What?

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Sus cálidas manos serpenteaban por mi delgado cuerpo. Sintiendo que cada músculo se despertaba bajo su tacto. Él, por cada caricia que daba en mi piel, era una huella invisible que dejaba marcada.

— Hees... — Mis manos hicieron un lío en su cabello, dándome la libertad de desordenarlo a mi antojo.

Sus manos rozaban sobre mi cintura, un contacto fugaz, pero eléctrico. La suavidad de su piel dejaba una impresión imborrable en mis nublados sentidos. Cada roce y cada caricia, era una chispa que encendía aún más la conexión que no sabíamos que había entre nosotros. Era como si el tacto hablara un lenguaje secreto de deseo incontrolable.

Mis músculos se tensaron mientras el silencio pesaba en la habitación. Cada latido de mi corazón resonaba en mis oídos, y la anticipación me envolvía. Mis manos sudorosas se aferraban con fuerza a su ancha espalda. Podía sentir la tensión en el aire, como si estuviera a punto de estallar en cualquier momento. El tiempo se estiraba, eternizándose en cada segundo. Cada mirada, cada gesto, aumentaba la presión que se acumulaba en el ambiente.

Me sentía cálido.

Me gustaba estar así.

Me gustaba tener a Heeseung sobre mi, abrazándome y aferrándose a mi cuerpo.

Pero esas palabras eran un secreto que no me atrevía a confesar. Podían arder en mi mente, golpear mi pecho y hasta desbordarse en silencio a través de mi mirada, pero jamás las admitiría en voz alta. Nunca saldrían de mi boca, porque darles vida con mi voz sería convertirlas en una verdad imposible de ignorar. Nunca permitiría que se materialicen en el aire, tomando forma entre nosotros. Esas palabras quedarían atrapadas en mi mente, encerradas en el silencio que las protege de una realidad que tengo miedo de enfrentar.

— Jake... — Su melodiosa voz hizo eco en mis oídos, como un susurro que se deslizaba entre las sombras y acariciaba el alma. Cada palabra parecía danzar en el aire, envolviendo el espacio con una atracción que resultaba imposible ignorar. Era como si su tono tuviera el poder de atrapar el tiempo, dejando todo en pausa mientras resonaba en mi interior, despertando emociones que creía dormidas. — Mi Jakey...

El apodo fue meloso, pero encendió algo en mí. No era solo la dulzura de las palabras, ni la suavidad con la que las dijo, sino la forma en que me hizo sentir. Era un apodo simple, pero cuando lo pronunció, con esa voz baja y casi juguetona, algo en mi interior se despertó. Fue como si el aire mismo cambiara, como si esa pequeña chispa de afecto hubiera encendido una llama que comenzaba a arder lentamente en mi pecho. Su tono transmitía un toque de cercanía, de intimidad, como si nos conociéramos desde siempre y esas palabras fueran la consecuencia natural de una conexión que se estaba formando, más allá de lo físico, más allá de lo evidente. De repente, me encontré reaccionando a cada sílaba, absorbiéndola como si fuera un regalo exclusivo, algo que solo él podía darme. Mis pensamientos se vieron invadidos por una mezcla de confusión y deseo. No quería reconocerlo, pero sentía que algo había cambiado en mí, que había una parte de mí que comenzaba a cambiar bajo esa influencia suave y constante de sus palabras.

Mientras que Heeseung comenzó a moverse lentamente contra mí, estableciendo un ritmo que, aunque pausado, era profundamente intencionado, como si cada roce fuera calculado para encender un fuego en mi interior. Sentí cómo nuestros cuerpos comenzaban a alinearse con una sincronía casi instintiva, y el contacto de nuestros miembros, separados apenas por la delgada barrera de la ropa interior, hacía que la tensión se intensificara aún más. Era una sensación electrizante, una mezcla de deseo y anticipación que parecía envolvernos por completo, aislándonos de todo lo demás. Cada movimiento suyo era un recordatorio tangible de la conexión que compartíamos, y aunque el roce era sutil, tenía una intensidad que resultaba casi abrumadora. La proximidad de su cuerpo al mío, el calor que emanaba y la forma en que sus movimientos parecían diseñados para provocar una respuesta en mí, creaban una atmósfera cargada de deseo que parecía a punto de estallar.

FREEZER ; HeejakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora

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