Capítulo 20

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Empiezo deslizando el cuchillo por sus marcados abdominales desnudos, haciéndolo a mi antojo

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Empiezo deslizando el cuchillo por sus marcados abdominales desnudos, haciéndolo a mi antojo.

—¿Qué demonios te pasa, Luli?


—¿Qué le hiciste? Habla, quiero escuchar los detalles—mi tono frío lo sorprende.

—Así que ella ya te contó—se ríe con cinismo.

—No lo hizo. ¿Acaso pensaste que no sabía de vuestro amorío secreto? Técnicamente me importa menos lo que hagan a mis espaldas. Lo que realmente importa aquí es que la heriste, y me impresiona cómo ya tratas a las mujeres.

—Un momento, ¿qué...? ¿Sabías todo y nos veías la cara todo ese tiempo? ¿Cuándo te enteraste?

—No me cambies de tema, infeliz—le golpeo en los genitales y comienza a gritar como una niña.

—¡Joder, Luliiii! Eso no se hace a los hombres—se queja molesto, como si eso me importara.

—¿Y te parece bien hacerlo a las mujeres? Eres un cerdo repugnante. Te dije que me dijeras qué fue lo que le hiciste a Bella. Si no quieres que te corte las bolsas ahora mismo, ya veremos con quién vas a seguir teniendo relaciones, miserable porquería—aprieto con fuerza su entrepierna con el cuchillo cerca de su cara, a ver si se atreve a desafiarme.

—Está bien, lo admito, la traté mal, pero no me pasé de la raya—se justifica.

—¿La trataste mal?—me echo a reír, sin poder contenerme.

Agarro su cuello con firmeza y deslizo un cuchillo sobre su piel, dejando una línea roja que comienza a sangrar. Se queja; qué blandengue. Idiota...

—No vuelvas a hacer eso, ¿me oyes? Si no quieres saber cuál será mi próximo movimiento.

—De acuerdo, Luli, no lo haré otra vez. Pero ya basta—me suplica, torciendo el rostro por el dolor.

Antes de soltarlo, tomo su cóctel y lo presiono contra su herida abierta. Luego, sin pedir permiso, le vierto el trago en la boca, forzándolo a beberlo. Se atraganta y termina vomitando. Hago una mueca de asco, pero al mismo tiempo me divierte la escena.

Él me mira con furia y trata de acercarse, pero se topa con el cañón de una pistola.

—Un paso más y te volaré la cabeza—le advierto con una calma amenazante.

—Tranquila, amor, estás un poco intensa. ¿Podrías bajar un poco el tono?— me dice con una falsa dulzura.

—Esto es solo una advertencia. Si vuelves a cruzar la línea, no sé qué puede suceder. Hagamos como si esto nunca hubiera pasado. ¿Estamos claros?

—Claro que sí. Amor...

Disparo. Pero... lamentablemente, fue más rápido agachándose al suelo. La bala impacta en la bandeja de bebidas que la empleada llevaba. Ella cae al suelo junto con las bebidas, todo un desastre; tras el susto, la veo revisarse para asegurarse de que no le pasó nada. Al darse cuenta de que está bien, aun así se desmaya.

NO TE FÍES DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora