Capítulo 10

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El cumpleaños de Hana, a principios de agosto, se convierte en una festividad para Byul, sobre todo, porque durante las dos semanas que preceden al mismo, apenas si ha oído hablar de otra cosa.

—Dios mío, ¿de quién fue la idea de que Hana y sus amigas hicieran una fiesta de decoración de guerra de magdalenas? —Byul gime, usando su antebrazo para echarse el pelo hacia atrás, ya que sus manos están ocupadas vertiendo la última tanda de magdalenas en la sartén.

Es la una de la madrugada, y la fiesta de Hana —guerra de magdalenas por la tarde, que se transforma en su primera fiesta de pijamas en toda regla— es mañana. O, técnicamente, ¿hoy? Yongsun no le había pedido ayuda para hacer la cantidad insana de magdalenas que los niños van a necesitar para su concurso de decoración, pero Byul sabía que Yongsun iba a tener que hacer cientos de ellas por su cuenta.

Y el alivio, el agradecimiento y, lo que ella creía que era la pura felicidad de verla, que se apoderaron de la cara de Yongsun cuando llegó a su apartamento valieron más que la pena. Hana había estado ayudando cuando llegó, pero hacía rato que la habían mandado a la cama, dejándolas a las dos terminando las tandas de chocolate.

Yongsun se ríe, se cruza de brazos y se apoya en el mostrador.

—Ah, sí, me pregunto por qué se antojó de hacer esto. No creo que haya sido porque su heroína le contó que su cumpleaños favorito fue una fiesta de decoración de magdalenas de cuando era niña.

Byul mira a Yongsun con toda la seriedad que puede. La verdad es que no es muy buena, porque Yongsun tiene una pequeña mancha de chocolate en la mejilla, y sus ojos parecen casi plateados por la sonrisa.

eres su heroína. Yo simplemente soy una amiga de tamaño adulto —corrige porque... bueno, Hana había sacado esta idea de la guerra de magdalenas de ella, pero sabe que Yongsun es su heroína. ¿Cómo no podría serlo?

Cierra el horno después de meter la última tanda con un chasquido y se limpia las manos con el paño de cocina que lleva colgado del hombro toda la noche.
Cuando por fin vuelve a mirar a Yongsun, se detiene bajo una de sus intensas miradas.

Intensamente dubitativa, pero, aun así, la mirada escrutadora de Yongsun tiene la capacidad de hacerla sentir vista por dentro y por fuera que es, a la vez, maravilloso y aterrador.

—Byul, Hana toma todo lo que dices y haces como la pura verdad. Cuando no estás con nosotras por las tardes, me paso al menos la mitad del tiempo oyendo hablar de ti. Tienes que saberlo.

No hace nada para impedir que el calor complacido florezca en su estómago.

—No me había dado cuenta. —Agacha la cabeza y se gira para apoyarse en el mostrador, mirando a Yongsun.

Es una sensación extraña, pero buena.
Algo así como lo que siempre ha imaginado que sería ser madre: totalmente amada por uno de los niños a los que quiere. Pero también la hace sentir un poco culpable. Yongsun debería ser la destinataria de ese sentimiento de Hana, en todo caso.

—Bueno, es verdad. Si le preguntas a Hana, el sol sale y se pone en Moon Byul —se burla Yongsun mientras da un paso más cerca, alcanzando su copa de vino detrás de Byul.

Todo en su interior se pone en alerta máxima, como cuando Yongsun está tan cerca. Esta noche ha sido algo especial, porque la cocina del apartamento de Yongsun y Hana es todo lo contrario de espaciosa. Al lado de la mesa hay un rincón con encimeras y armarios. Los fogones están a un lado, el fregadero al otro, y entre las encimeras hay medio metro de ancho.

Básicamente, lleva horas en un pequeño espacio cerrado con Yongsun, que huele a magdalenas y al aroma subyacente a melocotón de Yongsun, que puede proceder de un espray corporal o de una loción. Hace un calor agradable, así que ambas están sonrojadas por la temperatura, y andan descalzas.

Cuando Menos Te Lo Esperas [MoonSun] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora