Capítulo 3

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-¡AHORA!

El grito rebotó impasible entre las copas de los árboles, y al instante, desde ambos lados del río, comenzaron a llover hachas. Hachas que llevaban en el mango una cuerda atada, y que cuando sobrevolaban el barco, apresaban a este formando una red.

El barco había quedado completamente inmovilizado y ellos completamente atrapados.

Los gritos de Nami, Ussop y Chopper se unían al jaleo, y eso no ayudaba a llevar la situación con calma.

-¡Callaos ya, joder! -Zoro les grito mientras desenvainaba dos de sus katanas.- ¡Cortad las putas cuerdas! ¡Tenemos que irnos de aquí!

Y se disponía a levantar sus armas cuando se paró en seco, pues un cosquilleo le sacudió el cuerpo. El ruido había cesado.

-¡Zoro!

Pero Zoro no contestó a la llamada, pues el reluciente y afilado filo de una enorme hacha descansaba grácil, aunque mortal, sobre su cabeza.
Quién sostenía en su mano derecha aquella arma era un robusto hombre de frondosa barba y cabellos color óxido. Sus ojos apenas permanecían abiertos, lo suficiente para ver qué era ciego.

-Roronoa... Zoro... Cazador de Piratas... Dime una cosa. ¿Quién os dio permiso...

Hizo una pausa larga. Pausa que aprovecharon aquellas gentes para inmovilizar de la misma manera a todos los demás tripulantes.

-...para profanar mi bosque?

Zoro quería apartar aquella hacha de su cabeza. Sabía que con un simple y rápido movimiento podría escaparse de ese encuentro. Pero algo en su instinto le aconsejó permanecer quieto. Pues sentía como si el ciego lo hubiera convertido en una piedra. Y no le pasó solo a él. Ningún tripulante pudo resistirse.

-¿Quién es el capitán? -habló el tipo gigante que retenía a Zoro.

Uno de los leñadores empujó a Luffy para que diera un paso adelante. Esté se quejó y le escupió algunas groserías, pero se obligó a callarse cuando lo arrastraron hasta aquel sujeto.

-Es él, Jefe -dijo el leñador- Monkey D. Luffy, alías Sombrero de Paja.

–¿Y a qué se debe tu visita a este bosque, Sombrero de Paja? –dijo el hombre, simplemente desviando la ciega mirada hacia el capitán.

Luffy lo miró con asco. No sólo los habían asaltado, si no que ahora le hablaban como si fuera superiores o como si fueran los criminales más atroces –irónicamente–.

–¡Oye, viejo! ¡Yo solo vengo en busca de aventuras! ¡Deja de incordi-...

–¡Luffy! –Zoro lo calló antes de que empeorara más la situación. Le clavo la mirada, intentado transmitirle que aquella gente no era normal; ni si quiera para el Nuevo Mundo.

–Verá usted...–comenzó Zoro, arrastrando las palabras y haciendo que la cabeza del hombre siguiera su voz.– Nos dieron un Eternal Pose. Venimos a por madera para nuestro barco... ¿Verdad, Franky?

El susodicho, que había permanecido impasible y acorralado, asintió ante la respuesta del espadachín.

–Eso es verdad. –dijo este, moviéndose lentamente para no alterar a aquellos bandidos/leñadores.– Seguro que conocen a Den, él nos dio el Eternal Pose. Nuestro barco está hecho con madera de Adám, y como comprenderá-...

–¿Adám...? –el viejo arrastró las palabras, frunciendo el ceño– Aquí no hay de eso.

–Si me deja intervenir, buen hombre... –ahora habló Robin, que había permanecido a un lado de Zoro desde que tocó la campanilla.–...este lugar, Lylithwood... Es uno de los únicos lugares que quedan en el mundo con un gran Adám, después de...

𝕭𝖆𝖏𝖔 𝖑𝖆 𝖘𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝖒𝖎𝖘𝖒𝖔 𝖆𝖗𝖇𝖔𝖑 (One PieceXReader/OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora