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El que quiere...

¿No estaría siendo la hora de terminar con esa ilusión idílica de la valentía del amor jugado? No siempre el que quiere tiene que poder, no siempre el que puede va a querer. El que quiere, a veces no puede y el que puede, casi nunca quiere.

Muchas veces, aunque queramos (a algo, a alguien), estamos rodeados paredes psíquicas de yeso hechas de complejos y mambos propios, las cuales nos es imposible derribar solamente con la voluntad bendita del querer.

Si llevamos la cuenta, es más gente la que se queda en el molde que la que se la juega. ¿Cómo llegamos a pretender como lo normal que la gente se la juegue por nosotros?

El que arriesga no siempre gana y el que no arriesga por lo menos empata.

Antología del desamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora