Capítulo 12 - Insomnio

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Son las cuatro de la madrugada y mi mente sigue inquieta, incapaz de deshacerme de la reciente conversación con Adam. ¿Realmente quiere conocerme? ¿Qué chico estaría interesado en alguien que huye después de un beso, sin conocernos previamente? Aunque dudosa, estoy considerando darle la oportunidad, lo tendré a prueba, si pasa la prueba, veremos si podemos ser algo más, esto puede ser interesante.

No pasaron ni diez minutos antes de caer rendida, despertándome al mediodía siguiente. Al dirigirme a la cocina, me encuentro sola. Subo a buscar a los demás, pero no hay rastro de las chicas. Decido darme una ducha antes de tomar mi cuaderno para dibujar. Desde mi ventana, observo un prado, o más bien un jardín, sorprendentemente verde para ser invierno. A pesar de la estación, es un lugar encantador para plasmar paisajes o simplemente encontrar inspiración.

Tras la ducha, me doy cuenta de que aún no he mandado a mis padres el correo. Así que, tomo mi portátil y comienzo a escribir.

"Queridos papá y mamá,

Hace ya un mes que me encuentro lejos de vosotros, de casa y de la ciudad. Las cosas en el internado estan hiendo bastante bien, aunque durante estas vacaciones de Navidad estamos en una cabaña en las montañas y lo estoy disfrutando mucho.

He hecho buenas migas con una chica, la considero mi mejor amiga. Nos ayudamos mutuamente, compartimos consejos y hacemos todo lo que suelen hacer las mejores amigas. Además, quería contaros que he conocido a un chico, bueno, de hecho lo conocí el primer día que entré en el internado. Al principio no congeniamos mucho, pero con el tiempo nos hemos ido viendo por el campus. Siento que hay algo más entre nosotros, pero me da miedo que las cosas no salgan bien. Vamos a conocernos un poco más antes de que pase algo entre nosotros.

Os echo mucho de menos y espero que estéis bien.

Se que este tiempo lejos de casa también es difícil para vosotros. Espero que podamos hablar pronto, seguiré compartiendo más detalles con vosotros.

Os quiero,
Noah."

Cierro mi portátil y me encamino hacia la cocina, mi estómago protesta, tengo hambre. Al atravesar el salón, fijo la mirada en el antiguo reloj de pared. ¿Cómo no iba a tener hambre si el reloj marcaba las 14:00 del mediodía? Al llegar a la cocina, abro la nevera y comienzo a preparar algo de comer: Risotto de champiñones, una receta propia que, en realidad, dista mucho del tradicional risotto, ya que se basa en arroz a la cubana con champiñones con un poco de queso por encima, lo que lo hace más rápido y delicioso para mi gusto.

El aroma de la comida empieza a impregnar la casa y, es entonces cuando percibo un ruido proveniente de la planta de arriba. No me había dado cuenta de que había alguien más en la casa.

- ¡¿Hola?! - intento que mi voz se escuche lo más alto posible, pero no obtengo respuesta, así que continuo con mis quehaceres culinarios. Después de unos minutos, escucho otro ruido, esta vez más cercano. Al darme la vuelta para investigar, me encuentro con Adam, con el cabello despeinado y aún en pijama, pareciendo un niño pequeño. Dirige su mirada hacia la cocina. - ¿Hambre?

- Mucha. ¿Qué estás preparando? - responde mientras se sienta en la mesa, confirmando mi impresión de que parece un niño pequeño esperando su comida. Una vez sirviendo los platos, nos sentamos en silencio y comenzamos a comer. Adam prácticamente devora su plato, como si no hubiera comido en años.

Suena el teléfono en la sala de estar mientras Adam sigue disfrutando de su comida. Me levanto para contestar, pero Adam hace un gesto con la mano, indicándome que él se encargará de la llamada. Acepto y vuelvo a mi tarea de fregar los platos. Después de un rato, regresa a la cocina.

- ¿Quién era?

- Era Samantha. ¿Has visto que está nevando? - Niego con la cabeza mientras continúo fregando. - Bueno, debido a la nevada, los demás no podrán regresar del campus. Esperarán a que los quitanieves hagan su trabajo mañana por la mañana. Así que... nos quedamos solos todo el fin de semana.

- Qué bien...

- Ah, por cierto, Sam me dijo que pongamos sus cosas en la habitación de Dylan. Dice que se lo prometiste, así que más tarde tendremos que ocuparnos de eso, ¿eh, compañera de cuarto?. - Mierda... se me había olvidado.

- Oh... Sí, es cierto... - Adam toma un trapo y me ayuda a secar los platos.

Pasamos el resto de la tarde viendo la televisión y descansamos un rato. Más tarde nos ocuparemos del cambio de habitación. Hasta entonces, un poco de paz y tranquilidad no nos viene mal.

El viento soplaba con determinación afuera de la cabaña, llevando consigo grandes copos de nieve que caían en espiral desde el cielo. Estaba anocheciendo y las temperaturas se volvían más gélidas. La nevada, aunque no llegaba a ser una tormenta furiosa, era lo suficientemente intensa como para pintar el paisaje de blanco y cubrir el suelo con un manto de suavidad.

Nos encontramos junto a la chimenea, disfrutando de la calidez que ésta proporciona mientras el cielo se teñía con tonos cálidos y anaranjados.

Adam se levanta con una sonrisa y camina hacia la pila de leña. Toma algunos trancos y enciende la chimenea con destreza; las llamas danzan y chisporrotean, iluminando la habitación con una luz cálida y acogedora que se mezcla con la suavidad de la luz del atardecer que se filtra por las ventanas.

- Creo que necesitamos más calor. - dice Adam con una sonrisa, señalando hacia el sofá estratégicamente ubicado frente a la chimenea. - ¿Quieres encienda la estufa también?

Asiento mientras me envuelvo en la manta que está doblada en el respaldo del sofá. - Eso estaría genial. - respondo, sintiendo cómo el calor comienza a disipar el frío.

Adam regresa a mi lado, y nos acomodamos en el sofá, compartiendo la manta. La conversación fluye con naturalidad, y en medio de risas Adam me mira con una chispa traviesa en los ojos.

- ¿Qué te parece si hago chocolate caliente? - sugiere, señalando la pequeña cocina en la esquina de la cabaña. - Creo que nos vendría bien para entrar en calor.

La idea suena tentadora, y asiento con entusiasmo. Mientras Adam se ocupa de la cocina, dejo que mis pensamientos vaguen por el pasado. La tormenta de nieve continua en el exterior, adam regresa y la manta que nos envuelve y el aroma del chocolate caliente nos reconforta.

- Bueno... Ahora que estamos solos, deja que te pregunte sobre ti. - Asiento. - ¿Cómo era tu vida antes del internado? ¿Qué hay de tus padres?

- Ni siquiera estoy segura de dónde están. En el otro instituto la verdad es que era todo una rutina muy aburrida, tan solo iba de casa al instituto y del instituto a casa. Mis padres estaban negros con eso, yo sentía que no necesitaba nada más. Al llegar a casa le contaba a mi padre como había ido el día y él me escuchaba, mientras se inventaba escenarios de cosas que podría haber hecho en según lo que le contaba. Si le decía que había discutido con mi mejor amiga, él me decía que podría haber sacado mi espada mágica y haber abierto un portal a un mundo paralelo. Era muy divertido. Les echo mucho de menos.

Adam asiente comprensivamente. - Debe ser difícil no tener noticias de ellos.

Asiento. - Sí, estaba muy unida a mi padre. Él era... especial. Pero mi madre... - dudo, buscando las palabras adecuadas. - Nunca pareció tener mucho aprecio hacia mí. A veces, creo que fingía que no le importaba.

Adam me mira con atención, y en ese momento, siento que comparto un pedazo de mí con alguien que realmente me escucha. 

Entre sombras y secretosWhere stories live. Discover now