Todos deseamos encontrar a alguien con el cual conectemos desde un principio. A alguien que sea capaz de ver a través de nosotros, que pueda escucharnos hablar sobre nuestras pasiones, metas y anhelos, alguien con quien podamos ser nosotros mismos...
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—EMILY—
Llegue temprano a la Universidad para ver mi nuevo laboratorio.
—¡Buen día! —saludaba a todo el personal que me topaba en el pasillo, me dirigía hacia el laboratorio Nò. 08, pero debido a que la Universidad era muy grande no lograba encontrar donde estaba. Note que cada puerta de tenia una placa plateada que decía el nombre de quien estaba a cargo de esa área, pero ninguna daba con el mío o con el número que buscaba, no sabía a qué dirección seguir.
<<Creo que estoy perdida>>
Me dije a mi misma, gire mi mirada y vi que al fondo del pasillo venia una mujer con bata blanca y con unos papeles entre las manos, decidí detenerla un momento antes que entrara a su oficina, me acerque para preguntarle donde estaba el laboratorio que me correspondía.
—¡Disculpe! —busque su gafete para llamarla por su nombre —ahh...— <<Dra. Mercy F. >> ese era su nombre. —Dra. Mercy, mucho gusto, soy Emily Foster...—extendí mi mano para saludarla.
—Hola Emily, dime... ¿Qué necesitas? —respondió a mi apretón de mano.
—¿Sabe dónde está el laboratorio 08?
—Suba al tercer piso por el ascensor y siga derecho hasta el fondo del pasillo —dijo señalando el ascensor.
—Muchas gracias —respondí mientras ella cerraba la puerta.
Guiándome por lo que dijo, me dirigí al ascensor para subir al tercer piso. Cuando llegue al tercer piso, note que esta área era más habitual, diferentes estudiantes caminaban por el lugar, unos entraban a los laboratorios y otros solo hablaban en el pasillo, camine hasta el fondo del pasillo, como era de esperarse, esta vez todas las habitaciones tenían una placa plateada arriba del marco de la puerta que indicaba el número de laboratorio, camine pasando las habitaciones observando y llevando la cuenta de los números, laboratorio uno, dos, tres y así sucesivamente hasta que llegue a mi área.
<<Laboratorio Nó. 8.>>
Decía la placa arriba del marco de la puerta. Baje mi mirada hacia la puerta en sí y me percate que en esta se encontraba pegada otra placa, pero esta vez era dorada,
<<EMILY FOSTER>>
Leí con tanto orgullo y emoción. Me quede observando la placa por unos segundos. Ya me encontraba aquí. Cumpliendo una pequeña promesa que le hice a mamá, sin darme cuenta, una que otra lagrima recorrió mis mejillas.
Me sequé las lágrimas y cogí las llaves para abrir la puerta. Respire profundo y tome la perilla para abrir.
—Vas a lograrlo Emily— susurre.
El corazón me latía con fuerza, estaba tan emocionada, me llené de alegría, así que mejor cerré los ojos y decidí abrir, entre al laboratorio y el fuerte aroma a medicamentos y fármacos me recibió junto con la pequeña brisa del aire acondicionado.
Respire con fuerza el agradable aroma al cual ya estaba familiarizada y me deje llevar de la emoción, sonreí y cerré la puerta del laboratorio. Antes de poder echarle un vistazo al sitio, colgué mi abrigo en el perchero que estaba atrás de la puerta y puse mi bolso sobre el escritorio, el lugar tenía justamente lo necesario para poder continuar mis avances, me agradaba que tenía las áreas necesarias, me atrevo a decir que eran casi iguales a lo que tenía mi laboratorio en Londres.
Me levante de mi asiento comencé a ordenar el laboratorio a como me gustaría verlo, moví un par de cosas y coloque mis avances y notas en el escritorio. Tome asiento y comencé mi labor, inicie ordenando todo el papeleo y los datos que ya llevaba avanzando desde ya varios meses, organice mis horarios y mi tiempo libre para no perderme ningún momento. Una vez leí que el ser organizado con un horario puede ayudar a mejorar a tiempo a futuro, a mi sí que me gustaba organizar todo, llevar un control exacto de las riendas de mi camino, sentir que tengo el control y propiedad de mi vida. No me quiero sentir perdida y desperdiciar los días sin saber que hacer.
¿Alguna vez han leído el libro de Hábitos Atómicos?
Un profesor de la universidad de Londres me recomendó que debería leer ese libro y aprender a organizar mi vida, lo irónico era que ese profesor al parecer no iba en las riendas correctas de su propia ida, puesto a que meses después fue despedido. Pero el punto es que; en uno de los capítulos menciona que al hacer que pequeñas acciones que sean favorables y que se repitan por bastante tiempo, a largo plazo estás resultaran ser beneficiosas y exitosas sin que nos demos cuenta. Os doy un ejemplo, si por las noches estudias veinte minutos un idioma, no abras aprendido absolutamente nada en una semana, pero si lo vuelves un habitó y lo repites a diario, puede que en cinco meses o en un año seas un profesional dominando el idioma, y esto se puede repetir con distintas acciones.
Por supuesto que yo tenía mis hábitos, (unos malos y otros bastante buenos) entre mi agenda, organice tres de suma importancia, uno; que mis comidas sean nutritivas, joder... tengo que mantener una figura sana ¿no es así? Dos; trabajar de manera seguida en la investigación, tres; leer aproximadamente tres horas diarias. Lo sé, puede que no sean hábitos tan significativos o relevantes a como se os había pintado, pero, a largo plazo, estos hábitos resultaran beneficiosos y satisfactorios en mi vida.
Escuché como llamaron a la puerta del laboratorio, haciéndome perder la concentración sobre mi trabajo, me vi obligada a ponerme de pie e ir a abrir. Vi la hora el ordenador y casi era hora del almuerzo, estaba tan enfocada organizando todo que me olvidé por completo de los horarios establecidos en la universidad. Me acerqué a la puerta y la abrí. Cuando abrí la puerta me quedé sorprendida por quien estaba afuera.
—¡Buen día Emily!
Era el Sr. Williams.
—Bueno días Sr. Williams.
—Ya le había dicho que puede llamarme Cristofer, Emily.
—Está bien, lo pensare —le sonreí.
—Quería preguntarte si tal vez... ¿quisieras acamparme para ir a almorzar?
—¿Ahora?
<<Carajo pero que está sucediendo, ¿Por qué me siento tan nerviosa? ¿Por qué me está invitando a almorzar? Cálmate... solo es un almuerzo... no pasara nada... todo saldrá bien, solo charlaran un buen rato, ¿Qué podría salir mal?>>
—Si... supuse que ya tendrías hambre ¿no? —la verdad, si ya me estaba dando hambre. Aunque... no sabía si realmente debería aceptar el salir a almorzar con él, pero me da miedo el hecho de que rechazarlo, tal vez se moleste o pase algo peor.