Capítulo catorce

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No durmieron de un tirón. Hablaron hasta tarde y Harry preparó dos sándwiches antes de la media noche. Se los comieron en la cama y tuvieron una larga conversación sobre las migas. A Louis le daban igual, pero a Harry no, así que entre risas sugirió irse a comer abajo. Harry entonces tiró de él, se olvidaron de los sándwiches y se dedicaron a besarse.

La cama de Harry era cómoda, las sábanas suaves y el edredón mullido. Sin embargo, el estar contra su cuerpo era lo indescriptible. Se cernía sobre el suyo como si encajaran de una manera natural. Louis lo acariciaba como si lo hubiese hecho toda la vida, conectando rápidamente con la excitación y la manera que tenían de lidiar con esta.

Se encontraron en otro orgasmo a la una de la madrugada. Sus caricias fueron a más y Louis se derritió cuando Harry gimió contra su boca y recuperó el aliento con la cabeza apoyada en uno de sus hombros. Ya habían ido antes a por papel higiénico y se miraron cómplices cuando volvieron a acurrucarse en la cama.

—¿A qué hora debes estar mañana en el teatro? —le preguntó Harry bajito. Su perfil estaba iluminado gracias a la lámpara de luz amarilla sobre la mesita de noche de su lado.

—Estará bien si llego a las ocho y media. Siempre suelo entrar antes, pero...

—¿Pero?

Se mordió el labio y sonrió.

—Puedo hacer una excepción. No voy a hacerte madrugar tanto.

—¿Te parece que salgamos a las siete y media? Contamos con el tráfico.

—Contamos con el tráfico —sonrió—. Seguramente me despierte a las seis, estoy acostumbrado a madrugar. Y a dormir poco.

—Deberías descansar más —le acarició el pelo—. No paras en todo el día.

Louis se acercó a él.

—Soy incorregible. Te lo digo para que lo vayas asumiendo.

Harry se echó a reír.

—De acuerdo, tomo nota...

Se miraron y se besaron lento. Louis se sabía extasiado, cansado y satisfecho.

Supo que se quedaron dormidos con la luz encendida porque cuando despertó eran las seis menos diez de la mañana y Harry estaba abrazado a la almohada. Se deslizó con cuidado de entre las sábanas, salió de la cama y se dirigió al cuarto de baño, cerrando la puerta con cuidado. Estaba desnudo y miró a su alrededor. El baño también era de diseño. Acarició los muebles lacados y se fijó en los grifos negros. Era un conjunto bonito y acorde al resto de la casa.

Se lavó la cara, orinó y dudó en meterse o no en la ducha. Escuchó dos golpes en la puerta y se apresuró a abrir. Era Harry, desnudo, arrebatador y apoyado en el marco de la puerta.

—Hola —le dijo con voz grave. Se juró que podría acostumbrarse pronto a aquel tono somnoliento.

—Hola. Digo, buenos días. ¿Te desperté?

—Claro, me dejaste solo en la cama... —Notó sus piernas temblequear y Harry llevó una mano a su cintura—. ¿Te quieres duchar?

—¿Puedo?

Sonrió de lado.

—¿Puedo ducharme contigo?

Louis decidió besarlo como respuesta.

Entraron entre risas en la ducha y el agua caliente empañó pronto el cristal de la mampara y el espejo. El champú olía a Harry y sus manos se sentían gloriosas mientras lo enjabonaban.

Harry le dio una toalla y ambos recuperaron su ropa desperdigada por el suelo del dormitorio. Bajaron al primer piso y revisó su bolso.

—Voy a hacer algo de desayunar. ¿Qué te apetece?

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