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Ivan se encontraba en la casa de su mejor amigo, Rodrigo.
Estaba sentado en una silla mientras escuchaba las historias y anécdotas de su amigo, como siempre, no?
Ivan lo observaba con cuidado, notando cosas que antes no se daba cuenta.
Hace unos días el pelinegro se dió cuenta de que se estaba enamorando de a quel castaño.
Rodrigo hablaba con humor, contando sus anécdotas cotidianas.
— Encima, viste Barry? Se re enloqueció y aparte está re al tanto si se mueven los huevos de el pájaro — contaba el ojiverde-.
El alto solo reía por la situación, amaba tanto escuchar a ese chico bajito, le encantaba ver sus expresiones y reír con ellas, amaba a ese chico sin duda alguna.
Rodrigo miró a su derecha donde estaba el ventanal enorme dónde se encontraba su patio, y se dió cuenta de aquella luna.
— Ivan, vamos a ver la luna — dijo el bajito con una sonrisa-.
— Dale, vamos — sonrió y se levanto se su asiento-.
Fueron afuera y se acostaron en el suelo apreciando el cielo.
Ivan observo la luna, era linda, blanca, con un poco de imperfecciones pero eso no le quitaba lo linda que es, era lo que más resaltaba de la noche, su luz, las estrellas al rededor, era tan perfecta, le recordaba a alguien, pero ¿A quien?
Miro a su lado, ahí estaba, con una sonrisa viendo el cielo, el chico que le empezó a gustar hace poco, con sus grandes ojos verdes, y sus imperfecciones que lo hacían más lindo aún.
Ivan giro su cabeza para ver a la luna y cerró sus ojos, abrió su boca para decir algo que muy seguramente, luego se arrepentiría de decir, pero lo dijo...
— ¿Sabes? La luna me recuerda a alguien — Decía tranquilamente el pelinegro-.
— ¿Enserio? ¿A quien? — Decia el castaño con intriga-.
Ivan respiro un poco y suspiro, abrió sus ojos marrones, y miro al castaño, el cual giro su cabeza para mirarlo también.
— Me recuerda a vos... — Dijo suavemente-.
El castaño se sorprendió y lo miro con curiosidad.
