Pesadillas:

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Pesadillas:

Terminó con lo fuerte de la elaboración del wolfsbane el martes a las ocho de la noche, ya solo le faltaba dejarla reposar y mañana por la noche separaría la parte correspondiente a la dosis de Teddy.

Tanto trabajo había pasado para que en breve más de tres cuartas partes de esa poción hubiese que tirarla.

Estaba seguro de que aquel incidente mancharía por unos meses su reputación como maestro de pociones entre los estudiantes e incluso habría compañeros profesores que le preguntarían qué le había pasado para haberle salido mal.

Sin embargo, nada le causaba más aprensión que tener que hablar mañana con Teddy y hacerle tratar de entender que esa luna llena no solo su padre no la pasaría con él, sino que además tendría que dejarse morder por un lobo.

Solo quería lanzarle un encantamiento de olvido para que no sufriese.

Salió de su sala de trabajo para encontrarse a Remus sentado en el sofá, estaba encorvado con la cara escondida entre las manos.

— ¿Ha pasado algo?

— ¿Has terminado ya la poción? — Fue la respuesta que obtuvo.

Asintió.

— Perfecto, porque... No puedo ocultarte esto por mucho más tiempo.

Y sacó de uno de los bolsillos de su túnica un frasco que contenía un hilo plateado enrollado. Un recuerdo.

— ¿Qué es eso?

— Te desobedecí y le enseñé el boggart. Aquello era una matanza.

Snape le arrancó de la mano el frasco. No pudo evitar que una sonrisa se formará en su rostro. Por fin tenía una prueba solida y no solo especulaciones sobre qué era lo que le había sucedido a Teddy.

— ¡Vamos a ver a Dumbledore!

No lo encontraron ni en su despacho ni en su habitación.

— Es posible que haya salido a ver a alguien. — dijo Remus ante la insistencia de Snape de golpear con los nudillos la puerta de la habitación de Dumbledore.

Se sentó en el suelo a esperarlo. Se pasaría toda la noche allí si hacía falta.

Lupin lo imitó sentándose a su lado. No hizo ningún esfuerzo ni por tocarlo, ni por hablar con él.

Le molestaba que no lo hiciese, de la misma forma que le molestaba que siguiese llevando aquel anillo en su mano izquierda.

Diez minutos pasaron antes de que Lupin se levantase y sacase dos dados de su túnica que transfiguró en dos sillas.

— Me estoy congelando el culo y no debo ser el único.

— Puedes irte si quieres, yo me quedaré esperándolo. De todas formas a ti nunca te importó el pasado de Teddy.

Lupin se sentó en la silla.

— No lo hizo hasta que mi hijo se despierta por las noches entre lágrimas llamando por mi y suplicando que no quiere que se lo lleven.

Snape apretó con fuerza el frasco que todavía agarraba, no lo había soltado ni para guardárselo en la túnica.

— Te dije que no le enseñases el boggart.

— No quería exponerlo a él, solo que viese cómo era y cómo se comportaba. Le pedí que se mantuviese contra la puerta para que no captase su miedo.

— Claro y como tu hijo es tan bien portado, siempre hace la caligrafía y ordena su cuarto cuando se le pide, pensaste que te iba a hacer caso.

— No esperaba que proyectase una matanza. Nunca pensé que Teddy había vivido una cosa así.

Felix FelicisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora