Los sonidos de los pájaros sonaban como un eco en los oídos del rubio, en aquella habitación donde todo era de colores claros, la luz de la mañana golpeaba con intensidad. En aquel cuarto donde todo era blanco y dorado resaltaban aquellos cabellos pelirrojos a su lado.Sonrió levemente mientras enredaba sus dedos entre el cabello del mayor causando que este abriera levemente sus ojos, el contacto visual inmediato fue tan tranquilo para ambos, una sonrisa se formo en el rostro de Golden.
-Te amo Aiden-Susurró, la tranquilidad de la mañana se mantenía
-Yo también...-balbuceo el pelirrojo medio dormido, solo quería estar así, bajó su cuerpo lo suficiente como para estar a la altura del pecho de Golden.
Lo abrazó pasando sus manos por debajo de la camiseta rozando toda su espalda, aquella sensación erizaba la piel del chico de ojos plateados, pero al mismo tiempo le dejaba en claro cuanto amor sentía el contrario como para desear tan cercanía.
-Golden...-Dijo la voz ronca aún medio dormido, su mirada se levantó como para mirar a su amado a los ojos-¿Algún dia podremos tener nuestra propia casa?-Preguntó
-Por supuesto-Dijo con una enorme sonrisa, nada lo hacía más feliz que estar en los brazos de Aiden.
Nada...
¿Feliz?
(...)
Con las manos en el rostro solo le quedaba aceptar que tenía toda la culpa, no podía moverse de aquel sillón, estaba perplejo por el simple hecho de saber que lo había arruinado todo.
-¿Que estabas pensando?-Preguntó el rubio, en su voz se notaba aquel nudo en la garganta.
-Yo no quería...-Por más que quisiera hablar este era interrumpido
-¿Entonces por qué?-Alzo la voz-¿Por qué te metiste con el?-Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y los sollozos se hicieron presentes en el.
-Lo siento-Fue todo lo que le quedaba por decir, la culpa era toda suya.
Al levantar la mirada podia darse cuenta de lo que había causado, el departamento estaba hecho un desastre, su vida estaba hecha un desastre.