Capitulo 14

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_¿Así que provienes de Rusia , Aleksandr?_ preguntó Yorozu, mostrando un leve interés en conocer más sobre él.

_Si señorita, antes de venir aquí, vivía en Rusia_ respondió Aleksandr, con un brillo de nostalgia en sus ojos. _Crecí en una pequeña ciudad en la región de Siberia, rodeado por la belleza natural de los bosques y las montañas nevadas. Era un lugar increíble, pero siempre tuve la curiosidad de explorar nuevos horizontes, y aquí estoy_ diría el joven de origen ruso.

_ Así que, Yorozu, ¿alguna vez has estado en Rusia?_ preguntó aleksandr a la pelinegro quién arqueo levemente la ceja y respondió.

_ No, nunca he estado allí. Mi vida ha estado ligada principalmente a estas tierras_ diría Yorozu en respuesta al jóven.

_ Rusia es un lugar hermoso, pero Japón tiene su encanto único. Vine a Japón en busca de nuevos horizontes. Siempre me ha fascinado su cultura y su historia_ diría el jóven mientras notaba la expresión de un leve interés en la joven.

_¿Nuevos horizontes? Interesante... ¿Qué te llevó a este lugar en particular?_ pregunta Yorozu, sobre el motivo de venir a Japón de Aleksandr.

_ Mis pasos me trajeron a este bosque por la caza. Aunque nunca imaginé que mi cacería me llevaría a un encuentro tan... peligroso. Pero, por otro lado, me llevó a conocerla señorita _ diría Aleksandr.

_ Las circunstancias nos colocan en caminos inesperados, ¿verdad?_ preguntó Yorozu algo burlona por la situación desafortunada del cazador.

_ Sí,... Me salvaste la vida_ respondería el joven, Mientras Yorozu se acercaba para humedecer el paño y colocarlo sobre la frente de Aleksandr, este continuaba con la conversación, mostrando su gratitud por la atención de Yorozu.

_ Aún pareces tener fiebre debería bajar pronto _ diría la pelinegra, mientras le colocaba un paño húmedo en la frente de Aleksandr.

_Gracias por preocuparte, Yorozu. Realmente aprecio tu ayuda. Eres muy amable _ diría Aleksandr agradecido con Yorozu _¿Sabes? A pesar de la situación, me alegra haber llegado aquí y haber tenido la oportunidad de conocerte.

_...Entiendo, deberías de dormir un poco, la fiebre debería calmarse pronto _ diría Yorozu, ignorando el agradecimiento del joven.

_ Sí... Muchas gracias señorita Yorozu _ diría Aleksandr, para tratar de dormir un poco, mientras Yorozu continuaba colocándole el paño húmedo en su frente.

El joven Aleksandr se sumergió en un sueño profundo y reparador, mientras Yorozu continuaba cuidándolo con dedicación. La leña en la chimenea se consume suavemente, emitiendo resplandor que iluminaba la estancia en la que se encontraban. Yorozu permanecía vigilante, atenta a cualquier señal de malestar por parte de Aleksandr. Observaba cómo su respiración se volvía más tranquila y regular, indicando que poco a poco la fiebre podría estar cediendo.

Pasados tres días, la fiebre que aquejaba a Aleksandr había desaparecido por completo, gracias a los conocimientos de hierbas medicinales que Yorozu había sabiamente utilizado para curar la infección. La estancia en el refugio en el bosque se había vuelto más cálida y acogedora, y Aleksandr había recobrado su energía, aunque aún se encontraba débil.

Yorozu, a medida que el joven ruso mejoraba, se abría un poco más ante las preguntas de Aleksandr, respondiendo con cautela pero mostrando una mayor disposición a conversar. Sin embargo, evitaba detallar aspectos de su vida que revelaran su verdadera naturaleza como demonio, manteniendo en secreto esa parte de su existencia.

_Aleksandr, ¿por qué siempre te diriges a mí en japonés? ¿Por qué no en tu lengua materna?_ preguntó Yorozu curiosa, ya que escucho constantemente a Aleksandr hablarle en japonés.

_Ah, es cierto. Supongo que nunca mencioné nada en ruso, ¿verdad? Bueno, siempre he sentido una conexión especial con Japón y he estado aquí por un tiempo, así que me acostumbré a hablar japonés. Pero puedo hablar ruso, por supuesto_ diría el joven, mientras se sentaba y empezó a hablar en su idioma natal. Con una sonrisa burlona, Aleksandr comenzó a pronunciar algunas palabras en ruso.

_У тебя красивое имя Ёрозу, ты красивая женщина. (U tebya krasivoye imya Yorozu, ty krasivaya zhenshchina.)  Tienes un nombre bonito Yorozu, eres una bella dama_ diría Aleksandr en ruso.

_ ¿Qué... qué significa eso?_ preguntó Yorozu, ya que a pesar de ser una demonio, jamás le importó aprender otro idioma.

_Es solo una pequeña muestra de mi idioma materno. Es solo una forma de decirte que tienes un bonito nombre, Yorozu_ diría Aleksandr sonriendole cálidamente a Yorozu quién quedó sorprendida y una leve sonrisa apareció en su rostro.

Yorozu, sorprendida por el gesto de Aleksandr al hablarle en ruso, se quedó en silencio por unos instantes. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios, aunque por dentro, su corazón latía más rápido de lo habitual. Había pasado mucho tiempo desde que había experimentado esa sensación de cercanía y complicidad con alguien, un sentimiento que se había desvanecido desde la época en la que había estado involucrada con la persona equivocada, Sukuna.

En el presente, Yorozu se sumergía en los recuerdos y atesoraba los momentos con su esposo, Aleksandr. A su lado, sostenía la mano de su pequeña hija, Aria, quienes compartían un momento de dulzura al degustar los caramelos que Yorozu había comprado para su hija. Aria, con sus ojos brillantes y risueños, disfrutaba cada bocado mientras su madre sonreía ante su inocencia.

Sin embargo, la ausencia de Aleksandr pesaba en el ambiente. La reciente estallida de la Primera Guerra Mundial había traído consigo la convocatoria obligatoria, obligando a Aleksandr a partir al conflicto armado. Yorozu se aferraba a la esperanza de su pronta y segura vuelta, anhelando que regresara sano y salvo por el bien de su esposa e hija.

A pesar de la incertidumbre y la preocupación que embargaban su corazón, Yorozu mantenía la calma y la fortaleza por el bien de su pequeña Aria, queriendo transmitirle la seguridad de que todo estaría bien. En medio de tiempos tumultuosos, ella se aferraba a los dulces recuerdos familiares y a la esperanza de un pronto reencuentro con su amado esposo.

Yorozu caminaba por las concurridas calles de Nagasaki, sosteniendo la mano de su pequeña Aria y disfrutando de unos dulces que habían comprado juntas. De repente, su rostro se llenó de sorpresa y horror al divisar a Sukuna entre la multitud. Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras su corazón latía con fuerza, sintiendo el temor de aquella presencia tan siniestra.

_ Su... Sukuna _ susurró Yorozu, sintiendo cómo sus manos temblaban, mientras apretaba con fuerza la mano de su hija, quien miraba curiosamente al hombre que capturaba la atención de su madre.

_ ¿Quién es él, mami? _ preguntó inocentemente Aria, ignorando el peligro latente que representaba la presencia de Sukuna en la ciudad.

Sukuna, con una sonrisa desafiante en su rostro, observaba fijamente a Yorozu. La población a su alrededor parecía ajena al peligro que se cernía sobre ellos, sin percatarse de la magnitud de la presencia del rey de los demonios entre ellos. El ambiente se tensó mientras Yorozu trataba de mantener la calma por el bien de su hija, aunque su mirada revelaba el miedo y la preocupación por lo que pudiera suceder.

Ryomen Sukuna, con su imponente presencia, había llegado a la ciudad de Nagasaki. Con una actitud desafiante, peinó hacia atrás su cabello negro y una sonrisa burlona se dibujó en su rostro mientras se dirigía hacia Yorozu.

_ ¿Cómo has estado, Yorozu... Tanto tiempo, ¿verdad? _ mencionó Sukuna con una voz tranquila pero cargada de una presencia abrumadora, provocativa y llena de desdén.

El tono de sus palabras resonó en el aire, creando un ambiente tenso y perturbador. Sukuna parecía disfrutar del momento, saboreando cada instante de la confrontación que se avecinaba. Mientras tanto, Yorozu se mantuvo en silencio, enfrentando al rey de los demonios con una mezcla de temor, determinación y recuerdos pasados que regresaban con la presencia de aquel a quien alguna vez había servido.

Capitulo terminado




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