diferencia entre tener los ojos abiertos o cerrados. Estaba tumbado, apoyado en una pared. Tocó el suelo con sus manos, era madera, estaba muy frío. Un haz de luz entró por un hueco en la pared iluminando sus ojos marrones anaranjados. Durante un instante pudo ver a dos personas delante de él, iban armados y llevaban máscaras de gatos japoneses.

Intentó abrir la boca para coger una buena bocanada de aire, pero un montón de cintas se lo impidieron. Tenía la boca sellada completamente. 

''Mierda'' Pensó moviendo sus pupilas de lado a lado para intentar encontrar luz.

No sabía dónde se encontraba, ni lo que le iban a hacer, era una presa ante la desesperación. El suelo tembló con el sonido de una piedra chocando contra madera. Tras eso, se escuchó un relincho delante de él y después un latigazo.

''¡Lo tengo! Estoy en un carruaje'' Pensó ''Pero, con toda la tecnología de la que soy capaz de disponer, voy atado en un carruaje tirado por caballos y estoy delante de dos personas con armas mucho más avanzadas que el propio vehículo. ¿Qué demonios estará pasando?''

De repente, el sonido de tierra que llevaba manteniéndose minutos, cambió a uno de piedras constantes en el camino. Se escuchaba el fluir del agua bajo sus pies mientras que sintió que se caía contra la pared que tenía detrás. Su cuerpo iba sintiendo la gravedad en arco, hasta casi caerse hacia el frente.

Sabía que estaban en una calzada, habían llegado a una civilización, ya no olía a hierba, ahora el olor era a leña, además entraba aire caliente por las hendiduras entre la madera. Se escuchaban pasos, que al acercarse aceleraban y luego frenaban de nuevo. Pudo sentir otro haz de luz, este era más cálido, era seguramente el de un farolillo.

-Hmmmm - Soltó con el ceño fruncido.

No logró llamar la atención de las dos personas que tenía delante. 

-Hemos llegado - Dijo la voz de una mujer.

El carruaje se detuvo de golpe, se escucharon las patas del caballo chocar contra el suelo.

-¡Vamos, abajo! - Gritó una voz que le sonaba muy familiar.

Los armados se levantaron y bajaron del carruaje tras abrirse una puerta corredora. Arturo abrió sus ojos todo lo que pudo, vio el poblado, estaba lleno de farolillos naranjas. Las casas eran acogedoras, eran pequeñas e imperfectas. Era un pueblo pequeño, de unas cuatro o cinco calles. Pasó un hombre con barba larga y pelirroja admirando el caballo enorme que había llevado a estos hasta el lugar.

-Vaya vaya, si se ha despertado Arturo - Dijo el que había ordenado que bajasen.

Arturo pudo ver su cara, era su padre, el cual había disparado a Bernadette en el cuello y le había capturado en su peor momento. Sus ojos se llenaron de ira y empezó a mover la mandíbula para deshacerse de las cintas. Tenía los brazos atados por cuerdas, pero fue capaz de romperlas y colocarse de pie para después empezar a correr hacia su padre. Uno de los enmascarados le disparó un dardo tranquilizante. Arturo recordó el entrenamiento que había tenido con Ander. No solo pudo esquivar el dardo, sino que lo utilizó para romper la cinta que tenía en la boca y así tener libertad para respirar como es digno.

Saltó del carruaje a punto de pegarle un puñetazo a su padre, pensaba matarlo de un golpe. Este intentó protegerse poniendo los brazos delante de su cara y cerrando los ojos. 

-Compórtate, chavalín - Dijo una voz siniestra detrás de su padre.

Era un hombre flaco, pero con la fuerza suficiente para detener un puñetazo de Arturo. Tenía la barba mal afeitada, el pelo teñido de azul y un piercing en la nariz. 

The chosen ones (Los elegidos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora