Siempre hay algo que te recuerda a aquel momento que te sentiste tan grande.
Un café, un cigarro, o simplemente una brisa que roza tu piel llevándote de nuevo a aquella tarde.
Te cuestionas ¿qué fue lo que cambió? ¿porque llovió en tu alma desde pasaron aquellos días? y lo que más te obsesiona es el saber el que provocó la tormenta.
Tal vez no hubiera razón alguna.
Tal vez solo fue uno de tus altibajos y todavía vives buscando aquel aroma que te haga retornar a cuando eras invencible, pero tal vez ahora sea el momento de hacer añicos el silencio frío y dejar que tu corazón grite al aire sus ganas de volver.
Quieres saborear de nuevo las noches largas de conversaciones interesantes, de las que te hacen cambian a mejor, de las que siempre quedarán en tu memoria y sonreirás al recordarlas.
Te miras al espejo y te preguntas ¿a dónde coño se fue tu sonrisa ? y tal vez esté oculta bajo la mala hierba que creció en tu corazón.
Tus ojos brillan, pero no con el brillo que solo la inocencia de la juventud es capaz de crear, si no con el brillo que crea la luz al pasar a través de tus lágrimas,
Intentas deshidratar las penas por tus ojos, aferrándote a una flor que a cada instante te hinca sus espinas produciéndose heridas que no paran de sangrar, heridas que no cicatrizan y te duelen cada segundo.
No te ves capaz de sanarlas y cuando alguien intenta hacerlo por ti respondes como una bestia herida.
Vagas caminando sin rumbo bajo el aguacero y sientes tu piel húmeda y helada, no te importa que el cuerpo se te quede congelado, crees que así al menos quedará a juego con tu corazón,
Pasan los días, las semanas, incluso los meses y te han abandonado la risa, la ilusión, el amor.....
ya no eres capaz de levantar una mueca haciendo amago de sonreír, los únicos huéspedes que habitan ahora en tu interior son la soledad y el llanto, de vez en cuando se pasa la ira y la culpa, todavía no habitan en ti pero tienen expectativas de quedarse.