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FEBRERO 28, 2008


Pov. Pearce


Libertad.

La mayoría de las personas piensan que son libres, pero no es así. Son esclavos, de sus trabajos, de sus sofocantes familias, de las prioridades equivocadas, ahogándose bajo el peso de la vida que debería ser. Los veo. He vivido con ellos. Lo patético es que en algún punto quise ser como ellos. Bueno, al menos una parte de mí. Pero después las cosas cambiaron. Estaba perdido y ahora me he encontrado. Muchas personas se preguntarían cómo un sujeto de veintitrés años sin educación formal, ni experiencia en negocios, y con una actitud muy de mierda —lo admito—, terminó con un trabajo donde gana seis cifras además de los entretenidos besa traseros, todo hecho con el fideicomiso de mami y papi para convencerme del porqué nuestra compañía debería considerar salvar la de ellos. Mi trabajo no es típico, pero yo tampoco soy un sujeto típico.

Hay mucho más sobre mí de lo que ve el ojo. Es mi arma secreta, mi don, y mi maldición. Pero cada maldición puede ser usada para beneficio propio si aprendes a manejarla de la manera correcta.

Tuve mucho en mi contra cuando nací. Las cartas no estaban a mi favor, mis padres no me dieron nada, pero sí me heredaron una buena combinación de sus genes, lo cual me ha dado un poco de ventaja en el mundo. Sin importar tu personalidad o CI, la apariencia correcta te llevara a donde sea, pero sin la mentalidad apropiada solo puedes llegar hasta cierto punto. Afortunadamente para mí, una combinación de apariencia y CI me han llevado de ser un ayudante mal pagado en una granja en un pueblo, del que la mayoría de las personas nunca ha escuchado, hasta una de las ciudades más grandiosas del mundo, con la mejor comida, los lugares más interesantes, y, mi parte favorita, las mujeres más hermosas que alguna vez hayas visto

No cambiaria mi vida por nada. Además, ya lo hice una vez.

No siempre fui así. Solía ser como todos los demás, sofocándome en la cascara vacía de un hombre. Un hombre que lo aceptaba todo, hasta que se rompió en dos. Él no pudo lidiar con las presiones de la vida, el verdadero lado de ella, y no la limpia versión hecha para la televisión de la vida que fue creada para él. No pudo manejar que la realidad es fea. Esto funcionó bien, ya que yo puedo manejar esa parte muy bien. Pero la parte hermosa de la vida, te lo digo, es lo que amo. La vida que algunas personas nunca experimentan. Mi parte favorita de este trabajo es encontrarme entre las mujeres más hermosas que Chicago tiene que ofrecer. Como una tienda de helados, tiene cada sabor que se te pueda ocurrir y he aprobado tantos que debería sentirme avergonzado. Son distracciones que me hacen aguantar la parte irritante de mi trabajo.

Mi prospecto para esta noche ya me está enojando, la mayoría lo hace. Malditos bebés. Todos ellos acostumbrados a que les besen el trasero, soy una brisa de aire fresco para ellos, supongo. De alguna manera que no me importen una mierda funciona. Y Dexter me paga muchísimo para que no me importen una mierda. La primera vez que salí con Dexter para una cena por un negocio nuevo, el cliente era un imbécil. Aún no me habían contratado y el tipo que tenía mi trabajo estaba listo para ponerse de rodillas y chupársela. Yo le dije al cliente que se fuera a la mierda y así fue como conseguí, mi primer empleo. No fue la típica entrevista, ¿cierto?, pero Dexter Crestfield no es el típico jefe y su entrenamiento no es el típico tipo de recursos humanos para manejo de negocios.

—... un trato con Crestfield es siquiera posible, ¿Pearce? —La voz de este tipo me irrita hasta la medula. Es como un cruce entre un profesor enojado y un trabajador de comida rápida. La expresión en su rostro es como si no hubiera cagado en cuatro días. Luce irritado y ahora yo también estoy irritado. ¿Por qué demonios desperdiciaría mi tiempo si un trato no fuera posible?

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