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❝ FESTÍN ❞

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❝ FESTÍN ❞

                LUEGO DE un largo rato siguiendo a Riley por el agua o tierra, nos guió a los veintiún vampiros a un muelle

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                LUEGO DE un largo rato siguiendo a Riley por el agua o tierra, nos guió a los veintiún vampiros a un muelle. Yo solo esperaba que no aparezca Van Helsing buscando cazarnos. Digo, si existen más vampiros y enemigos, alguien debe cazarlos ¿No? ¿o solo es mí paranoia de que venga Buffy y nos mate?

Ya me callo.

No habíamos pasado cerca de ningún lugar habitado, por suerte. Sedientos e irritables, no haría falta demasiado para que aquella pizca de
organización se disolviese en una escandalosa masacre. Ya me imaginaba a Kristie y Raoul peleando por un cuerpo.

Nunca habíamos ido de caza todos juntos, y no era de las mejores ideas. Más le valdría a Riley disponer de un buen montón de cuerpos para nosotros o la gente iba a empezar a matarse entre sí para conseguir el máximo de sangre. Ahora estaban más entrenados, eran más letales.

Riley se detuvo en la orilla.

—No se repriman —nos dijo —Los quiero bien alimentados y fuertes. Ahora… vamos a pasarlo bien.

Se sumergió con suavidad en la marea, debajo del agua. Los demás también se metieron debajo, como sirenitas detrás de Riley. 

—¡Debajo del mar! —canté burlona, metiéndome al agua. Bree rió antes de ir detrás mía y cumplí mí objetivo de relajarla. PJ blanqueó los ojos antes de ir detrás nuestra.

No habíamos nadado mucho y ya vimos que los demás se dirigían a la superficie. Subimos, sacando nuestras cabezas empapadas, y Riley comenzó a hablar en cuanto nuestras cabezas asomaron fuera del agua, como si nos hubiese estado esperando.

—¡debajo del mar! —canté una vez fuera —¡no nos cocinan en un sartén! No me acuerdo si era así, pero es chistoso que también le tengamos miedo a ser parrillada.

—Alguien que la ahogue —pidió Kristie, sentí los brazos de PJ hundirme —gracias.

Me agite debajo del agua y lo hundí también, hasta que sentí como nos sacaban de un tirón. Riley nos separó.

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—Lo último que necesito es que ustedes dos se divorcien —blanqueó los ojos, yendo de nuevo al frente —ahora. Miren: Ahí está —dijo señalando un gran ferry que marchaba con rumbo sur, probablemente en su último trayecto de la noche desde Canadá —Denme un minuto. Cuando se quede a oscuras, es todo suyo.

—¿Vamos a atacar el titanic? —pregunté divertida —eso si es un festín ¡Me pido a Jack!

—¡Yo lo quiero! —se quejó Jen.

Se produjo un murmullo nervioso. A alguien se le escapó una risa tonta. Riley salió como un tiro y, segundos después, lo vimos trepar uno de los costados del enorme barco. Se fue directo a la torre de control, en lo alto del barco.

—que sexy... —murmuró Kristie y PJ le tapó los oídos a Bree.

—Hay mejores —negué viendo a Riley, él me provocaba más asco que el don de Fred.

Él podría mentir acerca de que aquellos enemigos fuesen la razón de tener cuidado, pero yo estaba segura de que había mucho más que eso. Esos vampiros encapuchados con sus leyes raras vampiricas, estaba segura que ellos también eran un impedimento para que hagamos este tipo de cosas. Se suponía que los humanos no habían de saber de los vampiros ¿No?

A lo lejos, chiquito, se vió como Riley arrancó de una patada el vidrio de una gran ventana y desapareció dentro de la torre. Cinco segundos después se apagaron las luces. Todo el barco era nuestro.

Todos los demás se pusieron en marcha, llegamos al barco unos tres segundos más tarde, y el aire ya se había colmado de gritos y del cálido aroma de la sangre.

Me tomé unos segundos para admirar a varios correr y gritar, algunos saltar al agua. El desastre dilató mis pupilas y sonreí dejando mis fosas nasales ser perforadas por el dulce aroma de la sangre limpia. La sangre soñada.

Mi cerebro se desenchufó por completo. No había nada más que el dolor feroz en mi garganta
y la deliciosa sangre por doquier que prometía extinguir aquel fuego. No oí a PJ, ni a Bree, era como si ninguno hubiera estado jamás en el paraíso hasta ese momento.

Antes de darme cuenta, estaba en la punta del barco, había dieciocho cuerpos en el suelo, como una montaña rodeandome y separándome del resto. Estaba sentada en la barandilla, con el cuerpo de un hombre entre mis brazos, mordía su yugular, mí ropa manchada en sangre y seguí hasta que no quedó gota dentro. Me alejé, sonreí satisfecha, me sentía hinchada de tanta sangre.

Jamás había estado satisfecha hasta ese momento, era la mejor sensación del mundo. Me giré para tirar ahora el cuerpo al agua y me quedé viendo como caía hasta que se hundió. Luego, quedó mí reflejo a la lejanía. Estaba llena de sangre. La satisfacción me rodeó.

Era una lástima que luego si tendríamos que hundir el barco como el Titanic. Pero sería divertido. Todo sea para no dejar pistas ¿No?





































































 Todo sea para no dejar pistas ¿No?

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𝐕𝐀𝐋𝐄𝐑𝐈𝐀 𝐉𝐀𝐍𝐄; Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora